45. Considérate muerto, Adam.

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Adam

Observo a través del espejo como Alaska está descansando en la cama del cuarto, principalmente por los sedantes que le daban por intravenosa, sino, estoy casi seguro de que estaría despierta.

Bolsas oscuras comenzaban a aparecer debajo de sus ojos y no me estaba agradando nada. No me gustaba la manera en la que controlaban a Alaska por medio de corrientes eléctricas y sedantes.

— Mamá... Diego—susurra ella entre sueños, al parecer.

Las Forjadoras se encontraban arreglando todos los problemas técnicos que podría tener el cuarto de observación de Alaska, pero no me dicen nada y parecen estar realmente desesperadas por no encontrar una solución.

— ¿Qué está ocurriendo?—pregunté cuando vi que habían traído a los técnicos para arreglar varias cosas.

La Forjadora principal, Úrsula, se acercó a mí.

— Manteníamos principalmente a Alaska tranquila no a base de sedantes, sino de descargas eléctricas para relajar sus músculos, pero solo han pasado 20 horas desde entonces y ella... bueno.

— ¿Qué ocurre con ella?—pregunté preocupado.

— Se ha hecho resistente a las descargas, ha desarrollado una inmunidad.

— Salgan por favor, vamos a charlar en privado—dice la segunda Forjadora, haciendo que solo quedemos nosotros cuatro en la cámara.

— Necesitamos hablar sobre la condición de Alaska, Adam...

— ¡Pues díganme la verdad! Hasta entonces creí que estaban sedando a Alaska con medicamentos y me vengo a enterar un día después que lo hacen con electricidad—replico.

— Ahora sí está a base de medicamentos, como ya te hemos dicho, desarrolló inmunidad a la electricidad. Incluso se podría decir que ella está desarrollando fuerzas sorenaturales, eso es verdaderamente alarmante...—comenta Úrsula.

— ¿Fuerzas sobrenaturales?—asienten— ¿te refieres a la fuerza que obtiene cuando está expuesta al virus?

— Sí y no—la miro confundido—, Alaska presenta ese síntoma al estar expuesta al virus, pero ahora su cuerpo pareciera soportar las descargas eléctricas y tener un control de ellas, como si pudiera transmitir cargas y también el frío... su cuarto lo hemos intentado mantener estable pero ella baja la temperatura por sí solo, está a 3 grados y bajando.

— ¿Alaska puede controlar la electricidad y el frío?—pregunto asombrado viendo cómo está acostada en esa cama como si nada.

— Eso parece—dice Úrsula con un suspiro.

— Por eso la mantenemos sedada a base de medicamentos, podría quemar los circuitos, así que es mejor dejarla así por seguridad—comenta otra Forjadora.

— ¿Qué ocurre con su sangre al estar expuesta al virus?—pregunto aún con demasiadas dudas en mi cabeza.

Ella no parecía estar nada bien. Y no sé qué más hacer, no sé si estoy haciendo lo correcto.

— Las moléculas parecieran reaccionar violentamente con ella, como si se juntaran en lugares específicos dando descargas continuas de adrenalina, esto es lo que le da un sentido agudo para poder moverse, hacer incluso acrobacias y tener la fuerza suficiente para atacar a alguien más fuerte y pesado que ella.

— Solo obtiene esto por segundos, ¿cierto?

— Lo obtiene dependiendo del tiempo que esté expuesta al virus, así sean horas, ella tendría estos sentidos siempre activados, es una clase de defensa de parte de su cuerpo. Podría ser que ella logre activarlos de manera permanente pero no sabemos cómo—habla la última de las Forjadoras.

— El problema de esto es que puede tener reacciones negativas en humanos y hasta lobos—dice Úrsula.

— ¿A qué te refieres?—pregunto intrigado.

— Puede llegar a contagiar a otros humanos y lobos como si ella tuviera el virus solo por defensa propia de su cuerpo, por eso la mantenemos en esta cámara de observación, cree en nosotras, es lo mejor para ella y para tu pueblo, por el bien de todos.

Asiento sin estar del todo convencido y dejo que se retiren de los laboratorios.

Alaska iba a seguir dormida hasta que decidieran quitarle el sedante para más pruebas, pero ayer le sacaron un litro de sangre, no sé cómo es que lo resistió, los alimentos también son introducidos a través de un tubo, toda su vida a través de tubos.

Salgo de la cámara para callar todo el ruido de las máquinas y camino entre los pasillos de los laboratorios para salir de ahí, no soportaba quedarme ahí sin poder hacer nada porque no comprendía lo que le sucedía a ella.

Continué mi paso hasta las oficinas de los laboratorios en el primer piso, donde se encontraban muchas personas confundidas, pero prácticamente a los laboratorios no entraban más que los científicos. Seguí pasando alrededor de todas esas personas hasta que reconocí a Aaron y Marissa.

— ¿Por qué hay tanta gente por aquí?—les pregunté cuando los tuve frente a mí.

— No lo sé, todo Whittier es un caos... ¿no lo has visto?—dice Marissa con una angustia palpable

— He pasado un día encerrado aquí por lo de Alaska, no he salido para nada—Aaron se muestra muy inquieto y no tengo ni la más mínima idea del por qué.

— ¿Qué ocurre con ella?—pregunta éste.

— Pareciera tener problemas que las Forjadoras están tratando relacionado con el virus Euphoria. 

— Pero... ¿ella está segura?—vuelve a preguntar Aaron.

— Espero que sí—respondí taciturno.

— Más te vale que sea así—amenaza Marissa.

— ¿Perdón?—la miro sorprendido y ella sigue mirando a toda la gente de nuestro alrededor que parecía estar igual de alterada.

— Whittier está en llamas gracias a que se enteraron que su Luna está encerrada por la propia mano del Alfa y para variar, las Forjadoras rondan todo el pueblo alterando demás a las personas, así que sí, más te vale que sea así y por su bien, porque sino, el pueblo se levantará en contra de todos, debido a que nadie les dice nada.

Miro a mi alrededor tratando de confirmar lo que dice Marissa pero esta vez voy más allá de las personas de esta sala y camino hacia la salida de los laboratorios, solo para confirmar sus palabras.

La gente va de un lado al otro pero alterada, furiosa. Incluso hay gente que comienza a hacer círculos y a quejarse o lanzar gritos por cualquier cosa, pero en un segundo, todos tienen su vista puesta en mí, respiran agitados y están sorprendidos de verme de nuevo después de tantas horas ahí dentro.

Y en un parpadear, veo como la gente comienza a sacar palos de cualquier cosa que tengan cerca e improvisar armas.

  Kratos está recargado en una pared, sin ninguna arma visible y con la mirada abajo.  

— Considérate muerto, Adam.


3 capítulos restantes.


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