Capítulo: 23.

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Llegué puntual a la empresa, finalice las negociaciones pendientes.

- me asombro mucho de ti Kasandra- dijo mi padre entrando a la oficina.

- de alguien tenía que sacar la inteligencia y esa la heredé de mi madre- respondí con enojo

- por qué siempre tienes que tirar a matar Kasandra, yo quiero hacer las pases contigo como tu padre que soy- respondió con enfado y dio un puñetazo a la pared.

-perfecto quieres hacer las pases, eso lo hubieras hecho desde el comienzo antes de irte, de señalar y herir con tus malditas palabras, ahora quieres las pases y el perdón, eso se gana- respondí para ponerme de pie frente a él

- Kasandra yo, yo lo lamento- dijo cabizbajo y se sentó, agarro su melena.

- crees que con eso lo vas a solucionar todo, no, te equivocas papá- finalicé y salí de la oficina con los papeles en mano.

Salí algo molesta al igual que los recuerdos volvían en pequeñas diapositivas, deseaba tanto escuchar esas palabras de mi padre hace tiempo, al igual que un te amo o quizás un perdón, pero nunca lo escuche hasta este momento, cuando el daño ya estaba hecho.
En eso recibo un mensaje de el tilapia.

Hola dama, puedes venir en este momento al lugar donde firmamos los documentos como de costumbre, necesito hablar contigo es urgente!!

En ese momento apague la pantalla de mi celular y me subí a mi coche, lo puse en marcha.
Llegué a el lugar acordado con el tilapia, me baje, no sin antes coger mi cartera y mi celular.

- que pasa tilapia- dije acercándome a él.

- si, mira te presento a Rubí, ella ocupará tu lugar cuando te vallas- dijo tilapia cogiendo sus cosas.

- si yo le enseñaré todos los movimientos de aquí- respondí dejando mis cosas en aquella mesita.

- ah dama, pitufo quiere hablar contigo, allá está en el entrenamiento, te encargo eso por favor, en un rato más regreso y la pongo a prueba- finalizó y se marchó en su camioneta.

Estaba sola con Rubí, cogí unos papeles de la bolsa para mostrarle detalladamente como estaba todo el asunto.

Rubí tenía facciones de esas que no mataban una sola mosca, era delgada, cabello hasta la cintura, uñas exageradamente largas y decoradas.
Me miraba con mala cara, yo solo respiré hondo para no tener que darle un puñetazo antes de tiempo.
Me miraba de pies a cabeza y rodaba una y otra vez los ojos.

- que, que tengo- dije con fastidio.

- nada podemos comenzar- respondió masticando un chicle de mala gana.

Comencé a explicar los movimientos y como debía contar la mercancía al igual le di la clave para registrar cada movimiento.
Le volví a explicar de nueva a cuenta para que le quedará un poco más claro y lo pusiera en práctica.
Pero para mi sorpresa ella no ponía atención, solo miraba su celular y contestaba mensajes.

- ah cual es la clave se me olvido- dijo soltando una carcajada.

-está seguramente en el celular, ya te dije donde estaba, aprende, te falta escuela para tener educación ilusa- respondí de mala gana y guardando mis cosas.

- y tú has de ser muy educada seguramente- respondió de mala gana y enrollando su chicle en su dedo.

- más que tú, amm si- solté una carcajada de sarcasmo.

- ridícula- místico su chicle como anteriormente lo estaba haciendo.

- yo ridícula, si la que tiene menos neuronas que un gusano es otra- solté una risa y cogí mis cosas y seguí mi camino.

En eso jalo mi cabello a lo cual yo me giré rápidamente y le puse un fuerte puñetazo en el estómago, calló de rodillas del dolor.

- dama que le hizo- dijo el gordo ayudando a Rubí.

- la puse en su lugar, con permiso- respondí con enfado, y seguí mi camino.
Me dirige hacía el pitufo que estaba en el entrenamiento de armas.

- que quieres que te ayude a vaciar tu juguete- respondí en medio de una risa.

- haber demuéstralo dama- dijo entregando el arma.

La cargué y comencé a disparar a cada uno de aquellas botellas de vidrio, no falle ningún solo tiro.

- tan ceria y fina que te vez- me miró sorprendido y cogió la pistola.

- nada de eso, de los errores se aprende pitufo-  respondí con media sonrisa.

- se ve que eres muy fuerte- guardo el arma en su cintura.

- no mucho, dios aprieta pero no ahorca pitufo- deje mi bolsa en aquella mesa que estaba a mi lado, me senté en el suelo.

- se que solo nos conocemos en el trabajo, tú fuiste mi maestro, ahora yo me retiro, quiero que tú ocupes mi lugar, eres alguien de confianza y se que nunca serias un soplón- dije poniendo mis manos en la nuca.

- segura, y que va a pasar con Rubí.

- ella no me convence lo suficientemente como para dejarla a cargo de una administración, me explico- baje mis manos a mis rodillas.
- tienes razón, pero quedate un poco más de tiempo- cogió un vaso con agua y se sentó a mi lado.

- yo aquí ya no tengo nada que hacer pitufo, al menos eso creo.

- no digas eso, tu eres inteligente belleza, podrías ser la cabecilla de esta tu otra familia.

- no, yo no sirvo para esto, me tengo que ir antes de que se me haga tarde- me puse de pie y cogí mis cosas.

En eso un fuerte dolor de estómago me detiene por un momento, el dolor era tan intenso, en unos minutos comenzó a calmarse poco a poco.

-tal vez el desayuno me calló mal- pensaba por lógica.

Volví a mi departamento, me acosté, aún con el dolor en el estómago, me quedé dormida por un rato.

- Kasandra te busca Yena- dijo Erik despertándome de mi sueño.

- Yena?, ahorita voy- respondí rascando mis ojos.

Me puse mis pantuflas y una sudadera que me quedaba grande.
D
Salí a la sala a recibir a Yena para ver que se le ofrecía, estaba más dormida que nada.

- que pasó Yena- dije bostezando.

- vine a advertirte que tengas mucho cuidado con el calamardo- respondió con un frito dramático.

-que, a ese falta que le ponga una calentadita- dijo Erik en tono de burla.

- te callas Erik, mejor ve a ver si ya puso la marrana- me senté en el sillón y me estire como si nada.
Yena se sentó al lado mio.

- él te está buscando Kasandra, dale una oportunidad por tu bien- finalizó, se puso de pie y se marchó.

Erik solo me miraba de reojo para ver que respondía, luego me miró fijamente con cara de pensativo y sin despegarme de la vista de en sima.

- QUE, QUE TU QUE ME VEZ-dije mirándolo de mala gana y con enfado.

- yo nada tranquila- respondió para despegar su vista y continuar con lo que iba hacer.

Estaba tan furiosa por que siempre tenían que salir con el calamardo, y para el colmo despertarme solo para hablar de él, me sacaba tanto de quicio.
Volví a mi habitación para seguir durmiendo tranquilamente.

 Con Los Ojos Abiertos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora