Dos años después:
Ya pasaron dos años desde aquel día. Decir que fueron los mejores años de mi vida es poco, no había palabras para describir lo que sentía y siento. Ana, esa preciosa mujer que se convirtió en mi novia, esa estudiante de literatura que me enamoro con sus frases de libros, esa niña que esperaba pacientemente por verme cada semana. Mi Ana.
Nadie sabía de nuestra relación, eso quedo claro por muto acuerdo. Según Ana, no quería ganarse el odio de sus "amigas" por estar conmigo. Y bueno yo, por protegerla de la prensa, para ellos supuestamente yo soy "gay". Era mejor mantenerlo así. Pero eso solo será hasta que Ana se gradué.
Ahora con mayor frecuencia viajaba para ver a Ana, si era posible todas las semanas, aunque sea unas horas, pero la podía ver. A veces ella también iba Seattle y se quedaba en mi casa, ahí hacíamos tonterías: Veíamos películas, ella cocinaba postres, la verdad es que eran deliciosos. Se metía a mi biblioteca y se quedaba ahí, sentaba en el sillón leyendo algún libro de Tomas Hardy o de la señorita Austen.
Cada seis meses nos tomamos unas vacaciones y desaparecimos de Seattle y Portland por toda una semana. Íbamos a Aspen, a la casa que tengo ahí. Ella estaba feliz. Con la nieve o con el sol. Somos felices.
Hoy es sábado, estoy en mi departamento, en mi despacho para ser precisos y Ana esta en mi habitación, supongo que durmiendo. Digamos que la agote demasiado. Mi teléfono vibro, era un mensaje de ¿Ana?
Alerta roja Christian!
¿Que se supone que significa eso? Salí de mi despacho y entre a mi habitación, la cama estaba vacía pero la puerta del baño estaba abierta.
— ¡Ag! Duele—la voz de Ana era débil. Mi corazón comenzó a latir rápido, tenía miedo. Camine hasta el baño y sentí como mi mundo se derrumbaba. Ana sentada en el suelo, con sangre alrededor.
— ¿Ana? ¿Qué te paso? ¿Ana responde?—me acerque con cuidado.
—Me bajo, cólicos Christian, cólicos. Y se me acabaron los tampones ¡Ayuda!—grito Ana, puso una mano en su estómago y lo apretó—No te quedes ahí ¡Ayúdame!—parecía querer llorar.
—Si...si...perdón—le ayude a levantarse— ¿Quieres darte un baño?—le pregunte.
—Si eso ayuda—susurro.
Abrí la llave de agua caliente y espere a que se llenara la bañera, le quite su polo de pijama y la ropa interior, la levante y le ayude a meterse en la tina. Soltó un suspiro.
—Es de mucha ayuda—se veía cansada, no quiero saber cómo dolerá eso.
— ¿Qué dijiste que necesitabas?—dije despacio.
—Mm...creo que tampones—se puso roja.
—Bien...escucha, relájate. Yo iré a comprar esas cosas ¿Ok?—le di un beso en la frente.
— ¿Se...seguro?
—Sí, no te preocupes, regreso en menos de 15 minutos, solo quédate acá.
Ella asintió y se acomodó, cerró los ojos y suspiro. Salí del baño, me cambie la ropa mojada, tome mi billetera y teléfono.
Entre ascensor, menos mal había una farmacia por acá cerca, no me iba a demorar tanto, no quería dejarla tanto tiempo sola. Ya afuera de la Escala camine lo más rápido que pude, cuando divise la farmacia no dude en entrar.
Estaba casi vacía, solo había una señora con un bebe en brazos y una pareja de abuelitos. Me pregunto si algún día Ana y yo, estaremos así. Juntos, con nuestros cabellos blancos y arruguitas por todo el rostro.
Camine por el pasillo en donde habían cosas para mujeres, buscando lo que Ana me dijo: Tampones.
Haber, perfumes, cremas, shampoo, toallas, tampones ¡Bingo! Estaba por tomar la cajita negra, cuando me di cuenta que habían más de 10 cajas de la misma cosa, todas con una cosa en especial. Y ahora ¿Cuál se supone que usa Ana?
Al final termine llevando uno de cada uno, ya no tenía tiempo de escoger. Pague, la cajera me miraba raro, no todos los días viene un hombre a comprar cajas de tampones.
Salí de la farmacia y corrí de vuelta a la Escala. Puerta principal, ascensor, escaleras, puerta de mi habitación, baño. Ana seguía ahí, parecía dormida.
—Cariño...ya regrese—la sacudí un poco. Ella abrió un ojo y me dio una sonrisa.
—Qué bueno...—susurro volviendo a cerrar su ojo.
—Traje lo que me pediste—le pase la bolsa.
— ¿Diez? No crees que exageraste un poquitito—me miraba curiosa.
—No me mires así, nunca he ido a comprar esas cosas, no sabía cuál traerte—levante mis manos.
—Okay Chris. ¿Puedes salir? Quiero enjuagarme e irme a dormir—Ana bostezo.
— ¿No necesitas ayuda?
—Estaré bien, solo por favor pásame un polo y mi ropa interior—se levantó con cuidado.
—Ok—deje a Ana en el baño mientras se bañaba, me metí al armario y comencé a buscar entre su ropa que dejaba ahí cuando venía a visitarme. No encontré nada suelto, todas se veian muy incomodas, me dirigí a uno de mis cajones y saque una camiseta blanca, era grande para ella. Esto si será cómodo. Tome su ropa interior y se la lleve al baño. Ella estaba sentada envuelta en una toalla, intentando peinar su cabello. Le di su ropa, me agradeció y me volvió a pedir que saliera. Volví a salir. Al cabo de los minutos Ana salió del baño con una toalla en la cabeza.
—Tengo mucho sueño—se tiro en la cama y no se movió.
—Tu cabello Ana.
— ¿Qué tiene?—dijo media dormida.
—Esta mojado, ven, voy a secártelo—la levante con cuidado y la senté en mis piernas. Saque la toalla y comencé a pasárselo por todo el cabello. Cuando termine, ella estaba profundamente dormida.
La volví a recostar en la cama y la tape con el cobertor. Yo también me puse mi pijama y me metí a su lado. La abrace por la cintura y poco a poco me quede dormido.
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Enamorado de mi "Amiga"
FanfictionChristian realiza un viaje a Portland con la finalidad de reunirse con el decano de la universidad estatal de Washington. En donde él se convierte en auspiciador de esta. En este lugar se encuentra con el amor de su vida, pero el aún no lo sabe. Sol...