|Capítulo XXIV: Tan Asustado|

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Hasta el lugar en donde no hay retorno, él fue. Con un sentimiento errado y con la seguridad de que estaba haciendo lo correcto por sus seres queridos. Era contradictorio y era su último punto de quiebre antes del nuevo resurgimiento de la venganza personificada en una nueva piel. 

ו••×

La luz nunca antes le había molestado tanto como en ese gran día frente al espejo. Veía su rostro en el reflejo y notaba las ojeras que lo tenían lamentando no haber dormido lo suficiente; tener pesadillas sobre su Omega huyendo de su lado le hacían tener un mal sabor de boca. Temblaba en ocasiones y deseaba acabar con ese sentir, con el despreciable y poco agraciado presentimiento de huida. Así como con Touya en unos cercanos minutos, se sacaría las ganas de acabar con alguien golpeándolo, era lo mejor para calmar sus ansias de sangre. Después de sonreír como un idiota ante el pensamiento, se sintió listo para salir. Fuera de toda fantasía mortífera, ahora tenía un motivo más grande para ganar la pelea y más aún, dedicársela a alguien importante en su miserable vida solitaria. Esa persona que no quería decirle sus preocupaciones a pesar del lazo... Levantó la vista y al fondo del lugar brillaba para él un cartel, mostrando la publicidad de su pelea con Todoroki, sabía que la arena de Las Vegas estaba llena por culpa de los gritos enajenados de la audiencia en la distancia. Era hora de dar la cara. Dio pasos firmes y salió de la habitación con emoción, se dio cuenta que Izuku estaba afuera. Esperándolo con su tímida expresión, aquella que era lo mejor de todo el mundo. 

—¿Qué haces aquí? Deberías estar en la habitación vip—lo regañó con una sonrisa dibujaba en el rostro.

La habitación vip era una de las más seguras del establecimiento; cómoda, confortable y resguardada por múltiples guardias entrenados para acabar con cualquier amenaza que se presentará frente a ellos. El alfa de cabellos rubios confiaba firmemente y plenamente en ellos, eran los únicos capaces que podían cuidar a su Omega mientras él estaba ocupado peleando con su aburrido contendiente. 

—Quería verte antes de que entraras a ese lugar. Sentía que era necesario—Izuku se acercó hasta él y depositó un beso casto en su mejilla. Katsuki frunció el entrecejo y tomó su muñeca, con firmeza, posando sus dedos con confianza.

—En la boca también, no seas egoísta con un beso.

Izuku sonrió con felicidad y vergüenza ante su adorable petición, se acercó hasta su amante y tocó sutilmente su cálido pecho. Palpando su respiración y rememorando su leve quejido cuando lo hacía, seguramente tenía la manos heladas, y nadie podía culparlo, hacía un frío endemoniado a las afuera del recinto y los omegas no tenían un metabolismo tan genial y ventajoso como el de los alfas, sus sistemas estaban diseñados para tener una temperatura corporal más alta, mientras que el de los omegas era diferente, de hecho eran más sensibles a la sensación del frío. Dejó de pensar en ello y se relamió los labios, dejó con confianza un beso en sus delgados labios. En medio del acto fue atrapado por sus manos, obligándolo a entregar uno más profundo y prolijo. No se hizo esperar y le regaló el beso más intenso que habían tenido en sus cortas vidas, dejando de lado las respiraciones y deseando no separarse jamás del tacto candente. Una vez que fue imposible continuar, Katsuki conectó sus frentes y observó sus maravillosos ojos. Era imposible creer que su conejito lo dejaría, era un estupidez de su parte presentirlo así. 

—Tengo que irme, desearía quedarme para hacer cosas más interesantes, pero... Esos idiotas me esperan.

—Lo entiendo—Katsuki dejó nuevamente un beso pero esta vez fue en su frente. Luego le dio la espalda, Aizawa lo estaba esperando. 

Izuku emprendió camino hasta la habitación que lo tendría resguardado hasta el final de la pelea, sin mirar atrás, no tenía tiempo de dudas ahora que las fuerzas de su alfa parecían sorprendentes e inalcanzables. Todas las piezas iban por su propio camino designado por el destino. Aún así, Katsuki antes de seguir con su andar dió media vuelta para verlo. Estaba tan jodido en ese momento, porque lo único que deseaba era correr y abrazarlo para detenerlo. Algo... Algo no estaba bien. Negó y avanzó con esa energía propia de su comportamiento impulsivo por el pasillo que lo llevaría hasta su destino. Antes de salir se encontró con su entrenador, Aizawa. Por alguna razón el paraje frente suyo era frívolo y nostálgico, entraría a un lugar para acabar con su enemigo; igual que la primera vez que conoció a Izuku. En Egipto, hace cientos de años.

Nuestro Secreto |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora