Multimedia: Trading Yesterday - She Is The Sunlight
Las manos me sudan, y tengo la frente perlada de igual forma. No puede ser un sueño, la estoy escuchando. Es su voz, es ella, es mi copito y camino de un lado a otro con pasos pequeños. ¡Puta mierda! Es Clarisa, ¡está viva! Estaba hundido en el fango hace cinco minutos y ahora estoy hablando con ella; ella está viva y yo he vuelto a vivir también.
<<Por favor que no sea un sueño>> repito sin parar mentalmente mientras me llevo una mano al pecho. Creo que está por darme un puto ataque porque me cuesta demasiado respirar. Estoy volviéndome loco. Incluso me pellizco como si eso fuera a despertarme y no seguir con esta maldita ilusión que se está apoderando de mí. Estoy llorando y riéndome al mismo tiempo.
Después de un largo silencio por su parte y mi reacción repito lo último que dije. Me ha preguntado quién soy y quizás si estuviera totalmente tranquilo me preocupara más de lo que estoy. Al decir mi nombre otra vez escucho cómo solloza y mis alarmas se encienden.
—Clari, dime dónde estás. ¿Estás bien? ¿Sabes dónde estás? —se me ocurre preguntar. La escucho llorar y se me parte el puto corazón—. Tranquila, copito, tranquila. No sé dónde estés ni con quién, pero te juro que voy a sacarte de ahí. Necesito que me digas en dónde estás. ¿Lo sabes nena? Háblame por favor, creí que estabas muerta. Por favor háblame —suplico.
¡Por qué demonios no me contesta!
—¿Muerta? —es su respuesta.
—Sí, creí que me habías dejado para siempre —le digo tratando por todos los medios no quebrarme. Necesito calma, necesito que me diga en donde está para ir por ella ahora mismo.
—¿Quién eres? —vuelve a preguntar y la confusión llega a darme un guantazo.
—Soy Zed, ¿estás bien? —insisto.
—Zed —repite mi nombre y se queda callada nuevamente—. Tengo que colgar.
—No, no, no. Por favor dime dónde estás, iré por ti, dime dónde estás —imploro.
—Ya vienen, escucho sus voces. Te llamaré, pero por favor no llames porque no sé qué puede pasarme si me descubren... por favor no llames hasta que yo lo haga, por favor —me pide y termina la llamada.
Dejo de escuchar su voz y me quedo en completo silencio. No sé cuánto tiempo pasa hasta que me siento en el sillón otra vez y pongo el teléfono sobre la mesa. Me paso las manos sobre el rostro una y otra vez y tiro de mi pelo. Mis ojos se clavan en el aparato que tengo enfrente y corro al baño a echarme agua en toda la cabeza. No voy a mentir, creo que me he vuelto loco, quizás la extraño demasiado y me he imaginado todo esto porque no comprendo lo que Clarisa me ha dicho. ¿Qué no sabe quién soy? ¿Qué no me diga en dónde está? ¿Qué me pida que no la llame porque no sabe qué podrían hacerle si la descubren? No parecía ella, era su voz, eso sin dudar, pero no parecía ella. No entiendo una mierda.
Permito que el agua termine empapando mi cuerpo entero con todo y ropa. Salgo del baño mojando todo a mi paso y me quedo de pie junto a la mesita en la que descansa mi teléfono. Tengo tanto miedo de cogerlo, revisar las llamadas y darme cuenta de que me lo he imaginado, de que jamás hablé ni con ella ni con nadie. Que mi dolor me ha consumido por completo y necesito ayuda profesional. Me cruzo de brazos y niego con mi cabeza. No puedo estar tan loco, ¿o sí?
<<Vamos, coge el teléfono>> Me exijo a mí mismo.
¡Mierda! Nunca había experimentado algo así. Incluso estoy mareado. Doy otro par de pasos con mucho miedo y tomo el teléfono con la mano temblorosa. Joder, si siento que voy a desintegrarme. Yo no me puedo estar inventando toda una conversación. Le doy unos toquecitos al móvil y la pantalla se enciende, la foto de Clari que había puesto de fondo se aclara y desbloqueo el teléfono. Me voy directo a las llamadas recibidas y el número está ahí, igual que en el informe de las llamadas realizadas. Mi corazón parece un tambor siendo tocado por un puto loco de atar.
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RETANDO AL AMOR (+18)
RomanceTERCERA PARTE DE LA TRILOGÍA RETANDO. El último reto está puesto sobre la mesa.