20. Ya es mía, Selene.

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Alaska

Juro que en ese momento creí que iba a despedazar a mi madre, pero no lo hizo. Sus ojos podían estar casi rojos, pero solo respiraba de una manera pesada y dejaba caer lágrimas silenciosas.

El verlo así, me activaba un sentido de querer consolarlo, pero no puedo, se supone que no me han visto, ¿cómo es que siendo lobos no pueden olerme? Un paso en falso y podrán escucharme.

— No puedes ser Adam... tu pelo es pelirrojo y aquel niño era rubio—habla mi madre observando cada parte de él, se veía enorme a lado de la pequeña figura de mi mamá.

— Muchas cosas cambian, Selene—responde Adam frío.

— Y todo este tiempo que Diego te ocultó para que así nosotros no te identificáramos... jamás olvidaría el rostro de la mujer que le rompió el corazón a mi hijo con tan solo cuatro años—habla con rabia Alissa, la madre de Adam.

— ¿Cuál era tu plan, Antony?—pregunta el gobernante, Oliver.

— Encontrar a Selene y a mi hija, claro, y que al llevarlas de regreso a Whittier, todo se arreglara como tuvo que ser en un principio.

— ¿Quieres explicarme cómo sucedió todo esto, Diego?—le pregunta arisca mi madre a su hijo.

— Papá me encontró, él me reconoció en seguida y... planeamos esto por un año.

De ahí que nos dio somníferos para llevarnos a Whittier... no solo fue su transformación, el objetivo no era ser un lobo para Diego, era reunirnos... ¿pero para qué?

Y en un simple clic, todo tuvo sentido.

'La última vez que la vi, yo tenía cuatro años y ella estaba en el vientre de su madre, luego ella nos separó y nunca supe nada de ella de nuevo.'

La historia de Adam, mi madre, todo tenía sentido ahora.

Adam era ese chico de cuatro años con el corazón roto, y mi madre se alejó de mi padre con mi hermano, desapareciendo. Yo era esa chica, yo era su mate.

¡Pero de nuevo tiene una gran carencia de sentido! Según todas las teorías que Adam me había confesado aquella vez en la laguna, él me tuvo que haber identificado por alguna clase de olor o algo así, tuvo que saber al instante que era yo, y nunca pasó nada.

¿Podía dejar de ser su mate solo por haber estado separados tanto tiempo?

— Y te aprovechaste de que no salía de casa por mi empleo, ¿no?—comenta mi madre harta de toda esta situación.

—¿Qué me vienes a contar de eso si tú nos separaste de nuestro padre solo porque te daba miedo lo que podía suceder con nosotros?

— ¡No estaba asustada, quería que fueran libres de elegir! Si me hubiera quedado aquí, tú y tu hermana hubieran estado destinados a ser lobos aunque no lo quisieran, no les dieron el beneficio de la duda—Adam trataba de decifrar cada gesto y cada palabra de mi madre.

— Pues, ¿qué te parece? Ahora yo soy un lobo y espero con ansias tener a mi mate, espera lo mismo de Alaska.

— ¿Ella ya es...?

— No—responde mi hermano sin más, presenciando el suspiro de alivio de mi madre.

— ¿Creíste que iba a obligar a tu hija a estar conmigo? ¿En serio esperabas que fuera un monstruo?—pregunta Adam con dolor.

— Sé que mi hija tiene el carácter para rechazar algo que no le gusta, pero si dejaba que conviviera contigo, se iba a terminar enamorando de ti y peor aún, la hubieran convertido en un lobo—puedo decir que a pesar de tener todo en su contra, mi madre seguía siendo valiente.

ALASKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora