1. Selene.

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Selene

— ¡Dije que rechazo a todo esto! No hay vuelta atrás, Dominic.

— Sabes que el tunel lo cierran de noche y hasta en la mañana lo abrirán, ¡no puedes huir con mi hija, Selene!

— ¡Pruébame, imbécil! ¡Acepté que esas bestias te hirieran y luego te dieran de su asquerosa sangre de perro para que fueras como ellos y no nos sacaran de aquí, pero nunca voy a dejar que intenten herirme y puedan matar a mi bebé solo para que sea una loba más!

— ¡Es el destino que sea así!

— Es el destino que me voy con ella—digo con rabia sin sentir compasión por aquel niño de rizos dorados de tan solo cuatro años que esperaba tocar a mi bebé. Ni aunque fuera su mate, dejaría que él en un futuro esté con mi hija.

Y pensar que todo comenzó cuando el hijo del gobernante, o Alfa, llegó con una sonrisa a nuestra casa e intentó tocar mi vientre. Y fue ahí cuando Dominic supo que mi bebé era su mate. Pero eso no va a ser así. Mi hija no va a estar con el futuro Alfa.

— ¿Y qué hay con Diego?—pregunta Dominic con una mueca amarga.

— ¡Es mi hijo también y merece estar con su hermana, tampoco te lo quedarás!

— ¡Tiene 4 años, Selene! ¡Reflexiona, mujer!

— Tienes razón, ya lo pensé bien y nos iremos al amanecer. Es todo, Dominic.

— ¿Quieres eso? Pues bien, yo, Dominic Foster te rechazo a ti, Selene Green. Eres libre de hacer de tu vida un carajo.

Cerró la puerta de nuestra habitación y yo inmediatamente retomé mis maletas y comencé a guardar todos los juguetes que podía en otra maleta, le envié un mensaje a mi hermana.

Martha, trae el auto a las 6 de la mañana por favor.

— ¿No puedo tocarla de nuevo, señora?—dijo Adam, el hijo del Alfa con una mala pronunciación de la r por su edad.

— No, Adam. No puedes estar con ella, por favor vete—el niño soltaba lágrimas y no se veía que fueran a parar. Limpió sus mocos y miró mi vientre con tristeza, pero se terminó yendo con su padre.

Si ese niño no fuera un próximo Alfa, probablemente no habría nada que me detuviera para que esté con mi hija, pero las cosas no son así y Alaska no tendrá nada que ver con ellos de nuevo por su bien, merece una vida normal junto a un chico normal, solo eso.

Dominic entró para estampar uno de los regalos que le di en nuestro aniversario con furia y me miró.

— ¿Me dirás el nombre de mi hija antes?

— ¿Y arriesgarme a que la busques por medio del nombre de Diego? No, no te diré su nombre.

No puede saber nada de ti, Alaska.

Y así fue todo, Dominic se encerró en una de las habitaciones hasta que dieron las 6 de la mañana y yo salí aprisa con todas mis valijas y mi pequeño hijo de la mano, viendo el carro viejo de mi hermana esperarnos con miedo. Ella tampoco era fanática de este pueblo.

Metí todo a la cajuela y Martha arrancó con fuerza, dejándome ver la sombra de un Dominic destrozado y enojado.

Nos acercamos al tunel que nos sacaba de los terrenos de Whittier y en la caseta, nos cerraron el paso con una tabla, donde se encontraba el Alfa lanzando gruñidos viendo mi vientre junto con su hijo llorando. Pero no fue impedimento, Martha aceleró y rompió la tabla, sacándonos de ese infierno.

Ya no había vuelta atrás, mis hijos deben de ser libres.

Lo siento.


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