31. Arena entre tus manos.

26.7K 2.1K 113
                                    

Alaska

Adam aumentaba la velocidad de una manera infernal, no creí que eso pudiera llegar a ser posible, incluso sabiendo que él no es del todo humano.

Y la verdad, me encantaba eso.

Aunque esta vez íbamos de regreso de la montaña a la cual siempre nos encantaba ir por las noches para después saltar de ella hacia un campo de nieve enorme, y obviamente Adam me protegía del impacto completamente, era divertido a pesar de que la única risa que se escuchaba era la mía. 

No sabía por qué tenía tanta prisa esta noche en especial, apenas íban a ser las 10 de la noche, y ya habíamos terminado un entrenamiento que a los dos nos encantaba. Básicamente era hacer un recorrido por todo el bosque de Whittier conmigo en su lomo, a una gran velocidad e intentar que yo trepara árboles o diera saltos enormes para caer de nuevo sobre él, incluso me estaba enseñando a pelear, eso era lo que más me gustaba de todo, que no tenía que tratarme como una princesa todo el tiempo.

Ahora ya me había vuelto realmente hábil, y esto quiso hacerlo debido a que si ocurría algo y no era seguro quedarme en su casa, me traería con él, pero esto era poco probable, Adam no desea tenerme en alguna guerra o enfrentamiento, solo era para que yo fuera hábil en situaciones de emergencia.

Los dos sabíamos, sin embargo, que yo quería meterme en las peleas.

Esta vez nos desviamos hacia el sur, no íbamos a su casa, ¿por qué?

Siguió el recorrido por el borde del bosque hasta que divisé la playa de Whittier, era algo fría siempre, pero eso la volvía fresca, sería mejor si fuera cálida, pero estábamos al norte, no puedo pedir arenas caribeñas.

Tenía un peculiar color blanco, casi de tonalidades azules, por lo cual se veía extrañamente linda. Bajó la velocidad hasta que solo caminaba y yo me quité la capucha de mi capa.

— ¿Por qué estamos aquí?—siguió caminando hasta la mitad de la playa y se agachó para que yo pudiera bajarme, cosa que hice sin trabajo, ya me había acostumbrado.

Caminé un poco buscando algo que me explicara el por qué se había detenido aquí pero no había nada, absolutamente nada. A lo lejos podía ver unas bancas y ya, nada más. Estaba vacía, nadie estaba a los alrededores lo cual lo hacía ver un poco sospechoso.

Cuando me giré para ver a Adam, ya estaba en su forma humana y con una sonrisa resplandeciente. 

— ¿Y bueno?—le pregunté de nuevo sonriendo también, acercándome a él.

— ¿Te había dicho que me encanta cómo se te ve esa capa?—me río y él suelta los cordones que la ataban, para dejarla caer en la arena.

— Pues no, ¿por qué me la quitas ahora?

— Te va a estorbar.

— ¿Para qué?—no responde y toma mi mano para agacharse y quitar mis zapatos.

— Estos también—se levanta y dejo que me guíe a donde sea que se le ocurra.

Terminamos cerca del oleaje de la playa, donde solo se mojaban nuestros pies, y él se sentó atrás de mí para que yo pudiera recargar mi espalda en su pecho y abrazarme.

— ¿A qué debo esta sorpresa después de tantos días tensos?

— Sé que no hemos sido muy cercanos en esta semana y me disculpo por eso, después del atentado... todo ha estado ocupándome hasta el punto máximo, y lo que más deseaba era tenerte cerca para facilitar todo pero ha sido verdaderamente imposible, por ello ahora que voy a tener cierto tiempo libre... creo que es hora.

— ¿De qué hablas?

— ¿No quieres nadar un poco antes?—pregunta cambiando drásticamente de tema, y sin esperar respuesta, se levanta y a mí también, jalando de mi brazo hacia el mar— Es mejor si estás tranquila y relajada.

— Adam, el agua debe de estar a punto de congelarse, ¿por qué rayos crees que mi cuerpo va a soportarlo? Es verdad que eres alguien con temperatura alta pero yo no.

— Abrázame mientras yo camino hacia atrás, esa es una de las funciones, te calentará a ti y no sentirás el agua fría, ¿si?—hice lo que me pidió y empecé a avanzar con él de espaldas al mar, sintiendo como el agua pasaba entre nuestros pies poco a poco haciéndose más profunda, y sí se sentía algo fría pero entre más lo abrazaba, menos sentía frío.

Hubo un momento en el que ya no podía seguir porque el nivel del agua ya me llegaba al cuello y a Adam le causó gracia.

— Ya no podemos seguir caminando, hasta aquí llego—él negó y quiso seguir avanzando.

— Vamos, mi cuerpo apenas está sumergido poco más de la mitad, vamos a dar unos pasos más, yo te sostengo, Alaska.

Poco a poco me fui poniendo de puntas hasta que ya no me quedó más opción que sostenerme de su cintura con mis piernas, se había vuelto algo muy divertido.

— ¿Está permitido entrar al mar siquiera?—cuestiono cuando me mira fijamente y ya no hay mucho que decir.

— Soy el Alfa, ¿crees que eso importa?—uh, buena respuesta.

— De acuerdo, Alfa.

— Te ves muy linda nerviosa y con la luz de la luna.

— ¿Por qué estás tan empalagoso?—esto era sospechoso.

— Me gusta sostenerte así, ¿sabes?

— Adam...

Pero se negó a responder y me besó, poniendo una de sus manos en mi cuello. Y nunca llegó la respuesta, siguió besándome hasta que se separó y estaba sonriendo.

— Ya es tiempo de regresar a casa, ya es el momento indicado.

— ¿Cómo vamos a regresar...? Estamos mojados y no creo que quieras transformarte de nuevo.

— Yo te llevaré así, claro.

Me hizo despegarme de él y pasó su brazo debajo de mis dos rodillas, para salir cargándome así, solo se agachó un momento para la capa y nuestros zapatos, y así continuó hasta que salimos de la playa, no entendía el por qué de todo esto.

Su casa no quedaba relativamente lejos, así que durante el recorrido, miraba a Adam extrañada y él solo miraba al frente con una sonrisa en sus labios.

— Seguimos muy mojados, ¿planeas entrar así a tu casa?

— Por supuesto. Es mi casa y tuya también.

Pasamos las rejas de la residencia, todo estaba vacío, lo cual no era normal, siempre había alguien cuidando todo y Adam estaba tranquilo, aún más extraño.

— Creo que puedo caminar desde aquí...

— Lo sé, pero no te voy a bajar, estás descalza.

— Tú también—replico pero solo se ríe, así que me rindo cuando puedo ver su casa, que estaba iluminada como si hubiera alguien adentro.

Y cuando me bajó al pie del jardín y sus ojos más oscuros de lo normal, por alguna extraña razón, ya sabía lo que ocurriría. 

Y él estaba impaciente por ello.




Bueno, saquen sus conclusiones D:

Mañana actualizo, les doy un día para pensar jaja

ALASKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora