19. «Paraíso»

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«Paraíso»

Harry

—Vamos, bebé. Abre las piernas para mi.

Se demora, vacila pero lo hace. Esta expuesta, esta haciendo lo que le digo. Se porta bien, es mia. Me siento poderoso ante su obediencia, que ceda sin rechistar, que controle la niña rebelde e insoportable y se someta, me deje guiarla y tomarla. Me lamo los labios y tomo el inferior entre el indice y el pulgar.

Las gotas de agua se deslizan y lo que queda del cubo, se instala en su clítoris. Dejando de lado la vergüenza y la timidez, se complacer frente a mi pero mi objetivo no es que se corra, eso me toca a mi. Me entretengo unos momentos más, mientras se apodera de uno de sus pechos y sigue el ritmo del toque sobre su botón pero ya es suficiente, me pongo de pie, retirando el cubo.

—No, papi —chilla y hace un puchero, a nadie le gusta perder cuando el final esta tan cerca.

—Todavía no, pequeña.

Tiro el cubo en algún lugar y tomo otro. Lo chupo, ella me mira concentrada. Me inclino y abre la boca cuando este se asoma en mis labios, apenas y rozo la comisura de sus hinchados labios y luego sigo mi camino, el camino que ella marco con el que tenia. Y entonces, su cuerpo se arquea, esta tensionada. Sigo con el mismo en mi boca y lo dejo caer en su ombligo.

—¿Quieres que me detenga?

Niega sin decir nada.

—La base de una relación es la comunicación, pequeña. Dime que quieres.

—Quiero que sigas, por favor.

—¿Por favor que?

—Por favor, papi.

Esa palabra tiene un gran poder. Entonces sigo, y vuelvo a sus muslos. Deslizo el cubo sobre ellos, mientras ella gime, se aferra a las sabanas o su cabello. Luego lo llevo a la parte interior, rozando levemente sus labios.

—Harry ...

Cuando dice eso, lo presiono en su clítoris y lo retiro al instante. Se arquea y gruñe.

Sigo por su centro y lo froto con más intensidad, de arriba hacia abajo, notando como empieza a perderse entre el placer que le provoca la fricción y la imagen de mi frente a ella. Me gusta que me esta mirando, aunque ocasionalmente cierra los ojos. Me detengo. Hielo fuera.

—Sigue, por favor.

Me pongo de pie, de espaldas.

—Dos faltas, en menos de cinco minutos—la vuelvo a ver—estás rompiendo las reglas.

—Lo siento, papi.

Esta tan excitada, lo noto en su mirada. Tiene una leve capa de sudor en la frente.

—Ven

Se pone de pie y camina hasta quedar a mi lado. Le acaricio el cabello.

—Me pusiste muy duro, verte así ... dándote placer, me pone muy duro.

—Quiero ponerte duro, papi.

Y entonces la tomo de las caderas, dejándola contra el ventanal. Mi pecho se pega a su espalda y mis dedos se pierden entre sus piernas, cuando siente la presencia de ellos, abre las piernas dándome un mejor acceso. Rozo sus labios, mientras ubico su centro de placer y luego comienzo con movimientos a lo largo de su intimidad. Sus manos descansan sobre el vidrio, con la vista en la Miami nocturna, festiva y pecadora. Mis dedos se empapan de sus jugos, está tan lista para mi.

Daddys boss | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora