15. «Cielo»

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«Cielo»

Harry

No podía creer lo que estaba viendo y escuchando. Una Chloé totalmente fuera de si. Estaba muy ebria, su ropa estaba impregnada de ese olor a alcohol y ahora estaba frente a mi, esperando que la complaciera cuando unas horas antes me había mandado al demonio, cuando me advertía que no la volviera a tocar, que todo se había jodido entre nosotros antes de que empezara.

—No sabes lo que haces, pequeña.

Ella ríe, y se aparta. Mis ojos la siguen a medida que camina alrededor de la habitación. Navego a través de su figura pequeña y tentadora, ya siento la presión en mis pantalones. Su cabello cae por su espalda. Sus manos rozan la madera donde yacen algunas revistas, sigue su recorrido hasta el pequeño bar, donde están las copas y las botellas de ron. Me pongo de pie, cuando noto sus intenciones. Antes de que pueda detenerla, se empina una de las botellas y cuando la retiro de su boca, el liquido cae sobre su vestido, mojandolo en la zona de sus pechos. Me quedo estático, mientras ella observa el liquido que se expande en una mancha a través de la tela.

Me mira, en sus ojos hay algo que no descifro. Dejo la botella sobre la mesa, pensando en que demonios voy a hacer con ella, porque esta ebria y seguramente no querrá que la ayude a volver a la sobriedad. Cuando giro, se esta quitando el vestido, ya se lo esta sacando por sus piernas y me quedo observando como cae sobre sus tobillos.

¡Maldición!

Tiene un conjunto blanco, combinado, de encaje, ceñido a su figura y también esta algo mojado.

—Necesitas cambiarte eso.

Sus labios se abren, su lengua se une a sus dientes en la parte superior y delinea estos con la misma, muerde sus labios y alza los brazos acomodando su cabello sobre sus hombros. No creo lo que veo, ese jodido conjunto me ha puesto caliente, mucho. Tengo que tragar y apretar los puños ante la escena. Estoy invadido por las ganas de cogerla y follarla tan duro contra la pared, que grite mi nombre y pida que pare, solo imagino arrancando la tela con mis dientes mientras tiembla debajo de mi.

—¿Que crees que estás haciendo?

—Provocandote, papi.

Con sus manos empieza a acariciar el contorno de sus muslos, se tambalea un poco. Sube por su torso, rozando su abdomen y luego llevando el dedo indice por el centro del valle de sus pechos, de sus perfectos senos que ahora están bajo esa tela que la hace ver como un ángel, un ángel caído. Ella es pura tentación, pecado.

—Estas borracha, no sabes lo que dices.

Ríe, se pone de espalda y hace un movimiento algo torpe con su trasero. Lo mueve de un lado a otro, separa levemente las piernas y se inclina sobre la madera. No se cuanto más voy a soportar, cuanto más voy a esperar para follarla pero no quiero hacer algo de lo que ella seguramente se va a arrepentir, puedo estar muy caliente, pero no me voy a aprovechar, si ella quiere algo conmigo, lo hará consciente, con sus cinco sentidos.

—Vamos, papi. Azótame. —demanda.

Mis nudillos están blancos y giro la cabeza, recordando la vez que estuvimos en mi casa, cuando la azote por primera vez. El solo recuerdo es un impulso para tirar a la mierda mis pensamientos razonables. ¿Que es lo que quiere, quiere que follemos así, para que mañana ni siquiera lo recuerde, quiere sexo?

—¿Que pasa, señor Styles? ... se te murió tu amigo.

Suelta, provocandome, desafiándome.

—No voy a tocarte, nena.

Después de mis palabras, recobra su postura. Se encamina a mi, y todo parece perder sentido a medida que nuestra distancia se acorta. Esta pegada a mi, tiene que alzar su rostro para poder verme, la siento tan caliente, necesitada, dispuesta, preparada para mi. Sus manos se posan en mi pecho, inhala mi aroma y con sus pies, sube y baja por una de mis piernas, pienso que en cualquier momento puede caer al suelo.

Daddys boss | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora