Mía Para Siempre [Kaname Kuran]

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El frío consumía mi cuerpo y la nieve caía sin cesar, temblaba y mis respiraciones provocaban una clase de humo en el aire ¿Acaso voy a morir? Estaba herida, con frío y casi sin poder respirar. Trataba de pronunciar alguna palabra pero era inútil, no podía, la voz no me salía por más que intentara gritar o pedir ayuda. Vi a un joven delante de mí, tenía el cabello castaño y ojos rojos como la sangre. Él me miraba sin alguna expresión. Aquel rostro fue lo último que vi antes de que todo se volviera negro.

Desperté en un lugar desconocido, me encontraba cubierta por un edredón hasta el cuello y en una habitación completamente oscura. Me senté dándome cuenta de que parecía ser la habitación de alguien adinerado por el estilo tan sofisticado del lugar. La luna llena se podía admirar en todo su esplendor a través de los ventanales.

— Veo que ya estás despierta — Dijo una suave voz en algún lugar de la oscura habitación.

Volteé asustada encontrando una sombra alta y delgada, y unos ojos rojos que brillaban en la oscuridad de la noche. Quedé muda, hasta que la luna iluminó mejor la habitación dejando ver a aquel joven que observé antes de desmayarme.

Aquel castaño me observó con aquellos profundos ojos rojo sangre; con una mirada tan penetrante que podía colarse hasta lo más profundo de mi alma.

No entendía la razón de su mirada, yo no tenía nada especial, mi piel era de un color blanco, sin llegar a ser pálida, mi cabello era largo de color negro y mis ojos marrones. Realmente no había nada destacable en mí; sin embargo, sus ojos me examinaban como si fuese una obra de arte.

Agaché la mirada tratando de evitar la suya, incómoda y apenada, no me atreví a alzar mi rostro. Sentí unos delgados dedos tomar mi mentón con delicadeza, obligándome a alzar la mirada. Mis ojos se encontraron con los suyos y en ese momento tuve la sensación de estar siendo examinada hasta lo más profundo de mi ser.

Sus manos tomaron mis mejillas, acunando mi rostro entre estas, las cuales estaban realmente frías, a diferencia de mis ardientes mejillas en ese momento. Acarició con suavidad mis sonrojados mofletes examinando cuidadosamente mi rostro, como si tratase de recordar cada detalle de este.

—  Eres como una hermosa muñeca de porcelana —  Habló con tranquilidad mientras seguía observándome atentamente — Tu piel es como la porcelana más fina; suave y frágil. Tu cabello es oscuro como el azabache y tan hermoso como la seda ¿Puedo saber tu nombre? —

Me sonrojé ante sus palabras, lo decía de una manera que me hacía avergonzar. Mis ojos le observaron, realmente él era sumamente atractivo, su piel ligeramente bronceada, sus cabellos castaños un poco largos y sus ojos rojos como la sangre. Encantador para cualquier chica, sin duda alguna. Quise desviar la mirada, pero me fue imposible, pues mis ojos no se apartaban en ningún momento de los suyos.

— (T/N)...

Su rostro se acercó a mío y sin decir nada ya había tomado mis labios entre los suyos. De manera atrevida me había besado. Siquiera lo conocía y esa persona ya me había robado mi primer beso. Mis ojos estaban abiertos a tope y me encontraba inmóvil.

Sus labios se separaron de los míos mientras yo me encontraba en un gran estado de shock, hasta que su suave tacto me devolvió a la realidad. Me alejé en seguida cubriendo mi boca y con las mejillas teñidas de rojo.

—  ¡¿Q-Qué es lo que le sucede?! —  Exclamé sumamente impactada y un poco molesta ante su repentino acto.

Él me observó de manera tranquila y volvió a acercarse a mí acariciando suavemente mi mejilla, su rostro no tenía expresión alguna y aquello me preocupaba de sobremanera, besó con delicadeza mi frente provocándome un pequeño sonrojo. Me miró a los ojos y se inclinó justo frente a mí tomando mi mano. Depositó un pequeño beso en el dorso de mi mano con sus ojos mirándome.

— Esta noche nos ha unido, mi hermosa (T/N). Cuando te vi en la nieve supe que tú serías mía por la eternidad — Su expresión era serena y no apartó sus ojos de mí.

Desvié la mirada tratando de no hacer contacto visual con él, era incómodo y me daba una pequeña sensación de miedo.

Se acercó a mí nuevamente y apartó mi cabello descubriendo un poco mi cuello,me sujetó las muñecas y me acostó en la cama. Sentí miedo al ver sus ojos brillar en un intenso color rojo, diferente al natural de sus ojos.

Temblé y traté de zafar su agarre, pero su fuerza era mayor que la mía y me mantenía imposibilitada de moverme.

Se acercó a mi cuello y lo lamió un poco, luego de aquello sentí como si dos agujas se me hubieran clavado en la yugular. Me sentí débil, estaba asustada, aquel joven era un vampiro.

— Ahora dependerás de mí, adorada mía — Me dijo con sus labios cubiertos con mi sangre.

Me sentí tan débil que me desmayé luego de eso.

Me desperté en aquella habitación nuevamente, pero esta vez sentí como era abrazada por la cintura, aparte de eso, me sentía... Diferente.

Vi a aquel joven de antes, quien se sentó en la cama mirándome fijamente. Tomó mi mano y besó mis nudillos.

— ¿Tienes hambre, mi dulce princesa?— Preguntó dulcemente mientras ponía mi mano en su mejilla y me sonreía.

— U-Un poco, pero... Antes de aceptar algo que venga de usted, quiero que me diga quien es — Dije un poco asustada sabiendo la criatura que él era.

— Oh, sí, no me he presentado. Mi nombre es Kaname. A partir de ahora seré tu marido —

— ¡¿Cómo?! ¡¿M-Marido?! — Grité con sorpresa apartando mi mano de manera brusca.

Él estaba tranquilo, lo que me causaba más pavor, vi cómo acercaba su muñeca a su boca, para luego morder la zona. La sangre comenzó a salir.

Extrañamente me dio hambre y sentí la gran necesidad de beber se él. Sacudí la cabeza alejando esos pensamientos ¿Acaso me había convertido en un chupasangre?

Acercó su mano hacia mi boca, la cual cubrí intentando mantener mi cordura.

— Bebe, podrías morir de hambre — Me dijo de manera tierna mientras me sonreía.

No logré mantener mi hambre por lo que no pude resistirme a beber. Sentí cómo poco a poco mi hambre se saciaba, pero las lágrimas salían. Me había convertido en un monstruo.

— No llores, amor mío, ahora podrás vivir de manera sana durante muchos años.

Secó mis lágrimas con delicadeza mientras me separaba de su brazo. Yo no quería esto. Hubiese preferido morir en la nieve.

— Ahora estaremos juntos — Tomó mis mejillas secando mis lágrimas — Serás mía para siempre.

Me besó de manera pasional al tiempo en que me recostaba en la cama gentilmente, correspondí a su beso aún con lágrimas saliendo. Mi vida ya no volverá a ser la misma e iba a ser mejor que lo dejara amarme, sino podría ser peor.

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