Silla mecedora

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Emily

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Emily

La luz comenzaba a entrar por la ventana iluminando la habitación. No había dormido en toda la noche, tenía miedo de que podía pasar mientras lo hacía, ellos no iban a lastimarme, por cómo me habían tratado pensaban quererme, pero no estaba muy segura de nada.

     Durante la noche había pasado algo extraño. Estaba acostada mirando hacia la puerta y sentí en la oscuridad como esta se abrió, haciendo un poco de ruido que, en el medio de la madrugada con la casa en completo silencio, parecía más fuerte de lo que en realidad era. Luego de unas suaves pisadas, sentí ruido en la silla mecedora que estaba a un lado de mi cama, hacia donde yo estaba mirando, supuse que había tomado asiento en ella y se quedó ahí por un largo tiempo. 

     Tarareaba una canción, una canción que me hizo sentir tranquila, aunque el miedo seguía allí pero en ese momento acompañado por una sensación de tranquilidad, algo extraño de explicar. La silla sonaba, se estaba moviendo hacia atrás y adelante. No sé cuanto tiempo pasó mientras que esa situación se repetía una y otra vez.

     Capaz habían sido solo unos minutos u horas, pero aquello pareció una eternidad. Por la noche el tiempo pasaba más lento, me daba cuenta de eso siempre que me quedaba leyendo hasta tarde en mi casa. Metida bajo las sabanas y con una linterna leía hasta quedar agotada, siempre avanzaba tres capítulos al menos, en cambio en el día lograba avanzar uno. En el día simplemente leía sin pensar mucho lo que el autor había querido decirme a través de su obra, sin embargo, por la noche sin un ruido en mi casa me tomaba el tiempo de pensar cada cosa que estaba escrita en el libro. 

     Imaginaba las situaciones que en él se describían y a los personajes, cambiándole más de una vez el color de su cabello, ojos, más altos o más bajos hasta quedarme con alguno que se me hiciera perfecto para la historia. 

     Volviendo a lo que estaba contando, la carcelaria, como había decidido llamarla desde ese momento, tarareó la misma canción una y otra vez para simplemente retirarse luego. A lo largo de mi corta vida había vivido situaciones extrañas y tenido emociones difíciles de describir, sin embargo ese momento había sido el peor de todos. 

     El tiempo pasó luego de que ella se retiró. No paraba de pensar, eso me agotaba aun más. Pasaron lo que probablemente fueron un par de horas cuando sentí que la puerta se abrió lentamente, cerré los ojos fingiendo dormir, pero con estos un poco abierto observando. Vi unos pequeños pies y abrí los ojos por completo para ver a Max entrando en mi habitación.

     —Buen día —le dije sonriéndole.

     —Buen día 

     Se paró a un lado de mi cama y me corrí hacia la derecha para que el pudiera sentarse en ella conmigo, palmeé la cama y entendió que podía subirse.

     —Ellos no están, nunca están por la mañana —dijo mientras se tapaba con las sábanas rosas.

     —¿Qué hacen? —pregunté.

     —No lo sé, solo se van. Ella por unos minutos, pero él por más tiempo, aunque no sé a dónde. Me dan miedo. —se apoyó sobre mí y comencé a acariciar su cabello—. Estos días estuve quedándome solo.

     —Ahora me tienes a mí. ¿No sabes que la pasó a la chica anterior? —tenia curiosidad de lo que me podría pasar.

     —No, ella desapareció. Gritaba mucho y lloraba, estaba todo el tiempo castigada en su habitación. Eso a ellos no les gustaba, creo que la llevaron al parque —dijo inocentemente.

     —¿Al parque?

     —Sí. Él hombre hablo con la mujer de aquí y le dijo que si seguía así se la llevaría al parque con las otras si no comenzaba a comportarse mejor. No entiendo porqué un parque es algo feo, a mi me gustan. 

     No respondí. Eso del parque no me cerraba del todo. ¿Qué parque? "Las otras", hubo más antes que nosotros y ya no estaban en la casa. No me gustaba lo del parque.

     —¿Crees que también nos llevaran al parque? —preguntó Max.

     —No lo sé —y era la verdad, no lo sabía, pero esperaba no ir. No me gustaba para nada la idea.

La Familia [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora