Capítulo 2

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Hoy llegaba a Portland, tenía que hablar con Ana, quería contarle mi pasado, no quería ocultarle nada. Estaba confirmado, me había enamorado de mi amiga, mi única amiga. Estaba ansioso, quería verla y eso que la última vez que la vi fue la semana pasada.

Le mande un mensaje diciéndole que ya estaba cerca. Ella me respondió al instante.

Nos vemos en el lugar de siempre. J

Psdt: Espero mis chocolates. <3

Me reí, ella y los chocolates, siempre que llegaba, ella ni siquiera me saludaba, de frente preguntaba por sus amados chocolates. Cuando se los daba recién me decía "Hola Chris".

Llegue al hotel de siempre, en la suite, me quite el traje y me puse ropa casual. Menos mal hoy no tenía reuniones. Salí del hotel y camine a mi punto de encuentro.

— ¡Christian!—un pequeño cuerpo caliente se estrelló con el mío, reí por su entusiasmo. Solo dejaba que ella me tocara o me abrazara, con ella por arte de magia mis miedos y demonios desaparecían.

—Veo que me has extrañado.

—Claro bobo, si no quien me traerá mis chocolates—sus ojitos brillaron.

—Solo me quiere por los chocolates. Maldito sea el día en el que te invite ese pedazo—gruñí. Ella estallo en risas.

—No solo por eso Grey. Entonces con quien me quejare de los profesores o la mala comida de la universidad, si no es contigo—me guiño un ojo.

—Puede que tengas razón, pero igual, me siento reemplazado por el chocolate.

—No seas tonto, a ambos los quiero por igual—dijo sonriendo. Me quiere, mi Ana me quiere.

No te hagas ilusiones Grey, puede que solo te quiera como amigo. Maldito subconsciente, cierra la boca Jajajaja, te mandaran a friendzone.

Tal vez mi subconsciente tenga razón, pero nada pierdo con decirle lo que siento por ella, o bueno...lo que comienzo a sentir.

—Si lo dices así, te perdono.

—Lo sabía—me dio uno de sus típicos y fugases besos en la mejilla.

Nos sentamos en la mesa de siempre a conversar, me conto como le iba en la universidad, sus clases, exámenes, su gran sueño, ser un gran editora. Me pregunto cómo funde mi empresa, ella escuchaba con atención y me miraba con admiración. Eso me hacía adorarla aún más, si es que eso era posible.

Era el momento de contarle mi pasado, pague lo que comimos, lo de siempre. Su té, mi café con leche, el pastel de chocolate y mi muffin de arándanos.

Caminamos en dirección a un parque, que a estas horas estaba vacío. Era hora de la verdad. Nos sentamos debajo de un árbol grande.

—Tengo que contarte algo.

— ¿Qué? ¿Eres gay?—pregunto inocentemente, eso me ayudo a olvidar los nervios y soltar una gran risa.

—No, Anastasia, no soy gay.

—Ow, yo quería tener un amigo gay—eso me hizo reír aún más.

—Concéntrate Anastasia.

—Ok, ok, me calmo.

— ¿Recuerdas que te dije que soy adoptado?

—Algo así. Al punto Grey—dijo impaciente.

—Pues...los Grey me adoptaron cuando tenía 4 años. Grace, mi madre, fue la que me encontró en el hospital de Michigan, ese fue el lugar al que me llevaron cuando me encontraron en un cuarto junto con el cadáver de...de mi madre biológica—susurre, ella abrió los ojos como platos, se tapó la boca con las manos.

—Ella era prostituta...vivíamos en un cuarto mal oliente, siempre había un hombre en casa, ella siempre andaba drogada. Su proxeneta usaba mi pecho y espalda...como cenicero. Dolía y mucho, por eso no me gusta que me toquen.

—Pero...pero...a mí me dejas abrazarte—se acercó un poco, tenía los ojos llorosos.

—Lo sé, contigo no tengo miedo, sé que no me harás daño. Desde ahí tuve problemas para relacionarme con los demás, era muy callado, no dejaba que nadie me toque a excepción de mi hermanita. Cuando cumplí 15 años, era el típico adolecente rebelde, me habían expulsado de varias escuelas, por constantes peleas. Un día mi madre me mando a trabajar con una de sus amigas. Estaba realizando unas remodelaciones, a mí me toco limpiar los escombros. Hacía mucho calor y yo estaba sudando, ella me acerco un vaso de refresco y cuando estaba a punto de beberlo ella me beso, luego se separan me dio una bofetada y me volvió a besar—el rostro de Ana se puso rojo, un rojo furioso. Parecía enojada.

—Luego de eso...no sé cómo decirte esto, es muy fuerte. Estuve con ella, pero tenía unos gustos exóticos ¿Has escuchado sobre el BSDM?—susurre.

—Si...No...No me digas que tu...—tartamudeo.

—Si Ana, estuve en ese mundo durante cuatro años.

—No...no.

—Déjame terminar, cuando cumplí 18 tuve la dicha de ingresar a Harvard, realmente yo no quería entrar a la universidad, quería abrir mi empresa. Fui por un año, pero lo deje. Le pedí ayuda a mi padre para que pudiera abrir mi empresa, el me lo negó. Estaba en todo su derecho, había dejado la universidad. Fue Elena la que me ayudo, me dio cien mil dólares, con eso pude comenzar mi negocio. A los 21 mi empresa ya estaba formada, con mi corta edad, me ubique en uno de los puestos de los empresarios más influyentes de Seattle.

>>Para el mundo era Christian Grey, el genio de los negocios, pero nadie sabía mi vida personal, era mejor así. En ese entonces era un Amo, tenía sumisas. Fui un verdadero estúpido.

Ana estaba llorando frente a mí, no me miraba, pero por lo menos seguía conmigo. Creo que eso es una buena señal.

— ¿Para eso te acercaste a mí? ¿Para que sea tu...?—dijo temblando.

— ¡Claro que no! Ni si quiera se me paso por la cabeza.

— ¿Entonces?—limpio sus lágrimas con la manga de su polera.

—No lo sé, el día que nos conocimos fue extraño. Es como si nunca hubiera visto con claridad. Desde que llegaste, cambiaste mi mundo Ana—tome sus manos y la jale.

— ¿Qué?—me veía curiosa.

—Lo que quiero decir es que...Creo que me enamore de mi amiga—el nerviosismo se hizo presente. Y creo que hasta me puse rojo.

— ¿Ah? Ósea que...

—Si Ana, me gustas y creo que fue desde ese día, es imposible no quererte Ana—la abrase con todas mis fuerzas.

—Yo...yo no sé qué decir—se quedó apegada a mí.

—Solo respóndeme una cosa... ¿Me quieres?

—Si Christian, te quiero—me dio un suave beso en la mejilla.

—Con eso me basta...Por ahora.

Enamorado de mi &quot;Amiga&quot;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora