VEINTICUATRO XXIV: SANGRE

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Todos en la habitación se le quedaron viendo como si fuera un lunático. Se retorcía en la silla porque quería golpearme. Luego de unos minutos se calmó un poco y comenzó a decir que aunque no fuera menor, me enseñaría lo que era tener a un hombre como él. Ian comenzó a hablar con él sobre tres chicas. Al parecer habían sido sus últimas tres víctimas. Eran del área y una de ellas era hija de un compañero de celda que él tuvo.

Con esta última comenzó a decir que lo había disfrutado como nunca antes. Por lo que entendía el compañero de celda estaba en contra de los pedófilos violadores al igual que todos los demás. Lo golpearon incontables veces y él por vengarse buscó a su niña de quince años y abusó de ella. Había sido solo dos semanas atrás. La niña no recordaba absolutamente nada, había despertado en su habitación, no sabía cómo había llegado a su casa. Su madre la llevó al hospital porque sentía dolor en todo el cuerpo. Ahí fue cuando se percataron que este animal hasta la había golpeado, dejándole moretones. Ella no recuerda nada porque la drogo de cierta manera que ni siquiera sabía cómo había salido del bar donde se encontró con el hombre.

Él se reía como si todo fuera un maldito chiste. A nadie en la habitación le causaba gracia lo que él decía. Seguía hablando de que no se detendría y mucho menos porque unos idiotas como nosotros lo enfrentáramos. No importaba a qué lugar fuera, haría lo mismo una y otra vez. No podía creer lo que escuchaba de aquel hombre.

La rabia me inundó, deje de escuchar. Lo único que podía ver era a aquel hombre sentado en la silla jactándose de las innumerables barbaridades que había hecho. Caminé en su dirección, al llegar a Ian, sabía que tenía una cuchilla en su parte trasera de la chaqueta, se la saque y llegue hasta aquel animal. Me miraba con rabia y burla al mismo tiempo. Sin pensarlo le dije a uno de los chicos que aguantara su cabeza, lo hizo. Comencé a escribir en su frente con la cuchilla la palabra pedófilo. Otro hombre se acercó y le tapó la boca con un paño, sabía que gritaba, pero que cosas decía, no sé, estaba sumida en un mar oscuro. Solo quería hacerlo sufrir y destruir su bonito rostro como él decía. Al terminar, sangre brotaba de su frente sin parar.


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