Capítulo Cincuenta y uno

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-Perdón por lo que dije. —Dice Jared acercándose a Sophia.

Sophia no dice nada. Una de las cosas que detesta es que hablen encontra de su familia. A pesar de lo posesivo que es su padre con ella, lo ama. Su madre es la luz de sus ojos y la adora.

-No te quiero perder —Jared hace silencio al escuchar un el vehículo acercarse.

-Debe ser tu padre. —Dice Sophia nerviosa.

-Si, es él. —Dice alejándose de la ventana.

-Debes cubrir mis ojos, amarrarme, no se. —Dice sentándose en el suelo.

-No Sophia, si de verdad te amo debo enfrentarlo.

-Si de verdad me amas; no puedes dejar que él me asesine. —Dice pasándole las cuerdas.

Jared lo duda por unos largos segundos, niega y toma las cuerdas. Le sujeta las manos y cubre su rostro.

-Hola hijo. -Por qué tan nervioso? —Pregunta Roko al ver como se sobresalta.

-¿Que vienes a buscar?

-Sólo vine a completar mi venganza. -Dice sacando su pistola.

-No harás nada y punto. Antes de matarla a ella, tendrás que matarme a mi.

-¿Por qué defiende tanto ésta zorra? —Dice enojado.

-Sophia no es una zorra, si tienes algún problema con su padre ve y resuelve lo con él, pero a ella no me la tocas. —Dice señalando a Sophia.

-Esa que tanto defiendes es hija del hombre que me estafó en mis negocios, ahora tiene sus puntos de droga a cotillas de los míos, me traicionó y la traición se paga con sangre.

-Ve y matalo a él, no ha Sophia. Ella no tiene la culpa de ser hija de una basura que se esconde detrás de un gobierno.

-Ella es hija del traicionero.

-Pero al parecer al traicionero le importa más su imagen, sus negocios que su hija. ¿O no crees que si de verdad le interesara ya la había encontrado? Y más siendo presidente que tiene los mejores seguridades, y cuenta con otras instituciones? Así que ve y ajusta cuanta con él.

-Tu... tu también me la vas a pagar. —Dice el padre saliendo del cuatro.

[...]

-¿Cómo sigue George? —Pregunta Ariana a Lea entre susurros.

-Está mejor. Salió bien de la operación.

-Perfecto. ¿Dónde se encuentra Felipe? —Pregunta con preocupación.

-En la cafetería de la esquina. Si quieres te acompaño, todos están allá.

-Vamos. —Dice pasando por el lado de Lea.

[...]

-¿Y nos vamos a quedar aquí parados como imbéciles? —Pregunta Cristina a José.

-No preciosa.  —Dice sujetándola de la cintura y pegándola a él. —Quiero sentirla desnuda muy cerca de mi.

Cristina lo besa mientras desabrocha su camisa blanca.
José desata el lazo de su espalda, dejando caer el vestido al piso. 

Ambos desnudos en la cama se acarician, se besan y José coloca uvas desde entre medio de sus senos hasta su ombligo y coge un girasol y acaricia sus piernas con ella, haciendo que la piel de Cristina se erice.

José fue tomando las uvas desde arriba hacia llegar a su ombligo y enloquecerla con la lengua.

-Aaah para, Ooohh mmmm deja mi ombligo en paz. —Dice mordiéndose los labios.

-Ok. —Dice bajando sus bragas, deslizandolas por sus piernas.

-¿Qué harás? —Dice levantando su cabeza mientras se sostiene de sus codos.

-Lo sentirás... —Dice hundiendo sus labios con la feminidad de Cristina.

Cristina se estremece de placer y acaricia la cabeza de José que está entre sus piernas.  Jadea y arquea la espalda por la sensación y el placer que siente al sentir la boca de José devorar su sexo húmedo.

—Te gusta —pregunta antes de chupar su clitoris.

-Oooh si, continúa. ¡Me encanta! —Dice entre gemidos.

José continúa atacando su sexo y su miembro empieza a ponerse aún más duro. Cristina disfruta del oral acariciando su cabello y gimiendo.

La hija del Presidente (Editando) ✅ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora