Narrador externo
Zayn dormía plácidamente en una de las dos camas de la habitación del hotel, mientras Harry daba vueltas sin poder cerrar los ojos. Se perdió entre el mar de recuerdos de Cher al admirar el techo color crema, escondió los brazos detrás de la cabeza e intentó reconstruir el hecho e imaginársela a ella, su rostro al descubrir la mentira que ocultaba el muchacho del que se había enamorado, las seguras lágrimas que derramó por sentirse presa de una red de mentiras y por supuesto, las esperanzas de Cher desvanecerse ante su imagen. Y la confusión, esa sensación que debió carcomerla viva en cuanto aquellos hombres la tomaron presa en su nombre. Cerró los ojos y le dio fin a la imagen, casi podía sentir que lo estaba viviendo en carne propia.
Entonces, su consciencia le echó en cara la mierda que llegó a ser por tomarla cautiva en su vida. Él sabía, muy profundamente, que algo así podía ocurrir. Sin embargo, ignorándolo todo y haciendo oídos sordos a su rutina diaria, amó a Cher. Le dio esperanzas, le dio amor, le quitó de encima el peso de sentirse sola, le cedió confianza… Y él, todo lo que le había dado, lo arrojó a la basura como un trapo viejo.
Quitó las sabanas de su cuerpo y muy silenciosamente, se escondió en el baño. Cerró la puerta con seguro para que Zayn no lo interrumpiera y colocó su teléfono sobre el lavado, a una altura perfecta para que la videocámara enfocara su rostro.
Mientras tanto, Cher degustaba un bollo dulce, un poco duro y de sabor poco apetecible. Aunque lo comía con ganas, como si esa fuera su última comida, y si lo era la disfrutaría. Se llevó un poco de agua del recipiente metálico y viejo que Louis le había dejado para acompañar su “manjar” y se limpió el resto de las migas de la ropa. Ya no vestía como el día en el que había llegado, sino que se le vistió diferente. Ahora llevaba una camiseta holgada y larga, hasta las rodillas y bajo la misma, un mini short azul de mezclilla.
Se acomodó en la cama en cuanto oyó el seguro quitarse. Louis cerró la puertas tras de él y depositó una bandeja más grande sobre la cama, luego se sentó frente a la misma y se llevó un bocado de pescado a la boca, ignorando a Cher por completo.
-Esto es una porquería. Aún no entiendo por qué Marcus no ha contratado un mejor cocinero. – dijo con la boca llena.
Cher siguió con la mirada sus movimientos, hasta que encontró a Louis viéndola con una ceja enarcada.
-No voy a darte de mi comida, niña.
-¿Qué quieres ahora? – musitó fría, más de lo que pudo en sus condiciones. Se apartó de Louis, hacia una esquina de la cama y se abrazó las piernas.
-Todos corren de aquí para allá y no puedo comer tranquilo. Y Marcus, bueno… no tiene un buen día.
-Creo que tienes problemas
Se mordió el labio en cuanto se percató de que sus pensamientos se le habían escapado en palabras. Entrelazó sus manos sobre las rodillas juntas, a la espera de un golpe o reto.
-¿Qué clase de problemas? – quiso saber, de manera calma, como si lo que Cher había dicho se tratara de un cumplido.
Pensó la mejor palabra, aunque si era necesario un golpe para que dejara de pensar de aquella forma, entonces que se lo diera. Cher dejó de lado todo el temor, quizás no todo, pero sí la mayor parte. Aflojó las piernas y recargó la espalda contra la pared despintada.
-Bipolares. – le dijo finalmente.
-¿Por qué?
Ella lo miró con un ceño fruncido, Louis dejó de comer. – Hablo de que siempre me golpeas y me dices que soy la peor zorra del mundo. Y ahora vienes y te sientas a comer conmigo, en un cuarto que huele a humedad y es más frío que un congelador. Estás enfermo…
ESTÁS LEYENDO
Oscura felicidad [Harry Styles]
أدب الهواة"El infierno puede ser divertido si estás con el demonio correcto" Dice la famosa frase. Y así era; Cher tenía un demonio. Un demonio con nombre y apellido.