DIECISÉIS XVI: IAN

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Si la casa por fuera era una obra de arte no se imaginaran por dentro. Era tan grande que me perdería sin un guía. No sé ni cuantas veces zigzagueamos por todos aquellos pasillos hasta llegar a una oficina gigantesca. En ella había muchos libros, la vista de la misma daba para un patio trasero enorme. En el mismo había una piscina gigantesca y más allá un patio con flores hermosas y un camino entre ellas que parecía dar a un jardín secreto o algo por el estilo.

- El señor Koslov vendrá en un momento. – me dijo el hombre de la cicatriz sacándome de mi encantamiento.

- Gracias. Disculpa podrías decirme tu nombre, si no es mucha molestia. – le dije al mismo tiempo que le regalaba una sonrisa amistosa, él me la devolvió.

- Soy Ian Ivanov. – me regalo una sonrisa muy amable.

- Quizás sea un poco tarde pero es un placer Ian. – al parecer Ian tenía alrededor de unos treinta y tantos de años, cabello marrón no tan oscuro, alto, de tez blanca, se notaba que se ejercitaba, era un encanto, pero a la misma vez daba algo de miedo.

- Igualmente señorita Lux.

- Por favor dime Enyel.

- Claro, Enyel.

- ¿De quién es esta casa? – creo que tenía una idea pero quería estar segura.

- Del señor Koslov. – lo sabía.

En ese momento llegó el señor Koslov. Ni siquiera en su propia casa utiliza ropa casual. O quizás haya llegado de algún lugar, pero vamos ¿Quién utiliza un gabán en su propia casa?

- Señorita Lux disculpe mi tardanza. Llega usted a tiempo y yo no estoy presente, eso deja mucho que decir.

- ¡Oh, no se preocupe!

- Muy bien señorita Lux puede tomar asiento, de esa manera hablaremos de lo que tienes que hacer.

Sin decir más él tomó asiento detrás del gran escritorio de madera pulida al fondo de la oficina. Ian cerró la puerta, pero se quedó parado en medio de ella. Al parecer esto era algo muy serio.


YO ERA UN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora