El agua traspasó la tela de mi ropa e hizo que abriese los ojos. Había llovido y el suelo estaba lleno de charcos. Las farolas me dejaban ver dónde me encontraba. Estaba en un callejón, en el callejón de mi primer sueño. Y eso significaba... que venían a por mi de nuevo. Pero esta vez no estaba sola, en la otra pared había una anciana. Tenía el cabello largo y grasiento, como si no se hubiese dado una ducha en más de dos semanas. Sus ojos eran de color gris y cuando me miraron sentí como me atravesaban. Me indicó con el dedo índice que me acercase a ella, pero yo me quedé quieta. Estaba en mi casa, con Axel, a salvo. Pero luego se marchó...y no llego a acordarme del resto. ¿Llegué a irme a dormir? ¿O es esto un espacio temporal? Sea lo que sea, debía encontrarme fuerte, no me podía pasar nada malo porque Axel recurriría a salvarme. Él es mi guardián o al menos eso dice él. Apreté los ojos ante el recuerdo. Me había dejado llevar por él esta noche. De no ser por la llamada de mi madre, sabrá Dios que hubiera pasado si no la hubiese tenido. La anciana volvió a indicarme que me acercase a ella y sin más remedio lo hice.
-¿Eres tú Noah Grace? – Dijo en un bajo susurro.
-Sí. ¿Cómo lo sabe? – Mantuvimos nuestra conversación en susurros.
-Oh,niña. Es un milagro que sigas viva después de todo. ¿Cómo has escapado...de ellos? ¿Te asignaron un guardián?
-Sí, bueno... ¿Cómo sabe esto? ¿Es usted una guardiana?
Ella negó levemente con la cabeza.
-No querida y menos mal. Soy una simple vagabunda.
-¿Y qué hace en mi sueño?
-Estoy aquí para ayudarte a escapar. No tenemos mucho tiempo antes de que aparezcan.
-¿Y a usted no le harán nada?
-No. A quien quieren es a ti. Ahora si quieres escapar, encuentra la salida de este callejón, gira a la izquierda y encontrarás una puerta, ábrela y busca una libreta azul. No dejes que controlen tu mente. Oh, los siento. Vienen hacia aquí.
-¿Qué haré con la libreta? ¿Y cómo escapo después? – Mi corazón empezó a latir rápido.
Se tapó las orejas y apretó fuerte los ojos.
-¡Los siento muy cerca! ¡Están viniendo! ¡Corre niña, corre!
Me levanté con agilidad y me quedé quieta. El miedo recorrió mi espalda y entonces supe que estaban cerca, más cerca de lo que me llegaba a imaginar. Miré a la anciana, pero ya no estaba allí. Solo escuchaba pasos que se acercaban con rapidez. Corrí por el callejón buscando la salida. La primera vez que vine no la encontré y por ello el lobo casi me atrapa. Pero ahora me siento más fuerte y no dejaré que me atrapen. No tan fácil. Encontré la salida del callejón, la tapaba una valla de alambre y pensé que no tenía escapatoria. Mi mente la sentía bloqueada, ellos lo hacían. Pero como me dijo la anciana, no dejaré que lo hagan. «Trépala», pensé. Y lo hice. Mis pies escalaron la valla hasta el final y salté. Mis manos chocaron contra el duro asfalto. Me di un segundo para respirar y asimilar el dolor. Pero la valla tenía movimiento y sabía que estaban ahí. Corrí hacia la izquierda y encontré la puerta. Era de color gris, estaba arañada y tenía sangre. Lancé un suspiro y giré el pomo.
No tenía mucho tiempo para encontrar aquella libreta.
La habitación estaba oscura, no podía encender la luz o me atraparían. Busqué a ciegas y me encontré con lo que podía ser un escritorio. Rebusqué en los cajones y un líquido fluorescente llamó mi atención. No sabía de que era ni que hacia allí, tan solo lo usé para buscar la libreta. En el tercer cajón la encontré. No eché ni un vistazo cuando la luz que provenía de la puerta fue tapada por una sombra. Me habían descubierto. Guardé la libreta y el líquido en mi espalda sujetándola con el inicio del pantalón. La sombra se desplazó hacia mi. Salí corriendo de la habitación, rezando por que nadie estuviese en la calle esperándome. Pero no lo había. Corrí hasta el final de la calle que dio paso hacia un bosque. Las ramas de los árboles arañaban mis manos, pero no me detuve. Llegué hasta un acantilado y suspiré. Mi corazón latía rápido, muy rápido. Unos pasos se escucharon detrás mía. Giré y me encontré a la anciana. Vino hacia mi.
