Corrompida [Shiki Natsumezaka]

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El amor entre un ángel y un ángel caído no podría ser aceptado jamás y eso (T/N) lo sabía mejor que nadie, pero ¿Qué se supone que iba a hacer?¿Ir en contra de sus sentimientos? Sabía que su maestro era comprensivo, pero tampoco era tan permisivo.

— Entonces... Estoy dispuesta a renunciar a mis alas y vivir como un ser humano si eso significa poder estar al lado de la persona que amo— dijo ella frente al trono del gran maestro mientras le miraba con lágrimas en sus ojos.

— Que así sea entonces, pequeña— dijo el omnipotente con aquella voz suave y arrulladora, pero potente como el rugido de un león.

¿Cómo había llegado todo a resultar de esa manera?

Todo comenzó con una misión que le había dado su supremo, ya que era ángel guardián de la chica cuyo nombre era Ristuka Tachibana. Ella era perseguida por los vampiros y los demonios dado a que guardaba el Grimorio Perdido en su interior. La pobre Ritsuka no tenía ni idea de los peligros que enfrentaba, así que su señor la envío para protegerla. (T/N), como su ángel guardián, podría protegerla de la mejor manera, lo cual Lindo y Azuna no podrían hacer, al menos Lindo era un dhampir y podría lograr más, pero la oscuridad solamente se combatía con luz.

La joven había descendido a la Tierra para resguardarse en la escuela durante las noches, ya que no tenía propiamente un lugar para quedarse. Durante las noches estaría allí o explorando la ciudad en busca de algún indicio sobre qué debería hacer. Desconocía que en las noches aquel extraño ángel caído con complejos masoquistas, se quedaba hasta tarde pintando.

El bello ángel guardián se encontraba en el jardín de la escuela, vestida con una toga pura de color blanco, con su cabello (C/C) siendo meneado suavemente por el viento y cerrando los ojos. Su piel parecía emitir brillo propio ante la suave luz de la luna. Las blancas y puras alas sé encontraban extendidas, emitiendo una luz plateada.

Sin más, comenzó a emitir una suave y arrulladora tonada. Era como una dulce canción de cuna que conmovía el corazón hasta de la más oscura y retorcida criatura. Su voz era de un ángel, justo lo que ella era, transmitiendo tanta paz y confort con monosílabos sin sentido.

Shiki miró a través de la ventana una vez había comenzado a escuchar la suave tonada que venía del exterior. Mantenía el pincel en su mano, cerca del lienzo casi terminado. Lo que vio fuera eran un par de puras alas blancas, diferentes a sus propias alas, cuyas plumas eran semejantes a las de un cuervo. La tonada que el ángel emitía le provocó una sensación sumamente rara en su pecho y le hizo recordar aquellos momentos, los momentos en los que él era igual que ella; un ángel puro inocente, pero fue corrompido y terminó exiliado del cielo.

Una vez la tonada acabó, (T/N) volteó hacia una de las ventanas al sentir que era observada, solamente para encontrar que alguien efectivamente la observaba. El joven tenía la piel muy pálida, casi parecía enfermo, cuyo cabello era púrpura casi siendo negro, ojos naranja ardientes como el fuego; no obstante, sus alas tan negras como el ébano fue lo que captó su atención. Mientras tanto, Shiki, sonrió de forma tétrica con un sonrojo comenzando a asomarse por sus mejillas al verla bien. Ella era la representación de la virtud de un ángel y sería tan delicioso corromper un alma tan pura, lo cual provocó que su sonrojo se hiciera más notorio.

Al día siguiente fue su primer día de clases y (T/N) vestía perfectamente su uniforme escolar, se encontraba caminando hacia la escuela, pretendiendo que iba llegando allí. Ella no destacaba en lo absoluto entre el resto, lo único especial en ella era la angelical aura que emitía. Sus ojos buscaron a la joven Tachibana, pues sería bueno comenzar el día conociendo a su protegida, pero sintió un jalón en su brazo y al voltear sé encontró con el chico de la noche anterior. Él le sonreía con un gran sonrojo sobre sus mejillas y eso provocó escalofríos en el ángel.

— Realmente eres tú — dijo el caído mientras tomaba las manos de la chica y las colocaba sobre sus mejillas.

Esto extrañó de sobremanera al ángel, quien parpadeó varias veces ante la confusión. Ya bastante incómoda,se alejó de él de forma sutil, dándole una sonrisa amable antes de dirigirse hacia el interior de la escuela.

Shiki, por su parte, sólo sonrió más ampliamente.

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Ritsuka y (T/N) eran muy buenas amigas y, de hecho, la misión resultaba bien, pues ningún demonio parecía querer acercarse a la presencia de su enemigo natural. Al menos Lindo estaba más seguro con (T/N) allí, sin saber realmente lo que la peli (C/C) era. (T/N) era su escudo protector de todo mal, desde el momento en que Ritsuka nació.

El ángel sé encontraba caminando por los pasillos hasta la biblioteca, donde se encontraba en la presencia de sus mayores rivales en el mundo. No sólo los demonios, el mismo Shiki se encontraba allí, cortando unas flores, dejando el tallo, mientras que las flores se encontraban en el suelo hechas trizas.

Al verla entrar el caído lanzó las tijeras por allí para dirigirse hacia su nueva obsesión.

— (T/N)~— Le llamó abrazándola — No te he visto desde hace días. Te extrañé mucho— ronroneó apretándola con mucha fuerza contra él, haciéndola soltar un quejido de dolor. Esto lo hizo sonreír todavía más.

Romperla. Quería romperla hasta que solamente dependiera de él. Shiki solía tener complejo masoquista, pero cuando se trataba de su ángel, su parte sádica salía a la luz.

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En el jardín, (T/N) regaba las flores con una sonrisa en sus labios. La creación de su maestro sin duda era hermosa y conmovía su frágil corazón. Todo iba bien hasta que sintió un jalón nuevamente, haciéndola caer al suelo y quejarse, antes de sentir un peso sobre ella, notando que se trataba de Shiki.

— Tú... ¿Por qué no me dejas sola?— preguntó ella apretando sus labios. No había día en que él no la persiguiera o la buscara.

— Creí que era obvio, mi dulce ángel.— dijo el se cabellos violaceos mientras acercaba su cara a la de ella. — Quiero estar contigo. Eres tan dulce, tan frágil y pura que me dan ganas de quebrarte en millones de piezas. Estoy loco por ti.— Tomó el rostro de la chica con brusquedad antes de plantarle un beso en los labios. — Canta sólo para mí, mi blanca paloma.

Y desde ese entonces, no había momento en el que Shiki se apartara de su lado y le demostrara su amor de una forma muy retorcida, con abrazos fuertes, besos agresivos, mordidas y algunos rasguños. Poco a poco el ángel fue cediendo a él, quedándose a su lado, con su inocencia y pureza siendo llevadas por el viento.

Todo eso le llevó hasta ese momento, donde las plumas de sus alas caían justo a sus pies y ante su maestro, quien a pesar de todo la miraba con cariño paternal, sabiendo que no había nada que hacer con sus sentimientos, pero le concedería su deseo de ser humana.

Entonces fue cuando Shiki logró lo que había querido, romperla hasta que no viese a nadie más que no fuese él. El caído estaba conmovido por su dulce canción y cayó perdidamente enamorado del bello ángel de hebras (C/C), deseando esfumar todo lo que la hacía pura y que se consumiera por completo en su retorcido amor.

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