Capítulo 26.

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La moto frenó de golpe provocando que mi cuerpo se impulsase hacia adelante y chocase contra la espalda de Axel. Eso me recordó que esta mañana hacía tanta calor que me obligué a levantarme si no quería derretirme allí mismo. La culpa fue de su cuerpo que estaba enredado en el mío. «Vaya calor, podría estar ardiendo y no estaría mucho más caliente que ahora», le había soltado en cuanto intenté apartarlo. Pero él solo se limitó a decirme: «No es algo muy extraño estando cerca de mí». Y a continuación hizo un movimiento que me tiró al suelo.  No tenía bastante con la herida del cristal en mi pierna como para que ahora tuviese dolor de brazo. A partir de este momento debería salir con coderas, rodilleras y un casco en la cabeza para prevenir más golpes inoportunos. Esperé de su parte una disculpa, algo sensible después de que me hubiese confesado que le gustaba. Mi corazón latía con velocidad solo de recordar ese momento. Pero, lo único que recibí de él fue una carcajada.

Me bajé de la Yamaha con cuidado y desenredé mi cabello con los dedos. Axel se quitó el casco después de mí y sacudió su cabeza, revolviendo aún más su melena alborotada, para luego darme un primer plano de su rostro.

-Siento lo de tu coche.

-Soy más de motos de todas formas. —Se encogió de hombros mientras lo decía y me agarró de la muñeca entretanto me acercaba cerca del asiento—. ¿Qué tal está tu brazo?

-Dolorido y enfadado contigo.

-¿Tu brazo está enfadado conmigo?

Sonaba estúpido y tenía actitud de niña pequeña, pero no me importó. Su tono de humor al realizar esa pregunta casi me hace reír.

-Me tiraste al suelo y este se llevó la peor parte. Encima no le pediste perdón.

Sus ojos me observaban con una media sonrisa en el rostro, aguantándose las ganas de reírse de mí. Estuvo unos segundos sopesando la idea de que seguramente me había vuelto loca antes de hablar no muy confiado. Su respuesta parecía más una pregunta que una afirmación.

-Lo siento brazo de Noah.

-Eso no vale, me voy a casa.

Di media vuelta para llegar hacia la puerta, pero antes de echar a andar me jaló de nuevo hacia él. Tropecé con mis propios pies y me agarré a sus hombros para evitar otra caída. Mi cara se encontraba a menos de 10 centímetros de la suya y me aparté con velocidad.

-Está bien, no huyas, ¿me das otra oportunidad? —Elevó las cejas aún sin borrar la sonrisa de sus labios. Elevé mi dedo índice enfrente suya y Axel volvió a hablar—. Siento que tengas que pasar por tanto dolor por mi culpa.

Me sostuvo la mirada y por alguna razón creí notar un segundo sentido a sus palabras. Después de eso, depositó un pequeño beso en la parte dolorida de mi brazo, para luego subir hasta la comisura de mi boca y dejar otro con lentitud. Tan cerca y a la vez tan lejos. Las mariposas revolotearon en mi estómago, chocándose contra las paredes repetidas veces, provocando un hormigueo en mi pecho. Aunque se sentía más como una estampida de animales. Mi propio zoo creado por Axel Rod. Esperé con los ojos cerrados a que su boca chocase contra la mía, pero nunca llegó. Abrí los ojos y liberé el labio que habían atrapado mis dientes sin darme cuenta. Me miró divertido, exactamente no había cambiado esa expresión de su cara desde que le dije que mi brazo estaba enfadado con él.

-¿Ansiosa? —preguntó junto a mi boca y mi corazón saltó en respuesta.

No respondí y cerré los ojos mientras que el colaba un mechón de cabello detrás de mi oreja. Por su puesto que estaba ansiosa. Quería que me besara y que ese fuese nuestro nuevo método de respirar para así no tener que parar.

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⏰ Última actualización: Jan 18, 2015 ⏰

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