Capítulo 17.

717 65 42
                                    

Al día siguiente, había logrado acabar el trabajo con Amy y me sorprendí a mi misma respondiendo correctamente una de las preguntas del profesor Murray; quizás, consiga aprobar su asignatura. Eso haría de mi próximo verano, el mejor de todos.  

Axel se marchó anoche minutos después de comprobar que estaba en lo cierto: no solo me están atacando a mi. Pero..., ¿por qué querrían guardar líquido para más veces? Lo que suelen hacer es utilizar uno de golpe por víctima, no ir guardándolo. Y es más, ¿a quién atacarían? De todas formas, ya no podían darle más líquido a quien sea, porque ese líquido lo tenía en mi posesión ahora.

Estaba tumbada en mi cama contemplando el color blanco del techo hasta que mi vista se clavó en la estantería con un gran hueco en la pared detrás suya. Tenía que hablar con Axel sobre los dibujos y preguntarle si él sabía sobre ello. ¿Por qué me aterraba tanto? ¿Por qué tengo tantas preguntas y tan pocas respuestas? Mi vida era normal antes de todo esto. Pasaba desapercibida y me gustaba no llamar la atención, ahora, vaya donde vaya tengo que estar pendiente si con quien hablo me quiere proteger o casualmente asesinarme controlando mi mente. Es más, que alguien controle tu mente y no solo seas tú, suena irreal. ¿Y si todo es un sueño realmente? Me estaba volviendo loca, lo habían conseguido –si realmente existían– y ahora debería plantearme visitar a la amiga de la madre de Amy. Agarré la almohada y me tapé con ella la cara. Lancé un gruñido hasta que sonó mi móvil y lo descolgué sin mirar la pantalla. 

 -Lo siento. 

 -¿Te has dado cuenta de que siempre estás disculpándote? 

 -Lo siento. –Volvió a decir y no pude reprimir una risita, ni él tampoco–. Te has reído por primera vez conmigo.  

-Te volviste a ir sin contarme nada, Nathan. Estoy cansada de eso, ¿por qué me llamaste? 

-Para pedirte disculpas, creo que es obvio.  

-¿Y no me quieres decir algo menos habitual en ti? 

-¿Cómo qué?  

-Como por que te tendría que odiar... 

Silencio.  

-Oye, no quiero que lo hagas. Y si te lo digo, lo harás. 

-Nathan, por favor, no me enfadaré. 

-Sí, lo harás. No querrás dirigirme la palabra nunca más. Pero... 

-Pero... –insistí y el silencio volvió por segundos.  

-Pero te lo contaré. Soy un egoísta, no quiero que te enfades conmigo porque eres la única que me habla. Sé que desconfías de mi porque he traicionado, pero ya no soy así, aunque no me creas. Intento cambiar, pero sé, que mi pasado será mi sombra y siempre estará conmigo. Te lo contaré porque ya no depende de que me quede solitario, lo he estado parte de mi vida y no es justo que por un capricho mío tú te quedes sin saber la verdad. Te lo contaré todo Noah, te pertenece ese trozo de sinceridad. 

-Gracias Nathan. ¿Cuándo nos encontraremos? 

-Mañana, en el bar de Ara.  

-Eso está en la otra punta de Marway. 

-Pasaré por ti, buenas noches Noah –dijo antes de colgar. 

Iba a saber la verdad e iba a odiar a Nathan, ¿qué tan malo habrá hecho para que sepa que lo odiaré? No me hizo nada, traicionó a los suyos y nos conocemos desde hace poco. No sé si aguantaré con esta intriga hasta mañana.  

Me metí el ultimo bocado de pasta en la boca y llevé el plato hasta el fregadero. Mi madre había decidido cambiar el turno y trabajar por la noche en la oficina, por lo cual estaba sola y me tuve que preparar la cena yo misma. Ya estaba acostumbrada. Desde que mi padre se había marchado, los años siguientes eran así. Los primeros como tan solo tenía diez años, trabajaba de día. Ahora, que casi tengo dieciocho, trabaja por la noche porque me puedo cuidar sola. Podría decirse que mi madre era un búho: dormía por la mañana y salía por la noche. Me había planteado buscarme un trabajo en el verano, así ayudaba a mi madre a traer dinero a casa y ahorraba para mi próximo vehículo. Sobre todo para lo segundo. 

AtrapasueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora