Capitulo 36

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Santiago

Vaya día de mierdad, estoy todo contracturado, malhumorado, con un dolor de cabeza que ni se aguanta, confundido, sin recordar que tanta estupidez hice anoche, una vaga llamada, y luego recuerdo salir de la casa, pero nada más, Sophia siempre me descolocaba, ella parecía llegar solo a alborotar mi vida, si ella no hubiese llegado, quizás tendría más paz interior, no lograba entender cómo se me metió en la piel, tan profundo, y ahora no sabía cómo sacarla de ahí sin herirme.

Sophia...¿Que estás haciendo conmigo?

Tan solo eso quería preguntarle, necesitaba respuestas de lo que estaba pasando, necesitaba reconciliarme conmigo, y aclarar que estaba mal, porque no me sentía completo, tenía la compañía de Jessica, que es una mujer increíble, pero solo no podía dejar de imaginar a Sophia.

Tanto tiempo desde que sentí algo así, esa necesidad de estar con alguien, de tenerla cerca, de saber cómo estar, de oler su fragancia y que quede ese olor por toda la casa, era una sensación que no extrañaba, porque me hacía estúpido, nunca supe manejarme, menos ahora, y es tanto para mí, creí que después de Kiara, esa parte de mi había muerto, y que la vida me refute de esta forma, me daba rabia, si, rabia, sentía que fallaba a algo, y no quería seguir fallando a nadie.

–No te veo bien.

Camila había llegado esa misma mañana, no estuve para recibirla en las mejores condiciones, siempre tuvimos una rara relación, pero porque ella siempre fue algo rara y especial, me retaba casi siempre, pero eso no apartaba el cariño que se que nos sentimos mutuamente, aparte, Sebastián la ama, en consecuencia, forma parte importante para mí sí es importante para un hermano, también tenía esa increíble habilidad para leer a las personas, cosa que siempre me asustó, porque toda mi viva viví de ocultar mis sentimientos y lo que soy en realidad y lo que pienso, estoy, casi que programado ya de esa forma.

–Estoy bien.

–Sabes que no, pero si te quieres seguir engañando... Linda Sophia por cierto.

No podía evitar sentirme conflictuado cada vez que la mencionaban, lo que sentía era algo extraño, nuevo para mi, y desagradable, esa incomodidad en el estómago, y que la piel se me ponga de puntas, era algo que no había experimentado, y me daba miedo, mis reacciones me asustaban, por muy niño que sonara.

–Deja de ir por ese lado.

–Solo digo que es muy linda, Me recuerda a Cassandra, claro, sin su mal humor, y quizás más callada, y divertida, también más conversadora, y más tierna también...

–¿Entonces en que se parece?

–En lo rubia.

–no das risa.

–¿Que hablan sin mi?

Sebastián siempre llegaba en el mejor momento para sacarme de situaciones que se formaban incómodas.

–Genial, ¿por qué no te la llevas un rato?

–No soy un perro, aparte me encanta ver lo incómodo que te pone hablar de ciertos temas.

–¡¡Uhh!! Y a mí cuando Camila le saca la sopa a la gente.

Los miré y ambos se estaban divirtiendo conmigo, me ponía de tan mala leche.

La verdad tras el libro (P#3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora