29. Derrumbe.

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Alaska

— ¿Por qué tenemos que estar en los laboratorios hoy?—preguntó un chico de mi carrera por quinta vez, la verdad nadie comprendía qué tenemos que hacer por aquí.

— Vamos a ver los flujos electromagnéticos de las máquinas que se ocupan para rehabilitación de lobos, ¿contento?—responde nuestro profesor harto.

— ¡Ese es el último piso subterráneo!—se vuelve a quejar el chico.

— Y tú eres un lobo fuerte, Henry, deja de quejarte por una maldita vez—le contesta ahora una chica.

— Soy claustrofóbico, además, ¿qué dirá el Alfa Adam cuando se entere de que estamos llevando a Luna hasta esos pisos donde hay rumores de que las máquinas afectan la actividad cerebral? Ella es humana.

Miro algo indignada al chico, ¿qué le importaba si yo era humana? No me estaba quejando y no tenían que ponerme como si fuera una mujer embarazada.

— Luna será transformada, ¿no es así?—aclama mi profesor y yo lo miro con una mueca, no me gustaba que asumiera las cosas desde antes.

— No, no lo seré. Y tampoco es necesario que siempre me llamen Luna, mi nombre es Alaska.

Todos se giraron incómodos y seguimos el recorrido hacia el elevador, nadie quería dar su opinión acerca del tema y yo también lo prefería así.

— ¿De verdad no quieres ser transformada? Eso va a volver loco al Alfa—me susurra aquel chico, Henry, cuando esperamos al elevador, lo bueno es que por ser de un laboratorio, era demasiado grande.

— Hasta donde yo sé, mi ADN no es lo suficientemente compatible y es muy peligroso, ¿por qué lo volvería loco?

— Tendrá que protegerte más de cualquier cosa, ya que eres demasiado vulnerable, y dado su temperamento... se volverá demente, con todo respeto—nos subimos todos al elevador y comienzan a apretar distintos botones, se sentía horrible el ruido que hacía y cómo se sentía al descender.

— Yo creo que Adam es muy tranquilo—respondo recelosa y aprieto mi libreta, porque sí, teníamos que anotar y si era posible, dibujar los fenómenos que observáramos.

— Sigue creyendo eso...

Henry se alejó para ir a molestar al profesor y yo me quedé mirando toda la sala con los demás estudiantes, no entendía la verdad qué es lo que les hacían a los lobos aquí y los científicos no parecían tener ganas de hablar con nosotros.

Tenían pruebas de sangre en las máquinas al igual que otros tubos más, así que como aún no iniciaban sus procesos, quedábamos ante la expectativa de que iniciaran. 

Pero al parecer los científicos también estaban esperando a alguien, o más bien, el permiso para dar paso a la electricidad, porque todos se quedaron quietos un momento y revisando los cables.

— ¿Por qué muchos no quieren bajar a este piso?—escuché que preguntaba un chico a su amigo frente a mí.

— ¿No lo sabes? Esta habitación acaba de ser rehabilitada, pero no tiene estructuras de soporte como las otras, recién las están construyendo y este piso al estar hasta abajo, tiene todas las de perder si hay un accidente, ¡es demasiado riesgoso estar aquí! Pero ya sabes cómo es el profesor de necio con sus prácticas...

— ¿Bromeas? Quiero salir de aquí y los científicos también se ven enojados por estar aquí.

Me giré hacia la puerta del elevador y comenzó algo demasiado... extraño. 

Una luz roja se encendió como la que estaba en mi casa cuando ocurría algo malo, pero aquí en vez de ver puertas cerradas, las luces se fueron y nos quedamos a oscuras, una alarma retonó por toda la sala, acompañado de una luz amarilla fosforescente.

— ¿Qué ocurre?—le pregunté asustada a Henry que veía el elevador.

— Creo que ha habido un corto y... no lo sé, esto es grave. Sin energía, no van a llegar los suministros de oxígeno a la sala, nos vamos a ahogar.

Quería lanzar un grito pero se terminó ahogando cuando todos comenzaron a gritar espantados después de escuchar un estruendo demasiado fuerte.

— ¡BOMBA!—exclamó un científico y presionó el botón de emergencia, sin éxito alguno.

— ¡Busca algo resistente, Alaska, ya!—gritó Henry y todos fuimos a parar debajo de las mesas y cualquier cosa que sirviera para soportar si algo se caía.

Pero no éramos suficientes, si esto se derrumbaba, todos los laboratorios del ala norte caerían sobre nosotros.

Cuando se sintió todo más pesado y el oxígeno más débil, los gritos comenzaron a parar.

Y eso era lo peor, cuando ya no había algún sonido de que estaban conscientes.

Todo se tornó rojo cuando giré mi cabeza y vi a una chica debajo de una cama ser aplastada por un pedazo gigante de cemento, viendo como su sangre se acumulaba y explotaba por su nariz, ojos y boca, se estaba desangrando y nadie venía.

Todos estábamos siendo aplastados pero no se escuchaba que llegara alguien.

Y en lo último que se me ocurrió gastar mi voz, fue en un grito desgarrador cuando sentí como la cama encima de mí descendía aplastando mi cuerpo por otro pedazo de cemento, Henry se estaba esforzando, pero nuestros dedos ya estaban entumecidos.

Un ruido me dejó sorda y con un pitido constante por un momento, pero la presión en mi cabeza ya era insoportable que apenas podía sentir mis extremidades.

Todo se estaba destrozando.

Y luego ya no había nada sobre nosotros. Cuando conseguí abrir mis ojos, Adam estaba frente a mí demasiado sucio y completamente cansado, pero no lo suficiente para aventar un pedazo de cemento cuando estuvo a punto de caer sobre nosotros, parecía que sus ojos iban a saltar de sus cuencas y no sabía si era por la presión o el miedo.

Cuando consiguió levantarme, pude ver a demasiadas personas levantando a todos los que podían y sacándolos de ahí.

— Adam... hay una chica a mi lado y ella...—él giró su rostro hacia donde estaba y creo que lo vio—ayúdala.

— Tal vez en otro momento, alguien ya se está encargando, Alaska, no te muevas, ¿sí?—y en cierta forma, creo que estaba mintiendo. Nadie iba a ayudarla.

Tal vez ya no necesitaba ayuda.

El elevador claramente no servía, así que sentí como Adam subía unas escaleras que parecieron infinitas, eran 5 pisos y no parecían terminar. En todo ese recorrido, Adam me miraba constantemente y yo no podía dejar de mirar sus ojos, estaba demasiado presionado y creo que sintió un alivio cuando finalmente llegó la luz y el aire fresco.

Me puso sobre lo que parecía una camilla y otras personas buscaban ponerme una clase de suero o algo así, todo ya estaba un poco más tranquilo.

— Gracias—respondí a través de la mascarilla de oxígeno.

— ¿Por qué me lo agradeces? Llegué tarde y tú ya estabas siendo aplastada por los escombros, lo siento.

— Porque me salvaste y llegaron a salvar a quienes pudieron, así que gracias, hiciste lo mejor que pudiste, Adam—niega y besa mis nudillos, realmente se sentía culpable.

— Solo escuché tu grito y supe que estabas ahí, así que aceleré el proceso para llegar a ese piso, de no ser así, estarías aplastada.

— ¿No pudiste reconocer sin mi voz que estaba ahí?

— Cuando se acabó el óxigeno... no había olor más que sangre y escombros, no podía sentirte entre todo eso, era como un bloqueo, no lo sé, simplemente habías desaparecido.

— Pues no lo hice, estoy aquí contigo, Adam.

— Estoy a un paso de que ya no vayas a la universidad por este tipo de cosas, en serio.

— Es mi derecho, Alfa—respondo más animada, creo que incluso podía sentarme, el oxígeno me estaba ayudando mucho. Me la quité por un momento para hablarle mejor

— Es mi derecho protegerte, Alaska.

— Entonces, ¿qué esperas para marcarme?




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