Por cierto, ¿qué había allí?

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Todo seguía igual, estaba encerrada en la habitación y no había forma de salir de allí

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Todo seguía igual, estaba encerrada en la habitación y no había forma de salir de allí. El hombre seguía en la casa, nunca había pasado tanto tiempo junto a nosotros, probablemente era por lo que había sucedido conmigo. A decir verdad tenía miedo, y mucho.

     Me seguía preguntando cómo era posible que algo así hubiese podido pasar, fue a la luz del día. Si bien no era un camino muy utilizado tampoco era olvidado, cada algunos minutos te cruzabas a alguien por allí, pero justo ese día en ese momento nadie pasó. Eso me generaba muchas dudas, ¿él sabía que a esa hora no habría nadie?¿sabia de mis horarios?¿qué más sabía de mi?¿Cómo se había enterado de todo eso?

     Esas preguntas estaban en mi cabeza todo el maldito tiempo.

     Lo único para hacer en esa habitación era pensar, me acostaba en la cama y estaba allí hasta que ella llegaba a llevarme al baño o a traerme agua. Agradecía que hubiera comenzado a llevarme comida, a veces una vez al día, con suerte dos, parecía hacerlo a escondidas de él.

     Unos golpes en la puerta me sacaron de mi pensamientos.

     —Emily... —escuché a Max susurrar del otro lado— Emily contesta.

     Me paré casi que corriendo de la cama y me acerqué a la puerta.

     —Max, aquí estoy —susurré también.

     —Emily, lo siento mucho.

     —Tranquilo, nada de esto fue tu culpa.

     —Es que podría haber hecho algo, ayudarte de alguna manera. Realmente lo lamento.

     —Ya pasó, de todas formas yo te dije que no lo hicieras, no me gustaría saber qué estás encerrado también. Mejor así.

     —Gracias, Emily.

     —¿Nos es peligroso que estés aquí? —pregunté recordando que el hombre se encontraba en casa.

     —Creo que no, ella salió y él se fue anoche. Estaba muy enojado. Esa mujer habló de tu mala actitud en la cena. Ellos se pelean todo el tiempo, ella se queja de lo mal que te comportas, él dice que te castigará, pero ella no lo quiere. Tengo miedo, escuché que él le decía que si tu actitud seguía así deberías irte.

     —¿Irme? No creo que hable de llevarme a casa.

     —Ni yo, pero ella le contestó "cariño, no la lleves al parque con los demás, ella será buena. Yo la quiero aquí en casa"

     —Siguen con lo del parque.

     —Me da miedo escucharlos hablar de eso.

     —Tu tranquilo, ya veremos la forma de salir de aquí —aunque la última vez no sirvió del todo.

     —Trancaron la puerta del final del pasillo —sabía a donde iba esto—. Por cierto, ¿qué había allí?

La Familia [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora