La hija del Presidente (Editando) ✅

Capítulo Cuarenta y tres

Sophia

   No puedo ocultar que éste chico me gusta. Me trata muy bien. Sus besos, sus caricias, sus ojos, su mirada, su sonrisa , su enojo, sus gestos... Todo me ha enamorado. Lo único que nos divide es de quien es hijo; hijo de un narcotraficante y yo hija de un presidente.

   Pero no puedo confiar en él, ya lo dejé tocarme y acariciar me... Pero no lo dejaré dar un paso más; aunque mis hormonas y sentimientos me empujan con fuerzas.

Jared

   Ahí está ella comiendo con una gran educación y delicadeza, se ve tan hermosa al masticar, al poner los mechones de cabello a un lado, como sostiene el jarro, como limpia sus labios con la servilleta.

  Por ésta nena dejaría todo y nada. Todo lo malo que soy y mi novia que no es nada delante de ella.

  No ocultaré que le estoy cogiendo un gran aprecio.

  Aún siento sus caricias en mi cabello, en mi pecho y en todos lados.

   Pero... Pero tengo miedo de que ella sólo esté jugando conmigo para engatusar me y escapar.

-¿Aún tienes hambre?. —Pregunta Jared acercándose.

-No. Así estoy bien. Iré a darme una ducha. -A bañarme.  -Dice retractándose al recordar que no es una ducha y se levanta de la pequeña mesa.

Una cubeta con agua es lo que recibe para que se bañe dos veces al día. 

-Perfecto amor... Perdón señorita Sophia.

Sophia sólo le sonríe y se va.

[...]

-Aunque yo sea un simple empleado más; tu guardaespalda, yo te voy amar, cuidar y querer. Tal vez tus padres se interpongan y hasta me quieran matar, pero por ti no recibiría una bala... Si no dos por que una no vale nada.

-Wao, Gracias José. Descuida que si se interponen nos vamos al infinito y más allá. Pero quiero pedir un deseo, ¿me llevarías a la estrellas?. —Pregunta pasando sus dedos por el pecho definido de José.

-Por supuesto. -Dice lanzándose sobre ella.

Cristina

   No puedo creer que éste imbécil me llegara a gustar tanto.  Es mi debilidad.

   Siento cada rose de sus labios por mi cuello, siento como su respiración se roba todo mi aroma, podría decir que es un excelente pianista por que me toca a la perfección. ¡Dios mío! Siento que me dará una sobredosis de emoción al sentir sus labios bajar por todo mi cuerpo hasta posarse en mi ombligo. Se me sale un gemido.

   Ver como esos hermosos ojos me miran, me ponen nerviosa.

José

   Su estúpida sonrisa de niña caprichosa y altanera me tiene atado a ella.

  Su ombligo es perfecto, sus curvas bien definida y yo sin freno.

  Subiendo hacia ella veo como se lame los labios para luego cerrar sus ojos y decirme adelante.

  -Quiero que empieces ésta mañana con alegría y yo seré ese payaso que te pondrá a brincar de emoción.