Ristretto

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Tweek amaba leer poemas, esto le llenaba de vida, cada cosa maravillosa que alguien pudiera expresar con dulces palabras, el poema que había recitado le parecía excitante, no por el hecho de ser un poema corto, o simple, a Tweek el poema le hacía sentir calides en el pecho, un amor que lo puede todo, aún después de la muerte, seguir protegiendo al ser amado, aún después de todo, Tweek no sabía que era el amor, pero sabía encontrarlo en los libros, amar todo lo que desconocía, ciudades, lugares, personas que talvez no existan, pero que tenían todo lo que el ansiaba, se centraba tanto en sus lecturas que llegaba a ignorar todo lo demás, pero no solo leía historias románticas, leía todo tipo de libros que caían en sus manos, ese día después de recitar su poema, mientras observaba a Stan, le sucedía algo extraño que no entendía muy bien, y esque después de eso, volvió a su asciento dispuesto a retomar su lectura, lo había logrado como siempre, cuando la imagen del azabache apareció en su mente, sonriendo, jamás había visto una sonrisa tan hermosa, jamás nadie le había sonreido así, no, ni siquiera sus padres, durante todas las clases trato de parecer concentrado,pero no era así, no podía pasar de página, seguía recordando a Stan, lo mismo en la cafeteria, decidió sentarse en otra mesa lejos de sus amigos, ahora ellos hacían mucho ruido con respecto ala declamación y él se sentía avergonzado, estaba seguro de haberlo hecho mal, no quería que se burlaran de él, observaba a Stan, no podía evitar mirarle, el azabache sonreia, pero el conocía esa sonrisa, era la misma que él ponía cuando solo quería agradar, pero sin duda Stan parecía divertirse de la forma más discreta, le escribió un mensaje de texto.

De Tweek Tweak

Hola, que te parece si hoy vamos a mi casa en lugar del escondite, después de todo no están mis padres.

El rubio observaba al azabache, noto que vio su celular y sonrió, después escribió y lo volvió a guardar, siguiendo con la conversación que tenía con Kenny.

Stanley Marsh

Muy bien, paso por ti a tu salón.

No pudo evitar sonreír, para después guardar su móvil, y seguir leyendo, ahora su concentración estaba intacta, logro avanzar página tras página, la historia lo tenía atrapado, ya no siquiera le preocupaba beber café.

Las clases terminaron y sintió la gran necesidad de salir a toda prisa, no quería hacer esperar a su cómplice, cuando salió del aula, lo vio, estaba ahí, parado solo viendo su celular.

Vamos preciosa llevo rato esperándote
Tweek hizo un puchero, aunque el apodo no le molestaba, quería saber por qué le decía así, comenzaron a caminar, rumbo a sus casilleros, Tweek comenzó a acomodar sus cosas, mientras seguía pensando en el apodo, por más que lo pensó nada le venía ala mente, cuando fue hacia dónde estaba el azabache, se acercó a este y sin pensarlo solo dijo:

¿Por que me dices preciosa?

Stan puso su mano en su barba, se quedó pensando un poco, miro al rubio a los ojos, sonrió de lado, el rubio esperaba que la respuesta del azabache le incomodara y así fue.

Ya no te pones nervioso conmigo, antes tenías tics, o tartamudeaba ahora hablas normalmente, pero cuando te digo preciosa, tu ojo comienza a entre cerrarse, por mucho que trates de disimularlo, supongo que me gusta molestarte, por eso te digo preciosa.

Tweek entendía a que se refería su acompañante, aunque trataba de parecer neutral, dentro de él, algo no estaba bien cuando, él le decía preciosa, cuando era más joven, por su complexión delgada, muchos llegaron a confundirle con una chica, llamándole preciosa por la calle, al principio le molestaba, pero viendo que no lograba nada, optó por dejarlo pasar, pero con Stan era diferente, algo pasaba dentro de él, que ni el mismo podría explicar.

BromanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora