Él era una bestia adicta, su cuerpo era una perdición y cada movimiento que ejecutaba lo hacía ver cómo lo que realmente era: un alfa puro y repleto de incongruencias.
ו••×
Katsuki tragó en seco al oír las palabras, observó el rostro y sus ojos verdes estaban encendidos en una pasión muy diferente a la de esa noche especial; está vez quemaban con solo vislumbrar su color. Debía extinguir ese ardor, aunque fuera egoísta y un traidor con su hermano, aunque su padre viera todo el desastre que iba a ocasionar desde quién sabe dónde... Quería estar ahí, delante suyo y probarle a él que estaba cometiendo un error al casarse con el idiota de su hermano... Antes de inclinar su cabeza y probar una vez más sus ávidos labios, empujó a Izuku por el pasillo de la comida instantánea hasta una puerta al final del mismo, justo al armario del encargado del aseo. En una situación diferente se hubiera quejado de la débil luz ecológica que iluminaba el lugar con timidez, el penetrante olor a cloro y la falta de espacio; ahora simplemente podía ignorarlo todo. Tenía a Izuku apoyado en su pecho, con las mejillas rojas y un nerviosismo que podía sentir en cada fibra sensible de su cuerpo. Todo gracias a las feromonas que emitía y que podía entender a la perfección. Y lo mejor de todo era el nerviosismo, no era de miedo... Sino de excitación.
Con ello estaba más que pagado, y era ambicioso, aún deseaba más de él.
Una vez que cerró la puerta y se aseguró de dejarla con llave volvió a verlo, está vez fue diferente, lo tomo de sus mejillas y probó con cuidado sus labios, sin ir demasiado rápido por las comisuras. Yendo a un ritmo lento y con un movimiento elevado, asegurándose de aspirar su respiración para dejarlo con pocas opciones de escapar. Sin imaginarlo siquiera, Izuku tomó sus hombros y se apegó más a su cuerpo, cambiando el ritmo del beso y proporcionándole esa intensidad que apenas podían seguir por culpa de la falta de oxígeno. A Katsuki no le gustaba perder en ningún ámbito, el chico no ganaría el beso. Por eso tomó a Izuku de las muñecas y se las apegó a una pared sin fijarse en el desastre que su pasión estaba ocasionando en las cosas que se encontraban en el suelo, algunos insumos de limpieza se estaban derramando, daba lo mismo en ese momento, podía comprarse la tienda y comérselo a besos en el mesón del cajero si así lo deseaba.
Izuku se quejó levemente al sentir la fuerza en sus muñecas y la pared en su espalda. Estaba nervioso y no podía seguir por completo el ritmo del luchador, sus besos eran embriagantes, su cabeza daba vueltas y su respiración huía de ambos pulmones con muy pocas acciones contrarias. Para emparejar la situación mordió ligeramente su labio inferior, tomando de él un gruñido doloroso y grave... Izuku abrió los ojos y pudo observar en el rostro de Katsuki una nueva expresión, aquella que rozaba con perfección el dolor, la pasión y el nerviosismo. Todas mezcladas para formar un rostro tan admirable que el propio Midoriya detuvo el beso para apreciar su nuevo hallazgo. Su nueva cosa favorita.
—¿¡Qué pasa!?—se quejó Katsuki al verlo tomar su mentón y mirarlo con atención.
—Nada, es solo que tienes una expresión muy linda...—Katsuki apretó los dientes, frunció el ceño y sonrió de medio lado, se acercó hasta Izuku y levantó las cejas.
—Pero yo no te haré nada lindo, Deku—el Omega trató de retroceder, en ese instante era muy tarde para huir. Sus manos encerradas y los labios juguetones de Katsuki, que se habían apoderado una vez más de sus labios, eran enloquecedores, y está vez no se quedó solamente en ellos.
Le quitó la bufanda con los dientes y con sus intrépidos surcos bajó hasta su cuello, aspirando esa fragancia perfecta, besando la superficie de su piel sin perderse las variantes de su pulso, tomándose el tiempo de memorizar el palpitar que tenía su corazón cuando estaba nervioso; rápido, incansable y con un palpe fuerte. Cerró sus ojos rojos y tomó las manos de Izuku dejándolas elevadas cuando mordió ligeramente su clavícula, escuchó un gemido ahogado en su garganta, cada sonido que emitía el pequeño era perfectamente percibido por su oído. Tenía mucha suerte. Sin embargo, antes de seguir aprendiendo la textura de su piel, su celular sonó. No iba a contestar, ni en sueños. Al pasar de los segundos el sonido se tornó molesto, como una alarma a los cuatro de la mañana para ir a entrenar.
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Nuestro Secreto |Terminada|
FanfictionKatsuki Bakugō es un alfa solterón y amargado, a lo largo de sus veinticinco años nadie nunca lo ha visto con una chica o un chico, Incluso su madre ya perdió las esperanzas de convertirse en abuela. Después de la novena victoria consecutiva en su v...