Capítulo 31

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Cher/Punto de vista/

Me sobé los brazos con mis manos en cuanto una fría brisa me golpeó el cuerpo. Aquella pequeña habitación carecía de ventanas o cualquier otro medio que me permitiera ver el mundo exterior, sólo una puerta de hierro que se encontraba cerrada a dos lados. Noté que la corriente de aire provenía de un respiradero incrustado en la pared, justo detrás de la cama. Moví el inmueble y miré hacia el interior del mismo; oscuridad, sólo eso. Un movimiento provocó que el corte de mi espalda tirara para arder nuevamente, gemí silenciosamente y me senté para no avivarlo más. No tenía reloj, ni nada parecido, pero esperaba que fuera el amanecer. Todo un día encerrada, sin ninguna respuesta, ni explicación coherente…

Entonces escuché el rechinido de la puerta al abrirse y el cuerpo se me consumió en un temblor violento. ¿Qué es lo que vendría ahora?

Una cabellera chocolate se hizo notar de entre la penumbra de la escasa luz que había sobre mí. Oculté mi asombro, pero realmente estaba sorprendida; el tal Louis traía una caja metálica mediana entre manos. Me negué a mirarlo por más tiempo y fijé mi atisbo en la pared mohosa que tenía enfrente.

-Esperaba encontrarte dormida…

-¿Qué quieres?

-Supongo que el corte aún te duele. ¿No?

-Ese no es tu problema. Quiero estar sola.

-No te estoy preguntando. Ahora quítate la camisa y permanece sentada sobre la cama.

Clavé mi mirada en él. Esperando algo más, quizás una explicación… cualquier cosa. Sin embargo, al momento en el que avanzó más, casi hasta tocarme, intenté moverme lejos de él. El corte de mi espalda me obligó a caer de rodillas al suelo y la mano de Louis terminó sujetándome por el brazo. Aquel sutil gesto terminó con un brusco tirón que me propinó para que volviera a sentarme.

-No estoy bromeando, ¿Sí? – gritoneó frente a mi rostro. – Esto no es de mi gusto, mocosa. Me han encomendado a ti, son sólo órdenes. Espero que te acostumbres a mí, porque me verás seguido. Yo soy tu dueño y tú eres mi mascota. ¡Ahora quítate la puta camisa y siéntate!

Me quedé en silencio y me mordí la lengua para no responderle nada malo, que lo empeorara todo. Con mucha dificultad, y por supuesto, timidez; me quité la camisa y la deslicé fuera de mi cuerpo. Me recubrí el torso con mis brazos, y sentí el colchón hundirse.

-Quizás sientas un poco de dolor…

Dicho esto, presionó un algodón cargado de desinfectante. Grité en cuanto el líquido se entrometió por entre mi carne abierta.

-Ya pasará… No grites o me iré y dejaré que esto se infecte.

La parte inferior de la herida quedó totalmente recubierta de alcohol, deduje por el olor. Las manos de Louis tomaron mi sujetador, el prendedor, e intentó quitarlo. Entones me alarmé y lo detuve inmediatamente.

-El corte continúa hacia arriba, y no podré desinfectarlo totalmente sino te quito esto.

-Mejor déjalo así…

-Eres mercancía. Y la mercancía dañada no sirve de nada en este negocio, así que quédate callada y haz lo que yo digo.

Tragué en seco y dejé que continuara.  Cerré los ojos al sentirlo aflojarse y sujeté la parte delantera. Las manos de Louis me empujaron hacia adelante, para que mantuviera la cabeza baja, y luego continuó limpiándolo todo.

-¿Y qué es lo que haces? – preguntó.

Guardé silencio.

-Te he hecho una pregunta

Oscura felicidad [Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora