Capítulo 33

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Narrador externo

Louis se entrometió en la habitación de Cher nuevamente. Ésta, se mantuvo en un rincón, en su cama, observándolo distante. Casi sintiendo todos aquellos golpes y caricias bruscas que le había propinado la noche anterior.

Él caminó hasta su cama, quitando las sábanas y tomándola del brazo. Cher lo golpeó un par de veces, sin embargo, Louis la abofeteó y la zarandeó para que se mantuviera calma.

-¡Suéltame, maldito!

-¡Cierra lo boca, mocosa! – le gritó en el rostro. – Espero que esto me lo hagas fácil, porque si no me encargaré de que lo que queda de tu estadía aquí sea el peor infierno que podrías atravesar, ¿Entendido?

-Esto ya es un infierno…

Ignoró lo que Cher dijo y abrió la puerta para sacarla del cuarto junto a él. Ella se mantuvo forcejando, pero se detuvo para observar el extenso pasillo que transitaba junto a Louis. Caminaron un par de metros más, hasta que atravesaron una puerta de madera y una clase de sala de estar la sorprendió. Una mujer que se encontraba sentada en un sillón de terciopelo, se aproximó hasta ellos y saludó a Louis con una sonrisa, y luego, se centró en Cher. La dejó libre para que la extraña dama pudiese examinarla mejor; sonrió inmediatamente.

-Es buena. – Cher frunció el ceño, aquel acento sonaba francés. Aquella mujer no tenía el inglés como lengua materna. – Ya he hablado con Marcus, dijo que puedo llevarla al vestidor. Mi nombre es Aina, por cierto.

-La dama te está hablando – susurró Louis y le propinó un empujón.

-Cher, mi nombre es Cher.

-Excelente. Acompáñame, Cher.

Aina atravesó el umbral de una puerta abierta, y Louis liberó el brazo de Cher para que la mujer se adueñara de él. Cher se encargó de observarlo todo, en busca de una salida o vía de escape que pudiese aprovechar para pedir ayuda, desgraciadamente, no había nada: ni ventanas, ni salidas de emergencia, ni ventilas amplias, nada…

-¿A dónde vamos? – se atrevió a preguntar.

-Al vestidor, a prepararte.

-¿Para qué?

Y abriendo una puerta de tronco con una llave dorada, le sonrió.

-Para el espectáculo, por supuesto.

La empujó dentro y cerró la puerta antes de que Cher pudiese reaccionar. Clavó los ojos en otra mujer, aunque mucho más joven que la tal Aina, ésta, acomodaba un perchero repleto de vestidos y trajes brillantes.

-Asiento. – le dijo.

Cher se quedó en su lugar, sólo viéndola con temor.

-Que tomes asiento. Anda, no me hagas perder el tiempo. Hay más chicas a las que debo arreglar.

La obligó a sentarse frente a un espejo iluminado por tres bombillas cálidas. No pudo creer lo que veía, cuán decrepita se encontraba su imagen. Y cuan devastada su felicidad. Tenía enormes ojeras, el cabello desordenado y desprolijo, y el toque de delineador azul que se había aplicado para asistir a la exposición, arruinado. La muchacha comenzó a limpiarle el cabello y le aplicó algunos broches para despejarlo de su rostro. La forzó a cerrar los ojos para aplicarle una exagerada máscara de maquillaje por todo el rostro: labios rojos, pestañas largas, rubor rosa, color sobre los párpados y delineado negro que sobresalía más allá de lo que acostumbraba usar. Se sorprendió al admirarse en el espejo nuevamente, esa no era ella, era una persona diferente, odiaba a esa persona. Quería que Cher, la vieja Cher, regresara a su vida normal.

Oscura felicidad [Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora