Capítulo 10.

2.9K 76 24
                                    

Desperté desorientada. Me encontraba tirada en una habitación estrecha. Las paredes eran de color blanco. Solo tenía una cama pequeña y una bandeja en el suelo que contenía un vaso con agua. Me sentía aturdida, asustada y vulnerable en este lugar. No recordaba nada. Noté la boca seca y alargué mi mano hacia el vaso, pero el dolor que producía ese gesto hizo que frenase. Mis manos estaban atadas por una cuerda la cual no estaba nada floja. Intenté quitármelas aunque no se movían ni un milímetro. Paré en cuanto mis muñecas ardían de dolor. La marca de la cuerda había quedado en ellas seguramente. No sé cuantas veces lo hice pero supe que ya no podía soportarlo más. Miré a mis pies, al menos ellos estaban libres. Me levanté como pude, y caminé hasta la puerta. La golpeé con los brazos y grité. Volví a hacerlo numerosas veces con la intención de que alguien me oyese. Pero si lo hiciesen... ¿traería alguna consecuencia buena? Una idea rebotó en mi mente y la retuve. La puerta chirrió y al instante se abrió. Caí al suelo y observé con detenimiento a la persona que estaba en frente mío. Era un hombre, alto y fuerte. Una cicatriz destacaba en él, le conocía. « Los Atrapasueños. He sido capturada por ellos. », pensé. Su cara no expresaba ningún sentimiento, no sabía si me quería matar allí mismo o soltarme. Habló a los pocos segundos. 

-De haber sabido que despierta armarías tantos gritos, te habría enterrado bajo tierra.

-Necesito ir al baño. – Susurré aún sin estar segura de lo que iba a hacer. 

-¿Qué ha dicho la princesita?  

¿Princesita? No podría haber cogido un apodo más ridículo.

-Que necesito ir al baño. Por si no lo sabías, yo también necesito hacer mis necesidades como tú, grandullón. – Dije de mala gana.

-Pues mi necesidad ahora es que cierres el pico. 

Y después de decir eso, se marchó cerrando la puerta detrás de él. ¿Mi plan había fracasado? No, no podía quedarme aquí. Me levanté y volví a aporrear la puerta gritando. No pasaron ni tres segundos cuando abrió la puerta y me sacó allí a empujones. 

-¿A dónde me llevas? ¿Al baño?

-Sí, ahora cállate y camina. 

Recibí otro empujón.

-¿Entraré yo sola no? Necesito al menos intimidad ahí. 

-Sí. – Contestó molesto. 

-¿Y me quitarás la cuerda, no?

-Sí,te la quitaré. Pero si tardas más de lo que deberías, te sacaré de ahí. Y no me importará que estés haciendo.

En cuanto estuve dentro del baño completamente libre, puse en marcha mi plan. Busqué con la mirada una escapatoria. Y ahí estaba, una ventana estrecha que conducía directamente a la calle. « Tú puedes Noah, esto es pan comido. », me dije para mis adentros y sonreí. Apoyé mi pie derecho en el lavabo y me impulsé con el izquierdo para atrapar con agilidad el cierre de la ventana. Lo abrí y me deslicé con dificultad por ella. Necesitaba perder unos kilos de más, o quizás recomendarles que se comprasen ventanas más grandes. Realmente no creí que escapar fuese tan fácil. Una vez fuera, me di cuenta que ya estaba amaneciendo. ¿Cuánto tiempo había permanecido allí dentro? Por intuición, toqué mi hombro izquierdo y recordé la aguja introduciéndose en mi piel. Habían hecho que me durmiese. ¿Pero qué ganaban con tenerme retenida? Me querían matar, ¿por qué no lo habían hecho ya? Tramaban algo, y necesitaba descubrir el qué. 

-¿A dónde ibas tan rápido, princesita? 

Solo por haberme llamado así, ya sabía quién era. Me giré de golpe y le encaré. 

AtrapasueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora