Noté como su mirada me atravesaba tras su capucha. Solo veía una parte de sus ojos miel, su nariz y su boca. Su última facción me distraía. El pensamiento de estar en su casa, a solas, con un desconocido y que pudiese matarme allí mismo se sentía pertubador y peligroso. Él era peligroso. Me lanzó una sonrisa juguetona y su voz me trajo de nuevo a la realidad.
-¿Crees que podrás formular alguna pregunta antes de medianoche? –susurró con diversión.
-¿Cómo sabes mi nombre? —espeté. Había venido por respuestas y me marcharía con ellas.
-Porque lo sé.
-¿Y cómo lo sabes? No te conozco.
-Pero yo a ti sí.
Puse los ojos en blanco. Sus respuestas simples no me decían nada. Opté por otra pregunta.
-¿Eres el chico de mis sueños?
-Posiblemente –respondió con una sonrisa traviesa. Capté el segundo sentido de mi pregunta tarde.
- ¿Es esto un sueño? —Él negó con la cabeza—. ¿Y por qué te veo?
-Porque soy real.
Nada tenía sentido y mi cabeza daba vueltas. Sus respuestas eran cortas y neutras, no sabía si mentía, decía la verdad o se burlaba de mí. Pero por alguna razón, estaba segura que Axel era el chico del sueño.
-¿Debería tenerte... miedo?
-Puede.
-¿Me quieres matar? —pregunté sin control ninguno en mis palabras. Axel tardó más de un minuto en responderme. Un minuto silencioso, en el que cada segundo me arrepentía por no haber cerrado la boca.
-Yo al menos no.
Me puse pálida. «Yo al menos no». No sabía qué significaba eso, ¿me quieren matar realmente? El vello se me erizó y tragué saliva. No, seguro que se estaba burlando de mí. ¡Yo no había hecho nada! Una imagen de un cuerpo pálido tendido en el suelo se cruzó por mi mente y temblé. El mío.
-En mi primer sueño me hablaste de ellos. —Hice un gesto de comillas con los dedos—. ¿A quién te referías? Son ellos..., ¿los que me quieren matar?
Alejó su mirada de la mía y la mantuvo en la pared. Parecía que debatía en su mente entre contármelo o no y yo deseaba que lo hiciese. «¡Cuéntamelo, cuéntamelo!», le rogué en mis pensamientos. Y parece que funcionó.
-Se hacen llamar Atrapasueños —dijo por fin. Y esperé a que continuase—. Buscan a víctimas, como tú ahora, y controlan su mente a través de sueños hasta conseguir lo que quieren.
-¿Qué? ¿Cómo van a controlar la mente de una persona? ¡Es una locura! —Él no dijo nada, por lo que interpreté que no era imposible. Mi mente daba más vueltas—. ¿Qué es lo que quieren de mí?
-No lo sé, pero lo averiguaré.
Fruncí el ceño. Algo no encajaba aquí.
-Y tú, ¿qué pintas en todo esto? ¿Eres uno de ellos? —pregunté horrorizada.
-No. Yo soy quién te está protegiendo de ellos. Eres una chica vulnerable.
-No necesito protección. —Ignoré su último comentario.
Axel rió entre dientes.
-Olvidaba tu increíble arma contra osos.
Se refería a mi jarrón.
-Igualmente no me pueden hacer daño, es un sueño. Cuando despierte, es como si no hubiese pasado nada.
-Sí que pueden, por eso siguen haciéndolo. El sueño no es real, pero las heridas sí. —No tenía suficiente con afrontar la vida real, sino que ahora debía también superar mis sueños. Lo peor era que todo parecía tan irreal que me costaba creérmelo—. Están consiguiendo hacerse más fuertes, creando un espacio temporal no solo en sueños, si no en cualquier momento que les venga bien. Y depende dónde estés, el espacio se creará de determinada forma.