Capítulo 8: Clarisa.

33.5K 2.6K 1.3K
                                    

En multimedia : Meghan Trainor - Kindly Calm Me Down.


Ha sido una falsa alarma. Escuché pasos y por la forma descontrolada en la que estaba gritando y hablando pensé que me habían escuchado. No ha sido así, pero ya no puedo encender otra vez el teléfono. Ya no puedo hablar más con Zed. Escondo el móvil y cierro mis ojos intentando controlar mis emociones.

Todo ha regresado como una bomba de tiempo aniquilando cada parte de mí. Los recuerdos no se detienen, llegan uno tras otro sin que los pueda detener. De alguna forma es como si estuviera viviendo nuevamente cada etapa de mi vida. Mi pecho parece que explotará en cualquier momento por el dolor que me invade y se apropia de mí. Me esfuerzo para no llorar más. Ya he llorado demasiado, he sufrido tanto y estoy tan asustada de continuar en esta casa.

Me hago un ovillo en el suelo helado y recuerdo todo lo que me ha pasado desde que estoy aquí. El accidente está más claro que nunca en mi cabeza. Zed parecía realmente muerto y yo sentí una daga en mi pecho al verlo tirado sobre la tierra. Nada indicaba que estuviera vivo, su pecho no se movía y con la poca fuerza que conservaba logré poner su cabeza sobre mis piernas que estaban heridas y dolían como el infierno. Limpié su rostro completamente lleno de sangre y lo miré una última vez. Jamás pensé que Donaldo y su gente bajarían a comprobar si habíamos muerto. No tenía cabeza para nada en ese momento.

Pronto me tomaron, me arrastraron todo el camino hasta que estuve otra vez en tierra firme. Yo no sabía si la sangré que salía de mi cabeza y recorría mi rostro eran heridas provocadas por el accidente o se debían a la forma brutal en la que habían tirado de mis cabellos.

Me metieron en el maletero y antes de encerrarme me dieron un golpe en la cabeza, eso me tumbó. Ya era un milagro que estuviera viva, pero mis fuerzas no eran tantas, menos sabiendo en aquel momento que Zed había muerto. Abrí los ojos y ya no estaba más en un auto, tampoco en un avión. Estaba dentro de una jaula mediana en la que apenas y podía arrodillarme y poner mis manos en el piso como si de un perro se tratase. Si intentaba ponerme de pie impactaba con el duro material que me rodeaba. Eso no me asustó tanto como lo que descubrí después. Ya no tenía sangre por ningún lado. La pierna en la que había recibido un disparo parecía sana, aunque me dolía bastante. No era la única en esas condiciones. Mi cuerpo desnudo me aterró.

Muchas chicas se encontraban en mi misma situación. Algunas tenían mi edad, otras se miraban más jóvenes y un grupo bastante grande eran niñas. Estaba en el infierno y la única persona que podría quemar el mundo para salvarme ya no estaba conmigo. Yo creí que Zed estaba muerto y eso me dolía más que todo lo que estaba viviendo.

Aquel día no dormí ni cinco minutos, y los lloriqueos de todas esas chicas tampoco me permitían hacerlo. Yo no lloraba, no tenía más lágrimas. Estaba cansada de la misma vida que me ha golpeado una y otra vez, sin parar, sin detenerse. Estaba harta de sufrir, de hundirme en ese pozo sin fondo en el que siempre he vivido. Si, estaba encerrada como un animal con todas esas chicas, sabía que lo que me esperaba no era nada bueno y mientras mis esperanzas morían solo podía pensar en la crueldad del mundo, de las personas. Me imaginaba mis momentos felices con Zed para soportar un poco, pero ya nada me hacía sentir mejor.

El primer rostro conocido que vi fue el de Bill, me llevó hasta una habitación cerrada, o más bien arrastró mi jaula. Me sacó de mi encierro por algunos minutos. Temblé de pies a cabeza, sin embargo, Bill no me hizo daño. Me dio ropa limpia, comida que rechacé, igual que el agua. Recordaba muy bien que habían intentado envenenarme y no comería ni tomaría nada que ellos me dieran.

Ante mi negativa me suplicó que comiera algo, moría de hambre, pero no le hice caso. Se sentó en la única silla que había en el solitario lugar y me observó. Yo no dejaba de temblar, pensaba que en cualquier momento me atacaría.

RETANDO AL AMOR (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora