TRES III: DIÁLOGO

97 6 0
                                    



- Espera. – grité haciendo eco en el callejón. Todos se voltearon a verme alarmados y apuntando sus armas hacia mí, alce las manos.

- ¿Tú quién eres? – preguntó el hombre del bastón con mucha paciencia.

- Su hermana. – le contesté con firmeza.

- ¡Oh por Dios, Enyel vete! – me dije mi hermano en un llanto ahogado.

Hice mi camino hasta quedar frente a él. Los hombres a mi alrededor no dejaban de apuntarme con sus armas. Vi por el rabo del ojo que el hombre del bastón hizo una señal y los hombres bajaron sus armas. En ese momento deje de prestarles atención a ellos y solo podía ver a mi hermano.

- ¿En qué te has metido? – le pregunté con lágrimas en los ojos.

- No es de tu incumbencia. – me contesto con rabia. Tenía la cara llena de moretones y ensangrentada, no me importo en absoluto, saqué la mano desde atrás y lo abofeteé con todas mis fuerzas. Se quejó de dolor y luego me miró con sorpresa y angustia dibujada en sus ojos. Me di la vuelta para quedar frente al hombre del bastón.

- ¿Qué le hizo? – le pregunté sin titubear, no podía mostrarle miedo a este hombre.

- Tiene una deuda de trecientos mil dólares. – escuche un gemido ahogado detrás de mí y sabía que era de mi hermano. Cerré los ojos con fuerza.

Sin pensarlo dos veces volví a dar la vuelta y abofeteé a mi hermano. Dios me perdone, mis padres nos enseñaron que la cara no se tocaba, pero no pude contenerme. Escuche susurros y burlas a mis espaldas. Al parecer todos estaban impresionados por mi comportamiento.

- ¿ACASO ERES IDIOTA? – le grité. – ¿De dónde diablos vas a sacar ese dinero?

- Lo siento, enserio lo siento. – me decía entre sollozos.

- Tienes una familia de envidia devuelta en casa y tú haces esto. – le dije mientras apretaba los puños.

- Lo siento. – seguía diciendo.

- Señor – me dirigí al hombre del bastón.

- Señor Koslov para usted señorita. – me habló en un tono muy amable.

- Señor Koslov, sé que no hay manera de que este idiota pueda pagarle esa cantidad. ¿Hay alguna manera de solucionar esto?

- Quizás vendiendo sus órganos. – por lo que veo solo había una solución.

- Muy bien señor Koslov le tengo una propuesta.

YO ERA UN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora