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Son Goku salió de una limusina con chófer y entró por las puertas de cristal del Banco Son. En un puño apretado llevaba un periódico enrollado y sus ojos brillaban con rabia. Detrás de él iba su nuevo asistente, Krilin, con la servicial actitud de aquel con que probablemente su jefe iba a pagar su malhumor.

Cuando Goku se dirigió a los ascensores, la gente se hizo a un lado para dar paso a aquel hombre alto y fuerte de cabellos alborotados. Él no se dio cuenta. Estaba demasiado consumido por la furia. Apretó el botón del ascensor y las puertas se cerraron, dejando fuera a Krilin y al mar de rostros sorprendidos por su actitud. Jamás lo habían visto así. Era conocido por su extremado autocontrol. Pero nunca había estado tan enfadado.

La rabia estaba amenazando con estallar. El ascensor tardó menos de quince segundos en llegar a su destino. Las puertas se abrieron. Goku salió. Su secretaria lo miró, se puso pálida y bajó la mirada.

- Buenos días, señor - Lo saludó - Ha habido varios mensajes para usted, y la primera persona con la que está citado llegará dentro...

- No me pase ninguna llamada. Nada... - Le interrumpió.

Siguió caminando con gracia viril. Su secretaria Mai, lo siguió mirando, sorprendida, porque tampoco ella había visto de aquel modo a su jefe.

La oficina de Goku era lujosa. Techos altos, suelos de mármol, y una pared acristalada. La pálida luz del sol de una mañana invernal de la capital Oeste de Japón, iluminó su cabello negros y alborotados.

Dejó el periódico en la mesa de mármol y con el golpe se desdobló, mostrándole una de las páginas interiores. Era trabajo de Krilin rastrear los periódicos de Japón, marcar aquellas noticias que pudieran interesar al director del Banco Son no volvería a cometer el mismo error, pensó Goku con rabia, mirando el periódico con rabia. Lo había engañado una mujer, lo había tomado de estúpido. Y ahí estaba, estampado en la página central de un periódico de farándula. Su vida privada aparecía divulgada, manoseada y además era motivo de burla.

Increibles declaraciones: La bailarina Maron deja a empresario millonario para casarse con su compañero de baile Yamcha.

Hacía solo seis meses ella había estado unida a él como una lapa, lo había adorado, y le había dicho que no podría amar a nadie más. La muy mentirosa, traidora e infiel. Su hermano Black le había advertido ya entonces de Yamcha y Maron. Goku no había hecho caso a aquellos rumores, pensando que eran mera publicidad, para agregar un poco de sal a la gira que estaban realizando los dos bailarines.

Ahora sabía la verdad, y casi masticaba la amargura de su engreimiento al creer que Maron no podía desear a otro hombre mas que a él. Era la tercera vez en su vida que lo engañaba una mujer. Una vez, su madre, y otra, la única mujer a la que había amado. Después de aquella amarga experiencia, se había jurado que jamás volvería a dejarse engañar por una mujer.

Y le había pasado de nuevo.
Sonó su celular. Lo sacó de su bolsillo y se lo llevó al oído.

- Querido - Se escuchó tras la linea - Por favor no cuelgues. Necesito que me escuches.

Goku endureció su gesto al oír el tono sensual al otro lado de la línea.

- Tenemos problemas con la gira. Necesitábamos una noticia que nos diera publicidad. Te quiero, Goku. Sabes que te quiero. Pero la relación que teníamos nunca fue posible.

- Eres la esposa de otro. No vuelvas a llamarme - Dijo Goku, y colgó, tirando el celular de mala manera.

Se hizo el silencio. Delante de él estaba el celular que había arrogado. Pero a sus espaldas el resto del mundo se estaría riendo de él. Era un hombre culto, y quien se riese de él se transformaría en su auténtico enemigo.

Recogió el periódico y lo tiró violentamente a la papelera, mirándolo de reojo. El nombre de Maron no volvería a aparecer antes sus ojos, juró, mientras el teléfono fijo que había en su escritorio sonaba. Le clavó los ojos y lo agarró como si fuera el cuello de su víctima.

- He dicho ninguna llamada - Gritó.

Por tu tono, supongo, que hoy has visto la noticia - Dijo una voz tras la línea.

Era su hermanastro Black. Debía habérselo imaginado.
Goku se giró y se dejó caer en su mullido sillón de cuero.

- Si me has llamado para decirme "Yo te lo dije" te aconsejo que te calles - Contestó Goku.

¿Debo compadecerte? - Sugirió Black con ironía.

- Lo que puedes hacer es no meterte en lo que no te importa - Respondió Goku. Luego agregó en tono grave - ¿Lo sabe nuestro padre?

- ¿Crees que no tenemos otra cosa que hacer que dedicarnos a comentar cotilleos sobre tu vida amorosa?

- No tengo una vida amorosa - Contestó irritado, Goku. Aquello había sido parte del problema con Maron. No había sido fácil tener tiempo para compartir, con la apretada agenda de ambos... Apenas la había visto tres veces en los últimos seis meses. Cuando Maron viajaba por el mundo con su espectáculo, él volaba en dirección contraria por sus negocios.

- ¿Cómo está nuestro padre? - Preguntó.

- Esta bien - Le aseguró su hermano - Los análisis de sangre han salido bien, y está bien de ánimo. No te preocupes por él, Goku. Tiene intención de ver nacer a su primer nieto.

Goku respiró profundamente, los últimos seis meses habían sido una locura para todos ellos. La enfermedad de su padre Bardock había sido larga y penosa. Habían sido año de dolor y desgaste. Habían estado a punto de perderlo hacia seis meses. Pero gracias a Kamisama se había repuesto al oír la noticia de la próxima llegada de su nieto. Ahora la enfermedad estaba remitiendo, pero nadie podía decir cuánto tiempo seguiría así. Entonces, desde aquel momento, habían decidido acompañarlo siempre uno de los dos hermanos. Bardock necesitaba el apoyo de sus hijos. Y ellos se quedaban tranquilo de que uno de los dos estaría presente si su padre empeoraba. Puesto que la esposa de Black, Lazuli, estaba en la última etapa de un embarazo muy deseado y esperado, Black había decidido que sería él quien se quedase en el hogar y se ocupase de los estados de Paoz. Mientras tanto Goku se ocuparía de los negocios internacionales de la família.

- ¿Y Lazuli? Preguntó Goku.

- Redonda - Bromeó Black.

Pero Goku notó el tono de felicidad y orgullo de la voz de su hermano. Le hubiera encantado saber como era sentirse así.

Luego, se dijo que no, que no estaba dispuesto a pasar por aquel pedregoso camino, y cambió de tema. Era mejor hablar de negocio.

Pero cuando colgó, Goku siguió allí, dándole vueltas a la cabeza, y preguntándose por qué estaba tan enojado.

Nunca había amado a Maron. Era cierto que el matrimonio entre ellos dos era algo imposible. Ella era hermosa y apasionada, la mujer perfecta para la cama, en realidad. Pero el amor jamas había sido el motor de su relación. Aunque a ella le gustase usar esa palabra con él. Había sido el sexo, solo sexo. Los que lo habría unido. Y añorar un amor como el de su hermano era una tontería.

Se puso de pie y se acercó al ventanal recordó que en algún momento de su vida había creído encontrar el amor, y luego se había dado cuenta que no era verdad. Desde entonces, no había buscado el amor. No quería sentir que lo atrapaba penosamente. Ni pensaba pasar sus genes a nadie.

Su corazón pareció encogerse e hizo un gesto de dolor. Estaba solo. La soledad de su vida le hacía envidiar a toda esa gente que caminaba por la calle allí abajo, porque seguramente tenían a alguien que los esperaba por las noches, mientras que él...

Bueno, él estaba allí, en ese enorme edificio, personificando al rico y poderoso, privilegiado, envidiado por todos... Cuando la verdad era que, a veces, en lo sentimental, se sentía tan pobre como un mendigo.

¿Sería culpa de Maron? No, de Maron no, sino de aquella otra mujer de cabellos azabache, como el de la chica que estaba parada en la esquina, allí abajo, reflexionó, Milk lo había destrozado. Bella, tímida y calculadora, había conocido a un Goku demasiado joven y confiado, lleno de optimismo, y lo había transformado en el hombre duro y cínico que era en la actualidad.

Todo esto es por tu culpa Milk...

Mentiras De Amor *Gochi* [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora