Emily
El asunto de la puerta me había generado varias dudas que no paraban de rondar en mi cabeza, no pensaba en nada más, quería ver que había allí, pensar en eso me mantenía ocupada, lo cual era muy bueno.
Estaba en la habitación rosa dirigiéndome hacia la de Max, le iba a preguntar a él sobre eso, con suerte habría escuchado o visto algo en algún momento. Salí con mucho cuidado, aunque sabía que ella recién se había ido podría volver antes por cualquier motivo y no me quería arriesgar.
Siempre tenía miedo de que me descubrieran, si bien ella me había tratado bien el temor de que me hiciera algo no se iba. No pasaba por alto de que a pesar que yo para ella fuera familia, para mi no era más que una persona que estaba realmente mal y que no conocía en absoluto.
Abrí lentamente la puerta del niño y lo vi en la cama. Estaba sentado, pegado contra la pared, sus piernas estaban rodeadas por sus pequeños brazos y su cabeza entre estas. Sollozaba en silencio, avancé hacia él y le toqué el brazo. Levantó su cabeza asustado, vi su cara mojada por las lágrimas, sus labios hinchados al igual que sus ojos y un tono bastante rojizo en sus mejillas.
—¿Qué sucede?
—No quiero estar aquí... —sollozó— Me quiero ir, quiero estar con mi mamá, quiero ver a mis amigos, quiero... quiero... —no pudo terminar de hablar cuando ya se había largado nuevamente a llorar.
Me senté a su lado y lo rodeé con mis brazos, haciendo que su cabeza quedara apoyada sobre mi hombro, allí lloró por un largo rato.
—Cuando era pequeña mi madre solía cantarme cuando estaba mal, ¿quieres que te cante Max? —asintió con su cabeza aún en mi hombro.
Empecé a cantar esa canción que me llevaba a viajar por mis recuerdos de cuando era pequeña. Era muy fácil asustarme por todo por lo tanto mi madre había inventado esa canción para mí. Cuando mis padres se separaron ella la cantaba cada noche.
Se habían separado hacía años, sin embargo nunca se llevaron mal, sentía que algo aún quedaba entre ellos. ¿Cómo estarían ahora? Me los imaginaba muy unidos, siempre se apoyaban si se trataba de mí y eso me alegraba muchísimo, los quería demasiado a ambos.
Seguí cantándole a Max mientras lo acariciaba, no podía imaginar lo que pensaba. Era solo un pequeño niño totalmente indefenso ante personas que lo habían secuestrado y lo hacían jugar, al igual que a mi, ese loco y macabro juego de la familia feliz. De todas formas, debía de admitir que me alegraba un poco verlo llorar, eso demostraba que él no estaba loco como ellos, que tenía sentido común y estaba consciente de todo lo que estaba viviendo.
En un momento paró de llorar y le hablé.
—Saldremos de aquí ¿lo sabes no? —levanté su rostro para que me mirara— Max lo haremos, saldremos, te lo prometo, saldrás de aquí —él asintió lentamente—. Necesito preguntarte algo, estuve leyendo el cuaderno de Anne y ella habla sobre una puerta al final del pasillo.
—No hay ninguna puerta al final del pasillo —me miró extrañado.
—Pensé lo mismo, pero ella hablaba de paredes blancas y me llamó la atención porque las paredes tienen empapelado con decoración. Estuve buscando y si hay una puerta allí, pero esta tapada. ¿No has escuchado nada sobre eso, algún ruido extraño de allí, no lo sé, algo que pueda ayudarnos con eso?
—Nada, apenas ahora me entero que hay una puerta allí.
—Tengo que averiguar más sobre eso.
—Emily —lo miré— ¿Me puedes seguir cantando? —asentí, se recostó nuevamente sobre mi hombro y seguí con la canción.
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La Familia [En edición]
Mystery / ThrillerTerminada Luego de un viaje en la cajuela de una camioneta, llega a una casa de la que no hay salida. Emily tendra que escaparse de su nueva "familia" sin caer en su loco juego mental. Por otro lado, el detective Jobs está haciendo todo lo posible...