VEINTITRÉS XXIII: GOLPES

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El hombre no contestó solo lo miró con una sonrisa asquerosa. Era como si se estuviera acordando de lo que había hecho. Me dieron ganas de golpearlo para borrarle esa sonrisa. Al parecer todos los presentes en la habitación tuvieron la misma reacción. A tal punto que uno de ellos se le acercó y le pegó un puñetazo en el rostro. Eso me sorprendió un poco y me sobresalte.

- Eso no es nada amigo. – dijo el hombre sonriendo.

Ian se volvió a acercar ahora con otras fotografías. Las dejo en la mesa para que él las viera. Lo hizo, eran cinco chicas diferentes, se mordió los labios y pasó su lengua por los mismos como si de un dulce recuerdo se tratase.

- ¿Y bien, qué es lo que quieren? – preguntó de forma aburrida.

- Llegaste a este lugar y te crees que puedes hacer lo que quieras. Abusar de menores ni de chiste. Te puedes ir o abstente a las consecuencias.

- No me iré si es lo que están pensando. Además mira a esa dulce muñequita que está ahí de pie. Si quieren que me vaya de la ciudad déjenme jugar con ella un rato.

Está de más decir que aquel hombre era un completo enfermo. Escalofríos me recorrieron todo el cuerpo. <<¿Cómo podía ser posible que existieran personas así?>>, pensé. Dos de los hombres presentes lo comenzaron a golpear en el cuerpo. Al parecer no lo hacían en la cara para no dejársela marcada. Ian hizo una señal y se detuvieron, esta vez se acercó más a él.

- ¿Y bien? – le preguntó con un tono de voz cada vez más aterrador.

- Primero la chica y después me voy.

Esta vez Ian fue quien lo golpeó con coraje. Retrocedió y los otros dos hombres regresaron a golpearlo uno de ellos le dio un golpe en la cara. El hombre se puso histérico.

- ¡Maldito imbécil el rostro no! ¿Acaso no sabes que esto es lo que atrae a las chicas? – gritó molesto. – ¡Oye muñequita preciosa! – ahora me hablaba a mí. – Pidamos que nos dejen solos un momento. – me guiñó el ojo.

- Soy mayor de edad imbécil. – dije entre dientes, pero audible para todos.

- Maldita perra. Eres una de esas que se ve menor pero no lo es. Ahora sí, suéltenme, la golpearé por burlarse de mí. – estaba furioso.


YO ERA UN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora