33. Despierta.

26.8K 2.2K 95
                                    

Alaska

De verdad necesito que despiertes...

Ya pasaron horas...

Es peligroso, Alaska...

Despierta.

Sentía el pecho demasiado caliente, ardía, no, quemaba.

A pesar de ello, mi cuello lo sentía lo suficientemente frío como para cortar cualquier cosa, todo mi cuerpo estaba frío, pero mi pecho no. Estaba adormecida o eso era lo que parecía sentir, porque solo escuchaba la voz de Adam a lo lejos, como si no pudiera despertar de este estado, hasta que sentí una presión en mi cabeza que me hizo abrir mis ojos de golpe.

— Alaska...—habla Adam lanzando un suspiro de aparente alivio, su frente se encontraba demasiado contraída, ni qué decir de lo que expresaban sus ojos.

— ¿Estás bien?—alcancé a preguntar con la voz temblando, ahora sentía frío, pero el ardor continuaba.

— Demonios, ¿y tú lo estás?—casi parecía enojado, casi.

— Solo dormí un momento... pero mi pecho arde.

— No dormiste, te desmayaste por 2 horas, Alaska. Tienes fiebre y algo me dice que te duele, ¿no es así?

— Me duele más que antes, sí—quita las sábanas a nuestro alrededor, ya había olvidado que estábamos en su casa, en su habitación—, ¿por qué?

— Porque parece que la marca quiere infectarse, tu cuerpo te ha puesto esa fiebre porque está intentando expulsar el adn de mi sangre de tu cuerpo, es una reacción normal... a veces.

— ¿Entonces?—pregunto con los ojos cerrados, sintiendo aún la presión en mi cabeza.

— Necesitamos hacer que se acostumbre, que acepte que no es un virus tratando de modificarte o dañarte.

— ¿Cómo hacemos eso?—estaba al borde de la inconsciencia, de nuevo.

— Pues...mira, de verdad no quiero aprovecharme de la situación, necesito que te mantengas despierta—abro los ojos y cuando miro al frente, Adam está quitándose el cinturón.

Oh.

En otras situación, estaría realmente emocionada, pero ahora no sé si hacer esto sea una de las primeras cosas de mi lista.

— ¿Es en serio Adam?—pregunto nerviosa cuando se sube a la cama y toma mis piernas a punta de besos.

— Solo cálmate, ¿sí?

Cerré mis ojos y comencé a sentir cómo delineaba mi cuerpo con su boca, para cuando volví a abrirlos, los ojos de Adam estaban oscuros como al inicio cuando entramos a la casa.

Siguió con su labor y quitó las últimas prendas que tenía, mi pecho estaba exactamente igual pero ya comenzaba a sentir mis extremidades, no sentía tanto frío. La boca de Adam estaba cerca de mi cuello y por alguna extraña razón, eso me ponía increíblemente nerviosa.

— N-no, la toques, duele mucho—le dije en un grito de dolor cuando se acercó a la marca, pero me ignoró.

— Necesito que tu cuerpo me reconozca, está bien, esa sensación se irá poco a poco, Alaska.

Pasó su lengua en la marca y creo que él estaba más caliente que mi cuerpo, pero no ardía, era frescura lo que sentía cuando hacía eso. Fue bajando sus besos hasta mi cadera donde la apretó con sus manos.

Mi respiración para ese entonces ya estaba demasiado agitada, no sabía si era por los nervios, el dolor o que me empezaba a sentir a gusto con esto.

— Dime que esto va a sentirse tan lindo como en las películas empalagosas por favor—supliqué cuando estaba encima mío apoyado con sus brazos mirándome fijamente. No mostraba ningún atisbo de sonrisa.

— No, de hecho...—tomó mis muñecas y las pasó por arriba de mí, sujetándolas con una de sus manos y con la suficiente fuerza para no poder moverlas— puede que duela un poco por la fiebre que tienes, tu cuerpo parece sentirse como un cristal ahora.

Abrí mis ojos asustada pero en cuanto vio mi reacción, me besó, para intentar calmarme o para intentar calmarse a sí mismo. 

Con otra de sus manos tomó mi cadera e inició, no dejó de besarme hasta asegurarse de que no gritaría, sin embargo, cuando se separó, mordió mi labio y eso me hizo lanzar un gritito de dolor, ahora no solo mi pecho quemaba, todo mi cuerpo se sentía así y Adam parecía estar igual.

Pero ahora no dolía, ahora ese calor era agradable.

Poco a poco, la marca comenzaba a pasar de una herida fuerte, a un raspón, luego a un simple hematoma y al final, ya no dolía. Cuando Adam notó mi comodidad con ello, bajó mis manos y las puso alrededor de su cuello, sosteniendo así mis caderas con sus manos.

— ¿Mejor?—preguntó con la voz agitada. Sonreí.

— Mejor.

Incluso se sentía bien cuando Adam daba pequeñas mordidas a mi cuello, con fuerza.

Pasé mis manos por su espalda y él se sentó, poniéndome a mí encima, de igual forma tomando mi cintura con energía, yo solo besaba sus labios como si estuviera desesperada por conseguir algo y Adam apagaba esa necesidad.

Sus manos quedaron marcadas en mi cintura y las mías en su espalda después de un rato donde lo único que hizo, fue mostrarme la fiereza con la que hacía todo.

Mis manos apretaron su cabello cuando decidió morder de nuevo mi clavícula y con un grito de placer, me susurró algo que no iba a olvidar en mucho tiempo.

— Mía.


ALASKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora