Capítulo 6: Clarisa.

34.3K 2.9K 1.5K
                                    

En multimedia : Yours - Ella Henderson

           

Guardo el teléfono en medio de mis pechos, me ha parecido escuchar pasos. Apenas y he tenido tiempo de apagarlo. Ya no le queda tanta carga como quisiera y no sé cómo he conseguido que me creyeran. Ayer mientras hablaba con ese hombre llamado Zed, Bill y Leila entraron a mi cuarto de forma sorpresiva. Escondí el teléfono detrás del lavado y rogué al cielo para que Zed no regresara la llamada.

El hombre que cuida de mí se percató de que su teléfono había desaparecido, buscaron por todos lados, menos detrás del lavado y mientras los miraba buscar de forma tan desesperada, más entendía que no querían que me enterara de lo que realmente sucedía. Decidí fingir que soy una completa estúpida y que jamás me llamará la atención tanta incoherencia junta.

Leila me advirtió que, si yo tenía el teléfono y lo descubrían nada bueno me pasaría. Como siempre Bill intervino para hacer menos densa la situación, pero hasta un ciego notaría que algo no está bien y ni siquiera alguien como yo, con la mente en blanco, sin recuerdo alguno ni idea de qué era de su vida podría ignorar que la amenaza de Leila es real.

Las cosas han cambiado de un momento a otro. Después de que me quedé con el teléfono no he vuelto a ver al hombre que siempre estaba afuera de mi puerta y en su lugar hay otro que solo con mirarlo me dan ganas de echarme a llorar y perder las esperanzas.

No puedo sacarme de la cabeza a Zed, ni su voz, ni su decepción al escucharme decir que no lo recuerdo. Me ha dicho que me creían muerta, que me ha buscado por todos lados, me ha llamado "amor". ¿Es mi novio? ¿Mi pareja? ¿Mi esposo? No, eso último no puede ser posible. Tengo veinte años o eso me han hecho creer. No puedo estar casada tan joven.

Las manos me tiemblan constantemente. Hago muchos intentos por no lucir nerviosa o a punto de tener un ataque, pero es que me es tan difícil. Lo único que quiero es volverme a encerrar en el baño y hablar otra vez con ese hombre. Tengo que decirle quiénes son estas personas o al menos los nombres que me han confesado, quizás deba preguntarle de una maldita vez quién soy yo, quién es él. ¿Cómo llegué aquí? ¡Dios! Son tantas preguntas y tengo tan poco tiempo.

Después de esperar un tiempo prudente, prácticamente me arrastro en el piso para no hacer ningún ruido y llegar al baño. Cierro la puerta con mucho cuidado y mi respiración ya está alterada. Enciendo el teléfono y llamo otra vez. Escucho el primer tono, luego el segundo... el tercero... y al fin esa voz que me transmite tanta paz aparece y tiemblo como cada vez que lo escucho.

—Me estaba volviendo loco. ¿Estás bien? —Me ha hecho tantas veces esa pregunta y yo sigo sin responderla. Me acurruco debajo del lavado y me pego mucho el teléfono a la boca para que logre escuchar mis susurros.

—Estoy bien. Estoy en una casa enorme, no he podido conocerla toda porque me dejan salir muy poco de la habitación. Siempre hay hombres cuidándome y como no recuerdo nada me dicen que son recomendaciones del doctor, que no deben forzar mis avances y que por eso no me dicen nada de mí o de quiénes son ellos en realidad.

—¿De verdad no me recuerdas? Tú no puedes olvidarme, Clari, ¿cómo has podido olvidarme? —se escucha tan abatido que me siento realmente mal por haberlo olvidado aún sin saber exactamente quién es.

—Lo siento —se me ocurre decir—. El doctor que me atendió dijo que es temporal, que es amnesia traumática. Yo sí que me estoy volviendo loca, no te recuerdo a ti, ni siquiera a mí. ¿Sí me llamo Clarisa Morgan? —pregunto a punto de un llanto ridículo que hará que me descubran.

—Sí, te llamas Clarisa, pero ya no eres más Morgan. Te llamas Clarisa Allen.

—¿Allen? ¿Me han dicho mi nombre, pero me han inventado un apellido?

RETANDO AL AMOR (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora