Capítulo cuatro.

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—¡Dios! Por poco y no reconozco a mi mejor amiga —Hablo Itzel, cuándo ya estuve adentro de su auto. Sonreí y la abrace.

—Tonta, te he extrañado tanto. Me hacían falta tus palabras.

—Pero ya estoy aquí cariño. —Acepto mi abrazo y luego nos separamos. Ella me miró sonriente. —Me he enterado de tu discusión con Pimentel, hoy. ¿Qué pasó? —dijo mientras arrancaba el auto, suspiré.

—Pues ha vuelto a decir una mentira. De esas que suele decir sobre mi. Entonces fui a buscarlo, le grite, y termino por haciéndome esto —Le enseñe las dos marcas y mi amiga abrió los ojos como plato.

—¡Dios mio! ¿Te dejaste?

—¡No! Pero no pude zafarme de su agarre.

—Ya veo.—dijo no muy convencida y dando vuelta en una calle.

—¿No me crees?

—¡Claro que te creo, cariño!

—¿Entonces? porqué ese tonito.

—No es solo, que ya lo veía venir—Sonrió y la miré.

—¿Qué? —Itzel rió.

—Tú estabas cegada por el odio y repugnancia, que no veías las cosas. Joel ha estado babeando por ti, desde hace rato. Incluso las porristas, dijeron, que Joel dijo, que hacerte enojar lo excitaba —me sonroje.—¿Ahora lo entiendes?

—¡Si!—suspiré —hoy pasaron demasiadas cosas Itzel. Joel se tomo demasiada libertad conmigo. —Itzel levanto la cejas picarones.

—¡Uy! Está noche será  buena pata ti ____—giro en una calle y después se estaciono frente al nuevo local.
Cuando el  auto estuvo apagado, estuve a punto de salir pero Itzel me detuvo.

—Es un pequeño regalito, ya sabes de mejores amigas. — Mire el pequeño sobrecito que había metido en mis pechos y reí. ¡Un condón!  Itzel no cambiaba.

—Pues te lo agradezco, pero no creo que tú pases desapercibida .

—Apostemos.

—¿Qué?.

—¡Si! Te llevas a la cama a  Joel Pimentel, yo ...

—¡Te llevas a la cama a Erick!

—¿Qué? ¡no!  Lo aborrezco.

—Y yo a Joel —levante los hombros —¿trato? —le tendi mi mano e Itzel  la miro unos segundos. Después sonrió.

—Trato.

Bajamos del auto tomadas de la mano, y entramos entre la multitud. Apenas eran las nueve y las parejas ya estaba afuera besándose y tocándose. Reí para mis adentros. 'Desesperados' pensé. La nueva disco-bar era demasiado grande y aún así estaba atragantándose de jóvenes. Había sillones en los costados, una barra de bebidas inmensa, una bola de disco arriba y solo con esa luz se veía la pista. —¡Vamos a bailar! —gritó Itzel cerca de mi oído.  No dije nada,  solo tome de su muñeca y caminamos -de nuevo -entre la multitud hasta hacernos un espacio en la pista. La música tecno junto con algo de swagger retumbaba mis oídos. Me deje llevar no por mis pensamientos, si no por mis movimientos.

Disfrutaba tanto el baile. Mis movimientos no eran exagerados, eran lentos y muy placenteros. Y aún lo mejor, era sentir la mirada de los chicos en mi cuerpo.
Exploraban hambrientos cada movimiento, cada palabra, cada parte de mi cuerpo. Algo único y excitante. Itzel se acerco a mi y pegamos nuestros cuerpos. Algo que siempre hacíamos, y a los hombres les encanta. Justo en ese movimiento, sentí una mirada. La podía sentir sobre mi. Sobre mi cuerpo. Entre abrí los ojos y lo vi.

Afuera de la pista, con una mano en su bolsillo y la otra sostenía una cerveza.
Miraba detenidamente mis movimientos. Mordió su labio inferior, y con su mirada penetrante.
Como si me estuviera desnudando con la mirada. Eche mi cabello hacia atrás y volví a mirarlo pero ya no lo encontré.

Suspiré aliviada e Itzel me dijo algo que no pude escuchar. Solo la vi alejarse a la barra de bebidas. Continúe bailando sin mucha importancia. Está vez cerré los ojos dejándome llevar.

La música entro en mi y por un segundo me olvide de todo. Sentí ser la única. Aunque hubiese más de 100 personas en la pista. No obstante, unos brazos se posaron en mi cintura, pegándome al cuerpo del dueño. Me estremecí al contacto,  y mire sobre mi hombro. Sonreí y me giré sin alguna palabra alguna. Esta vez no caería, esta vez no.

Voten y comenten.
—Adriana.

Secret sex- Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora