Capítulo 20

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Sophia.

La jornada del día había acabado, logre terminar un trabajo y parecía estar bien, en parte con lo poco centrada que me encontraba sentía haber hecho un buen trabajo cuando envíe al correo de mi profesor el ensayo, tampoco lo había hecho extenso ya que suelo sintetizar por lo que fueron solo un par de páginas... Que quien dice un par de páginas dice unas seis.

Fui hacia el cuarto de Sebastian con su portátil a devolverla, me había duchado de vuelta y ahora cargaba mi cabello húmedo que se pegaba al cuerpo y a mi pijama, no era mas que una camisa negra de tiras y un mono, estaba descalza y me arrastraba con pereza, realmente había acabado agotada y esa ducha me había terminado por tumbar, pero debía devolverla, Sebastian me advirtió que tenia cosas que hacer, al llegar a la puerta de su dormitorio toque unas tres veces pero nadie contestó, insistí pero como si nadie estuviese del otro lado.

-Cuando duerme es incapaz de escuchar nada -Lleve mi mano al pecho del susto y cerré mis ojos tratando de recuperar el aliento, reconocía esa voz.

-No vuelvas a hacer eso -reclame.

-¿Que haces tan tarde y frente al dormitorio de Sebastian?

-No te importa Santiago -Le enfrenté y quedé simplemente muda frente a un hombre, un hombre despeinado, con una franela blanca que se ajustaba a su torso fornido, cruzado de brazos con un mono similar al mio gris, lo miré a sus intensos ojos y no dije nada mas.

-No vengas mañana.

-Disculpa ¿que?

-No quiero que vengas mañana con nosotros, quiero que te quedes aquí y no lo arruines -me estaba enojado, y a nadie le gustaba una Sophia enojada.

-Como quieras -Asintio y se dispuso a irse, lo cual incrementó mi molestia.

-Eres un completo imbécil -se detuvo. -Eres... Eres, un malagradecido, estoy aquí por ti, y me tratas como la mierda, se lo que dije, se que te hice pensar que no me importó lo que pasó, pero estoy aquí Santiago, porque quiera hablar, quería decirte que lo que dije ese día no era real, solo que los nervios me ganaron, que realmente me hubiera gustado... Hablar de lo que pasó y ver que podría pasar entre los dos mas adelantes, pero eres un imbécil, lo arruinas todo, y ya no estoy tan segura de que valgas tanto la pena -no esperé a que respondiera y me alejé, estaba de acuerdo, si él no me quería a su lado, yo no insistiría en estarlo, si lo que quería era que me alejara, lo haría, no insistiría mas, no me vería mas.

Tome mi celular y marque a la agencia de vuelos, adelanté mi vuelo, si él no quería verme mas, no lo torturaría con mi presencia, me iría en un par de días.

Una vez la llamada culminó, mire hacia la ventana, era una noche lluvioso, con truenos, abracé mis piernas y me quede viendo las gotas que caían sobre el vidrio, empecé sin darme cuenta a sollozar, me sentía estúpida, humillada, Santiago nunca había dejado de ser un idiota, solo yo creí que si, creí que a él le importaba, y que podría funcionar, pero nadie muere de amor, puedo dejar atrás este sentimiento y con ese pensamiento me quedé dormida sentada en la cama.

Me desperté por el sonido de la puerta, alguien tocaba, aún desorientada vi a mis lados y me dolió el cuello y la espalda, había dormido en muy mala posición, intente estirarme y sentarme con vista a la puerta cuando llamaba para entrar.

La verdad tras el libro (P#3) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora