Huida

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- ¡Vámonos!- le dije a Aileen mientras la llevaba del brazo en dirección a la puerta.

- ¿Y Shona?- me preguntó.

- Por eso no debes de preocuparte no creo que nos moleste más, pero si no nos vamos de aquí pronto tendremos problemas más serios que ella. El dardo que me lanzaron tenía un localizador.

- ¿¡Qué!?

- De ese modo nos encontró ella, y quien sabe quien más.

Atravesamos la puerta de salida y nos encontramos rodeados de un grupo de gente en uniforme que nos apuntaban con pistolas, en medio de ellos se encontraba el maldito de Iain.

- Parece que has conseguido escapar de Shona de nuevo eh- dijo mientras se toqueteaba ese ojo robotizado.- Bien, pues si no te importa acompañarme el laboratorio nos espera.

- ¿Crees que me asustan esas pistolas?- contesté.

- A ti a lo mejor no pero tal vez a tu acompañante no le satisfaga la idea de ser acribillada a balazos.

Era verdad, no había caído en Aileen. Aunque pudiera hacer frente a los uniformados no iba a poder cubrirla de todos los disparos e irremediablemente iba a resultar herida o algo peor.

Agaché la cabeza y apreté los puños en señal de impotencia.

- Está bien... tú ganas.

Una sonrisa de superioridad emergió en el rostro de Iain. Aileen me agarraba de la manga mientras movía la cabeza en señal de total disconformidad.

Los uniformados empezaron a acercarse a nosotros para apresarme cuando de pronto un fuerte sonido de neumáticos retumbó desde atrás de los sicarios de Iain y una destartalada furgoneta de un azul cromado se hizo paso entre ellos, dio un giro de 180° y se abrieron sus puertas traseras de par en par. Un chaval pelirrojo y pecoso de unos veinte años se encontraba al otro lado de estas.

- ¡Vamos!- nos gritó a Aileen y a mí.

Sin pensarlo demasiado los dos corrimos hacia la furgoneta y nos montamos de un salto, el chico desconocido cerró las puertas al instante y le dió una voz al conductor, al que no podíamos ver desde donde estábamos. Este le escucharía sin problemas porque instantáneamente la furgoneta empezó a andar a toda pastilla, haciendo que los tres diéramos un respingo hacia atrás al unísono.

Podíamos escuchar como Iain gritaba desde fuera a su pequeño ejército diciéndoles que no nos dejaran escapar, seguido a sus voces escuchamos disparos y a los pocos minutos se hizo el silencio, habíamos logrado escapar con éxito de aquella encerrona.

Aileen entonces se acercó al chico y le agarró del cuello lanzándole una mirada desafiante que helaría la sangre a cualquiera.

- ¿Quién eres?

Este levantó ambas manos en señal de buena voluntad.

- Tranquila, no pienso haceros daño a ninguno de los dos, más bien el que tendría que estar asustado soy yo- dijo, luego me miró dando a entender que eso iba por mí.

- ¿Sabes lo que soy?

- Eso y más cosas, pero creedme que no voy a haceros nada.

Aileen lo soltó y este se sacudió el cuello de la camisa. Luego me tendió la mano mientras me sonreía.

- Me llamo Gilroy, Roy para los amigos.

Se la estreché sin preámbulos, a pesar de todo me daba buena espina.

- Thomas, aunque últimamente me conocen más por Skull.

- Así que tu verdadero nombre es Thomas, puede que no lo creas pero has hecho un gran revuelo simplemente con aparecer por ahí. ¿Y la señorita?

- Aileen- dijo, sin hacer siquiera el ademan de devolverle el saludo a Roy.

Este no le prestó importancia al rechazo por parte de mi amiga y siguió hablando.

- Bien, pues ahora que nos hemos presentado los tres os diré porqué os hemos ayudado. El que está conduciendo ahora mismo es mi padre, lleva siguiéndote la pista desde que asaltaste la discoteca de Cannibal.

- Sí bueno, parece que no es el único que me busca desde esa noche.

- Pero a diferencia de Iain él no tiene pensamiento alguno de diseccionarte, te lo prometo.

- ¿También sabéis de Iain?- pregunté.

- Así es... por desgracia.

- Entonces... ¿sabeís lo que es Zead?

- Sí, y créeme que el problema es mucho más gordo de lo que crees.

Zead (reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora