15. Masacre.

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Alaska

Aceptar o rechazarlo ni siquiera era una opción cuando Adam me tomó del brazo y me llevó hasta salir de su casa, todos iban igual de apurados tras de nosotros, era como si derrepente la gente de Whittier saliera por todas partes corriendo a ayudar, no creía que hubiera tanta gente en este pueblo, pero luego pensé en el por qué no había notado esto.

— Las alarmas de las casas, como la que tiene la mía, están encendidas ahora y activadas, ¿cierto?—alcancé a preguntarle a Adam con la voz agitada de tanto ser acarreada, y no nos deteníamos, bajábamos y ya podía ver las rejas de la Residencia.

— Sí, las casas se están resguardando, incluso si alguien queda afuera, cerramos las calles por protección para dejar la avenida principal despejada—ahora entendía muchísimas cosas, pero ¿qué pasa con mamá?

— ¡Diego! Mamá está en casa y si se le ocurre salir...

— ¿Bromeas? Está ocupada con su trabajo, dudo que haya notado el foco rojo alguna vez o salga de casa, Alaska—responde mi hermano, pero por alguna razón, Adam se aparta y comienza a hablar con otras personas creando una estrategia.

— Tú no te escapas... ¿cómo es que a ti te lo contaron antes y me hicieron sentir como la única humana estúpida? Ahora somos los dos hermanos humanos rodeados de lobos, Diego—miro la expresión en su rostro y la mía se deforma—. No... no es cierto.

— Alaska—comienza y sus ojos están llenos de súplica, y también de ese extraño brillo que poseían aquí todos los lobos—, mira, yo sé que esto te duele pero no tuve opción...

— ¡¿Que no tuviste opción al engañarnos y venir aquí solo a ser un lobo?! ¡Nunca me lo contaste!

— Es una de las condiciones—interrumpe Adam acercándose a nosotros.

— ¿Qué condiciones?—pregunto arisca.

— Las condiciones para vivir en Whittier, alguien de tu familia tiene que convertirse en un lobo, y eventualmente el objetivo es que todos lo hagan, para hacer crecer a la manada—responde Diego.

— Esa vez, la primera noche que dijiste que estabas con un amigo y jamás me contaste lo que te pasó por ese grito desgarrador, ¿eras tú... transformándote?

— Sí, tenía que ser inmediato, me dijeron que iba a ser doloroso y no quería que eso le hicieran a mamá o a ti. Por eso no te lo había dicho, estaba esperando a que te adaptaras y te llevaras mejor con todos para decírtelo y ver si había posibilidades de quedarnos o incluso convencer a mamá de que también lo haga...

Quería preguntar cómo es que lo habían transformado pero me detuve cuando se escucharon los aullidos por el tunel y todos se miraron, esperando la señal de Adam, supongo que para saber si estaban listos o algo así.

— Ya sé que eres ahora un globo de dudas a punto de reventar, pero si no te lo creías del todo, pues mira un enfrentamiento en vivo—resonó la voz de Adam y todos, uno por uno, pasaron por una metamorfosis sorprendente.

Era como ver la evolución de una especie, y así era, el cambio de un humano a un lobo, pero con muchísima velocidad, en menos de 5 segundos ya había lobos imponiéndose alrededor de mí, y por último con sus ojos fijos en los míos, Adam lo hizo.

Todos eran enormes, y Adam resaltaba por estar una cabeza por encima de todos y bueno, su lobo era casi blanco, de no ser por algunos detalles grises, todos giraron sus miradas hacia el sur de la avenida, a lo lejos o al menos hasta donde mis ojos me permitían observar, estaban llegando otros lobos, corriendo a lo lejos.

Yo me imagino que eran carroñeros o algo así, como con los que lidié. Adam se impuso al frente y caminó muy lentamente, bueno, al ritmo de esas enormes patas.

ALASKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora