Al salir de la habitación me encontré a Aileen al otro lado de la puerta.
- ¿Lo has escuchado todo?- le pregunté.
- Más o menos.
La miré, sabía que no podíamos seguir así. Me iba a doler más a mí que a ella lo que iba a decir pero solo el pensar que podía resultar herida nuevamente por mi culpa me destrozaba por dentro.
- Aileen, deberías dejar de involucrarte conmigo ahora que estás a tiempo.
- ¿Qué?
- Las cosas seguramente se van a poner mucho más peligrosas a partir de ahora- le pasé la mano por la marca que Shona le había dejado en el cuello en la contienda de la fábrica.- Y no puedo permitir que salgas herida nuevamente.
Me apartó la mano bruscamente.
- ¡Es por eso mismo que tengo que estar contigo!¡Tú solo no puedes contra todo esto!
- Puede que sea así, pero..- no pude terminar la frase. De repente un estruendoso ruido emergió de la puerta de entrada.
Reid y su hijo salieron corriendo de la habitación.
- ¿Qué ha sido eso?- preguntó Roy.
Los cuatro fuimos a la estancia principal donde nos encontramos la pesada puerta tirada allí en medio, y junto a ella un hombre extremadamente delgado que esperaba nuestra llegada. Iba desnudo de cintura para arriba, lo único que llevaba puesto eran unos pantalones holgados de camuflaje con las típicas botas negras. Su cara estaba tapada por una especie de pintura oscura que hacía destacar algo que no daba buen augurio: unos ojos rojos como la sangre.
- Vaya vaya, así que las ratas por fin se muestran- dijo.
- ¡No puede ser!- dijo Reid entrecortadamente, se le notaba que estaba bastante alterado.- ¿Cómo has sabido que...?
- ¿Que estabais aquí?- terminó la frase el desconocido.- Nunca te hemos perdido la pista desde la explosión, investigador jefe Reid, ¿o de verdad pensabas que nos habías engañado falsificando tu propia muerte?
- ¿Qué es lo que quieres?- le preguntó Roy, al que también se le veía bastante nervioso.
- Creo que no hace falta dar muchas explicaciones ¿no?- su mirada pasó de mí a Reid.- Solo me han pedido que me deshaga de un par de incordios antes de que causen más problemas, y pienso disfrutar realizando mi trabajo- una sonrisa perturbadora decoró su rostro, del mismo tipo que la de Cannibal.
- Poneos detrás de mí- le dije a los tres.
- Vaya así que haciéndote el gallito ¿eh?- me dijo.- Siento decirte que los mequetrefes de Cannibal y Shona no me llegaban a la suela de los zapatos en cuanto a poder se refiere.
- Puedes decir lo que quieras pero te veo bastante enclenque como para ser capaz de darme una paliza.
- Thomas...- dijo Reid.- Créeme que lo que dice es verdad. Él es Craig y es uno de los despertados más fuertes que hay hoy en día, algunos lo apellidan Kong.
- Gracias por la introducción- dijo Craig sarcásticamente.
- Tranquilo, no dejaré que os ponga un dedo encima.
Me abalancé a por él y le di un fuerte puñetazo en la cara, mandándolo a volar contra la pared.
- Nada mal- dijo mientras se incorporaba.
- ¡Thomas cuidado!- gritó Reid.
Craig dio entonces una fuerte bocanada de aire y en un visto y no visto su esquelético cuerpo se transformó en una mole de músculos de unos dos metros de altura.
- Mi turno.
El suelo temblaba con cada paso que daba aquel enorme gorila, ahora empezaba a entender porqué lo llamaban Kong. Dio un puñetazo que conseguí esquivar de milagro, la casa entera retumbó con aquel golpe y el suelo se hizo pedazos. Si conseguía golpearme aunque fuera una vez con aquellos enormes puños lo lamentaría.
Le propiné entonces una patada en la cabeza pero fue como si le golpeara una mosca, no se inmutó en lo más mínimo. Me agarró la pierna y me levantó del suelo, luego me cogió de la otra y empezó a tirar de cada una hacia un lado distinto.
- Veamos cuanto puede aguantar tu cuerpo sin partirse en dos.
- ¡Maldito psicópata!- le grité mientras intentaba golpearlo con los brazos pero era inútil.
- ¡Suéltalo!- gritó Aileen, que se acercó hacia él para golpearlo con algo metálico que había cogido por ahí.
- ¡No!¡Aileen!
- ¡Apártate insecto!
Craig me soltó una pierna y la apartó de un manotazo que hizo que saliera volando y acabara golpeándose contra una de las mesas, cayendo luego al suelo inconsciente. Su cabeza chorreaba sangre.
- ¡No, no!
- ¿Por dónde íbamos?- dijo al girarse nuevamente hacia mí.
- ¡Voy a matarte aunque sea lo último que haga!- grité con todas mis fuerzas, sentía como una profunda ira invadía cada parte de mi cuerpo. Y a ese sentimiento se le sumaba el de la impotencia por no poder hacer frente a aquel demente.
- Me gustaría ver como lo haces, aunque te haría falta un milagro para eso.
- Un milagro o tal vez algo de ciencia- era la voz de mi anfitrión.
De pronto un relampagueante destello atravesó el cuerpo de Craig haciendo que me soltara, Roy y Reid acababan de meterle una descarga eléctrica con unos cables bastante decentes. Era mi oportunidad de atacarle ahora que estaba recuperándose todavía del impacto pero Reid me detuvo.
- ¡Para!¡Coge a la chica y vete!
- ¡Pero es nuestra oportunidad!
- Escúchame, si no la llevas pronto a que le miren esa herida morirá desangrada, y todos aquí sabemos que es imposible hacer frente a esa mole.
Él tenía razón, si tardaba más Aileen podría...
Fui hacia ella y la cogí en brazos, pude comprobar como su respiración era bastante forzada, estaba en un estado más grave del que me imaginaba.
- Toma- Roy me tendió un papel en la mano.
- ¿Qué es esto?
- En unos días van a trasladar nuevos suministros a la base de Zead en un furgón blindado, es tu oportunidad para conseguir llegar hasta allí. Ahí tienes tanto el horario como la ruta que hará.
Los miré entonces a ambos.
- Pero ¿y vosotros?
Craig empezaba a incorporarse poco a poco mientras nos maldecía en voz alta.
- ¡No te preocupes por eso y vete de una vez, nosotros nos encargamos!- gritó Reid.
- ¡No puedo dejaros aquí!
- ¡He dicho que te vayas!- se giró dándome la espalda.- Ha sido un placer volverte a ver Thomas.
Sentí como algo resbalaba por mi mejilla, sabía que si me despedía allí de ellos sería la última vez que los vería.
- Igualmente tío Reid- dije con una bola en la garganta.
Salí por el hueco donde antes había estado la puerta y corrí lo más rápido que pude con mi amiga a cuestas.
Cuando estaba ya a cierta distancia una explosión enorme engullió aquella zona, llevándose con ella las vidas de mis dos amigos pelirrojos.
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Zead (reescribiendo)
RandomThomas Black, un chico de 17 años que misteriosamente vuelve a la vida, sin memorias de sí mismo más que su nombre. Sabiendo el rechazo que sufriría de la sociedad por su aspecto y su naturaleza decide esconderse de esta hasta que poco a poco va inm...