VEINTINUEVE XXIX: MR. MIYAGI

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En los días siguientes seguíamos la misma rutina. Ian me levantaba sumamente temprano en la mañana para que hiciera estiramientos primero y luego entrar al entrenamiento fuerte. Comenzaba a notar rápidamente los cambios en mi cuerpo. Realmente me hacía falta ejercitarme. Aunque al principio llegué a marearme y hasta vomitar varias veces, ya ese no era el caso. Las cosas comenzaban a cambiar bastante.

Ian siempre estaba de entrenador, cada día había un chico diferente ayudándolo, de esa manera iba conociéndolos a todos poco a poco. Mayormente los que se pasaban en la casa protegiéndola o los que iban y venían para traer y llevarse cosas o algunos que iban a reportarse. Hasta ahora con todos los que había entrenado eran de mi agrado. En medio del entrenamiento me enseñaban cosas básicas de defensa. Esquivar alguno que otro golpe, rodar por el suelo evitando lesionarme, contraatacar. Algunas veces luego del entrenamiento Ian me hacía lavar los autos. Me parece que el encera y quita la cera lo aprendió de Mr. Miyagi, realmente funciona.

En algunas ocasiones si había dejado aunque fuera una parte sucia del auto me hacía lavarlo desde el principio, lo maldecía un millón de veces. Siempre lavaba mi carrito, pero vamos, es super pequeño, se lava rápido y el color no es complicado, pero todos estos autos negros, sí se ven bellos, pero es todo un problema el color. Una anotación mental que hice, nunca compres un auto negro, vas a gastar tu vida entera lavándolo si eres perfeccionista, porque cualquier bobada hace que se manche.

Había terminado con mi rutina diaria, entre a mi cuarto para bañarme, sí, tenía un baño incluido. Me miré en el espejo, aquella mujer que allí se reflejaba era otra, a parte de los cambios en el cuerpo y los moretones que se observaban por todas partes, había cambiado. Ya no era la misma chica envuelta en mi mundo de felicidad y tranquilidad. Me bañe con el agua sumamente caliente para relajar los músculos. Salí del baño con solo la ropa interior puesta, estaba tan agotada que había dejado la ropa encima de la cama, era algo que no acostumbraba.

Por el rabillo del ojo noté una sombra que se acercaba rápidamente hacia mí. Reaccioné moviéndome para atrás al ver un movimiento de manos dirigiéndose a mí, todo fue sumamente rápido, pero podía verlo. La mano que ya hacía estirada frente a mi rostro tenía un cuchillo en ella. Estiré los brazos propinándole un golpe directo en la muñeca, el cuchillo salió volando por los aires, me gire y sin pensarlo golpee a la persona que estaba frente a mí. Fue un golpe directo al rostro, titubeo, yo iba en marcha para seguir atacándolo cuando lo escuche hablar.

- ¡Para soy yo! – lo miré fijamente con el puño a medio camino, era Ian.

- ¿Estas loco? – le dije sumamente molesta.

- Tengo que probar si estás alerta. ¡Demonios no pensé que reaccionarias así! ¡Vaya niña, eres mejor de lo que pensé, has superado mis expectativas! ¡Oh vaya¡ Disculpa, no espere que salieras en poca ropa. – al percatarme de lo que decía me enoje más.

- ¡FUERA DEL CUARTO! – se fue rápidamente riendo, tal parece la técnica de Mr. Miyagi es excelente, porque el movimiento que hice fue parecido al de encerar y quitar la cera, a la verdad que esto es todo una locura.

YO ERA UN ANGELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora