Era una noche bastante oscura en las cercanías del santuario. No parecía haber un alma en el ahora durmiente pueblo, exceptuando por una figura femenina corriendo de una figura masculina más grande.
— ¡Ayúdenme, por favor! — Pidió con desesperación la mujer corriendo lo más rápido que le daban sus piernas, tratando de no tropezar con su largo vestido.
(T/N) se llamaba la joven mujer, de cabellos dorados cual rayos de sol, ojos azules como el cielo, y vestida de rojo.
Su perseguidor era un hombre que la deseaba, había pedido a su padre poder casarse con ella y, al tener la negación del hombre, ahora deseaba tomarla a la fuerza. Nadie parecía querer ayudar a la muchacha y su familia no pudo hacer nada al ser asesinada por el hombre que la pretendió.
La rubia tropezó, lastimando su tobillo y sin poder seguir huyendo. Ya al verla indefensa en el piso, el hombre comenzó a acercarse con una desagradable sonrisa.
— Ahora serás mía, preciosa.
El hombre regordete se colocó sobre ella, quien ahora intentaba forcejear para quitárselo de encima.
— Alguien ayúdeme, por favor. — Suplicó (T/N) con sus mejillas empapadas en lágrimas, gritando y pataleando.
Antes de poder llegar más lejos, el hombre fue empujado lejos por una fuerza superior a la compresión humana. La chica abrió sus ojos, los cuales había cerrado para no pensar en su situación, y los posó sobre su salvador.
Era uno de los caballeros dorados del santuario, conocido como el más sabio entre los doce: Degel de Acuario. El hombre que la había agredido yacía en el suelo inconsciente, mientras el santo de Acuario se acercaba a la muchacha y se agachaba frente a ella.
— ¿Está bien, señorita Siprianno? — Preguntó el de cabellos verdes a la indefensa mujer.
— S-Sí. — Dijo incorporándose.
Al mover su pierna sintió un gran dolor en el tobillo, al verlo lo tenía sumamente rojo. Sin duda había sido una fea torcedura.
Degel la cargó en brazos como a una princesa. Ante la sorpresa (T/ N) se sostuvo de su nuca como impulso.
— ¿A dónde me lleva? — Preguntó la rubia mientras miraba al joven hombre que le había ayudado.
— Al templo de Acuario. Podrás quedarte allí el tiempo que necesites, pues deduzco que no tienes a donde ir. — Afirmó el santo dorado mientras la miraba.
(T/N) agachó la cabeza y soltó un suspiro de tristeza. Perdió a su familia, y ahora su hogar era una mansión del horror. Apoyó la cabeza en el hombro de Degel para cerrar sus ojos.
No supo en qué momento se había quedado dormida, pero cuando abrió sus ojos pudo ver unos brillantes y cálidos ojos amatista, aún estaba un poco aturdida, pero cuando reaccionó se topó con la frívola mirada del caballero dorado.
— Ya despertaste. — Dijo el hombre sentándose en una silla, justo al lado de la cama donde (T/N) estaba.
— Ah. Sí.
Eso fue todo lo que salió de los labios de la rubia. Un recuerdo llegó a su mente, de cuando había ido a una fiesta en Francia y había pasado un agradable rato con un hombre enmascarado, entre conversaciones y bailes. Eso fue todo lo que recordaba de aquella fiesta, pues después parecía como si todo fuese un sueño.
(T/N) volteó a ver a Degel y sonrió. Y con su amable voz dijo:
— Gracias por ayudarme.
Degel asintió aceptando la gratitud de la mujer. Se puso sus lentes antes de levantarse y dejar a la muchacha sola para que pudiera descansar.
Efectivamente Degel era el hombre enmascarado que ella conoció en la fiesta en Francia. Él estaba enamorado de ella, algo un poco extraño tratándose del santo más frívolo. (T/N) di Siprianno era la mujer que él amaba y verla siendo agredida le había enfadado. Ver a otro tocarla y tratar de quitarle algo valioso era lo que había provocado que el santo dorado calentara su cosmos en lugar de enfriarlo.
Suspiró mientras se apoyó en uno de los pilares. No sabría como su querida (T/N) tomaría la revelación. Tal vez sus sentimientos no eran correspondidos y solamente era un amor unilateral.
Después de un rato, la joven se levantó de la cama mientras exploraba la casa de Acuario de forma curiosa. No había podido volver a dormir, por lo cual decidió dar un paseo. Todo el lugar estaba repleto de libros, como una biblioteca de la realeza.
— Wao. — Susurró mientras caminaba entre las altas columnas de libros.
— ¿No has podido conciliar el sueño? — Preguntó Degel en algún lugar del gran espacio.
(T/N) dio un respingo y volteó encontrándolo sentado sobre una clase de escritorio.
— Digamos. Es un poco difícil conciliar el sueño después de todo lo que ha pasado.
La joven mujer agachó la mirada acomodando un mechón de su cabello tras su oreja. Degel soltó un ligero suspiro y dejó a un lado el libro que leía, para seguidamente quitarse los lentes y dejándolos a un lado. El santo de Acuario se acercó a la rubia antes de tomar sus mejillas y proporcionarle un beso. Fue un simple roce de labios, pero lo suficiente para que (T/N) se desconcertara y provocara que su corazón latiera con fuerza.
Degel rodeó su cintura y tomó su mano para comenzar a balancearse para bailar un vals. Sus ojos amatista se suavizaron y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios. Aquella expresión hizo que (T/N) se diese cuenta entonces de que Degel de Acuario era el misterioso joven con el que había bailado en la fiesta hace un tiempo atrás. Sonrió para seguir el ritmo del baile, antes de volver a besarse, pero esta vez de una forma más pasional.
Degel no solamente era su salvador, sino también su querido hombre misterioso, del que se había enamorado una vez en Francia.
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One-Shots
FanfictionPequeñas historias de amor "Character x Reader" con tus personajes favoritos del anime/manga/otomes/juegos. Ven y vive estas experiencias con los personajes que amas. Disclamier: Ningún personaje me pertenece, pertenece a su respectivo creador. Las...