Capítulo 2

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Me puse un gorro de lana y un par de guantes que me resguardaran del frío. Abrí la puerta y observé el silencioso pasillo, nadie estaba en su departamento a esas horas. Todas las personas, trabajadoras y exitosas acudían  a sus empleos desde temprano y hacían del piso un lugar sin vida. Aunque daba lo mismo, ya que nunca solían relacionarse con nadie. 

Llamé el elevador hasta el piso 5, escuché el tintineo que hacía al llegar y las puertas se abrieron. Antes de entrar, lo pensé dos veces, un muchacho me observaba desde el interior. Cargaba una mochila en su hombro derecho y llevaba una maleta de rodillos a su lado. Me hizo espacio e hizo una mueca. 

-¿Subes? 

-Quizás espere un poco más, gracias. 

Dejó salir una sonrisa. ¡Y qué sonrisa! Tenía una dentadura perfecta y una mueca pícara que lo hacía ver como un niño inocente. 

-No te haré nada, lo prometo. 

-En verdad, puedo esperar - insistí. 

-Bien. 

Presionó un botón y esperó a que la puerta se cerrara. Mientras, miré mi reloj de pulsera. ¡Llegaba tarde!  Y cada minuto contaba como valioso sino quería tener el peor lugar de la sala. 

-¡Subiré, subiré! 

Detuvo la puerta antes de que pudiera cerrarse. Se estrujó contra un lado y me dejó espacio para que su maleta no me molestara. 

-¿Y adónde vamos?

-No importa, puedes ir a tu piso primero. Yo bajaré luego. 

-¿Al loby, entonces?

Asentí. 

El botón se iluminó bajo su dedo e inmediatamente el elevador se puso en marcha. Esperaba que nadie más quisiera entrar en nuestro espacio, porque estaba increiblemente ajustado gracias a su equipaje. Le eché un vistazo de reojo e intenté reconocerlo; no era de aquí. Jamás lo había visto merodeando por los pasillos o el restaurante, o el loby, o la biblioteca o la cafetería. Sin duda, podría tratarse de un nuevo huésped. Aunque lo dudaba, los cupos eran limitados y muy pocas veces se les permitía vivir solos a jóvenes como él. Mucho más por su aspecto problemático; tatuajes, perforaciones, ropa gastada. Sin duda no pertenecía a la clase "alta" Y si así fuera; ¿Qué hacía en un lugar como este? 

-Tu piso - dijo, mientras la puerta se abría. 

-Gracias. 

-¿Lo ves? No soy tan malo después de todo. 

Y se perdió entre una sonrisa y el cierre de las puertas metálicas. Me acerqué al recepcionista y lo saludé como lo hacía todos los días antes de marcharme. Brandon me devolvió el saludo y se quedó con mi tarjeta magnética. 

-Tu hermano salió muy apurado esta mañana. 

-Ya sabes, viajes y excursiones diarias. Nada nuevo. 

-Dijo que registrara tus horarios y marcara tu tarjeta para sensiorarme de que no te incubra en un plan de escape. ¿Piensas escaparte ahora? 

-¡Brandon! - reí. - Sí, de hecho, llevo conmigo mucho pinceles y pinturas oleo para comenzar una mejor vida. Pero, ¿Por qué te ha dicho eso? ¿Acaso Kyle cree que intentaré fugarme de un día para el otro?

-No lo sé, parecía firme en lo que decía. Al principio creí que se trataba de una broma pero... - sacudió la cabeza. 

-Bien. Al menos, por ahora, me iré a la universidad. ¡Qué tengas un buen día, Bran!

-¡Adiós!

(...)

Corrí por el pasillo y entré al salón con prisa. No hice caso a la mirada de desaprobación de los demás , sólo me adelanté y tomé asiento frente a uno de los catres del fondo. Dejé caer la mochila con pesadez y miré el catre de madera; tenía manchas y un apoye extra para que no se derrumbara ahí mismo. Era uno de los peores. Odiaba llegar tarde, porque los mejores lugares eran ocupados por quienes llegaban primero. Ordené mi lugar de trabajo y fui a la bodega para buscar un lienzo y una bata. 

Oscura felicidad [Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora