Massacred

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Finalmente salí de los callejones y me dirigí a los barrios más problemáticos que conocía de la ciudad, no tardé en dar con alguien que conociera el nombre de Massacred y solo necesité usar un poco de fuerza para conseguir su ubicación exacta y algo de información extra. Por lo visto se trataba de un pub/discoteca bastante escondido incluso por aquellas zonas a la que sólo se podía entrar con invitación, donde se traficaba con droga y se reunía la gente de la peor calaña. Su dueño, Cannibal, era un perturbado mental que estaba haciendo una fortuna con ese tipo de negocios y que según decían estaba exportando ese dinero a una clase de secta cuyo nombre era desconocido para todos, pero que sabían que existía.

El nombre de Brodie también era conocido entre las gentes de allí, era uno de los seguidores más fieles de Cannibal y se había ganado al igual que su jefe una dudosa reputación.

Tras reunir esta información, me dirigí al lugar en cuestión. Sin embargo, ahora tenía que tener cuidado ya que podría tener un cuerpo inmortal o una fuerza sobrehumana pero si luego no sabía defenderme en una pelea era como si fuera un simple humano, no me servía de nada. Me había quedado claro en la confrontación de antes, habría muerto de no ser porque ya lo estaba.

A pesar de todo era un edificio grande, por fuera incluso se veía como una discoteca normal y corriente. De no saber de antemano lo que había dentro hubiera estado hasta confiado. Un cartel encima de la puerta principal ponía: "Bienvenido a Massacred, una realidad más divertida". Cosa que contrastaba con la multitud de guardias de seguridad inflados a esteroides que se encontraban justo debajo de él.

Opté por rodear el edificio para encontrar alguna otra manera de entrar, ya que de frente estaba descartado. Por suerte vislumbré una ventana en el segundo piso que se encontraba medio abierta, para cualquiera hubiera sido imposible llegar hasta allí pero yo sólo tenía que calcular un poco el salto y estaría dentro.

Me ubiqué debajo de esta y estaba a punto de saltar cuando de pronto empecé a escuchar pasos que se dirigían hacia aquí. Me agaché lo más rápido que pude y me escondí detrás de unos contenedores para evitar que me vieran.

Uno de los guardias traía tirando de los pelos a una chica que tendría uno o dos años más que yo.

- ¡Suéltame!- gritaba ella.

Este le hizo caso, la arrojó contra unos contenedores y cayó al suelo.

- ¡Que no te vuelva a ver por aquí! ¿Entendido?- le dijo él-. La próxima vez no seré tan blando.

Y dicho esto se fue por donde había venido, dejándola allí tirada entre la mugre. Podía escuchar como sollozaba.

Salí de mi escondite y me acerqué a ella.

- ¿Estás bien?- pregunté.

Al oír mis palabras levantó la mirada y ahí pude contemplar su rostro. Era bastante mona aún estando llena de mugre (y lágrimas) aunque tenía pintas de ser una gamberra criada en el tipo de calles donde nos encontrábamos. Un flequillo de color azul caía sobre su mejilla izquierda resaltando sus ojos color escarlata, al igual que las múltiples pecas que cubrían su rostro. Iba vestida con una fina chaqueta de cuero y unos vaqueros de estos intencionalmente rotos.

Ahora que me paraba a pensar era la primera vez que veía a una chica desde mi despertar. Le tendí la mano para ayudarla a levantarse pero la golpeó.

- Puedo sola.

Se levantó y se sacudió un poco para limpiarse algo.

- ¿Qué eres un friki de esos a los que les gusta disfrazarse?

Me quedé un poco pillado por la pregunta pero luego caí en la máscara que llevaba puesta.

- Ahh... se podría decir así- dije sin saber que decir.

- Aham- contestó ella desinteresadamente mientras sacudía aún más el vaquero.

- ¿A qué ha venido lo de ese guardia?

- Digamos que tengo unos asuntos pendientes ahí dentro pero como puedes observar no he conseguido entrar- me contestó-. ¿Y a un tipo raro como tú que le trae por estos lugares?

- Pues se podría decir que lo mismo que a ti.

- ¿Entonces estamos los dos iguales no?- dijo-. Hay demasiada seguridad como para colarse.

- Lo sé, por eso estaba a punto de entrar por aquí.

Al decir esto arqueó una ceja, miró hacia los lados y entonces me dijo.

- ¿Por aquí por dónde? No hay ninguna puerta.

- Por ahí- le contesté, señalando la ventana del segundo piso.

- Ah, eso está muy bien. ¿Y como piensas llegar hasta ahí, volando?

- No, saltando.

Empezó a reírse y al ver que yo no lo hacía me miró con cara de incredulidad.

- Espera, ¿lo estás diciendo en serio?

- Sí.

- Con esto lo he escuchado ya todo esta noche, me largo de aquí antes de escuchar más tonterías- se giró e hizo el ademán de irse-. Buena suerte tío raro.

- Como veas- le respondí-. Luego no te quejes de que no has entrado.

- ¿Pero de verdad te estás creyendo que vas a llegar hasta ahí saltando?

- Pensaba que te ibas.

- Lo haría... pero quiero ver el batacazo que te das.

Sabía de más que aquello sonaba como una locura para alguien normal, pero para mí no tanto. Sólo tenía que calcular bien la distancia.

Le tendí la mano nuevamente.

- Bien, ¿vienes o no?- le volví a preguntar-. Es tu última oportunidad.

Entonces escuché levemente unos pasos. Alguien empezaba a acercarse hacia nosotros y tal vez fuera un guardia haciendo ronda.

No había tiempo que perder, sin pensar cogí a la chica y me la puse al hombro. Era más liviana de lo que parecía.

- ¡Espera! ¿¡Qué estás haciendo!?- gritó.

- Tú déjame hacer a mí- le contesté.

Di unos cuantos pasos hacia atrás, cogí carrerilla sin dejar de mirar la ventana y salté sin dudarlo. En un visto y no visto la atravesamos y caímos al otro lado, en lo que parecía ser unos aseos.

- ¿¡Estás loco o qué!?- me gritó, luego se puso a mirar a su alrededor-. Espera, ¿estamos dentro?

- Eso parece.

Se acercó a la ventana y miró hacia abajo.

- ¿Cómo... cómo has hecho eso?- preguntó.

- Te lo dije, saltando.

- No no, aquí tiene que haber truco o algo.

- Piensa lo que quieras, lo importante es que estamos dentro.

Salimos del cuarto de baño y nos encontramos con un pasillo bastante largo, aquella planta parecía la de un hotel. La música de abajo retumbaba por todos lados.

- Bueno, aquí nos separamos- me dijo-. Si nos volvemos a ver te agradeceré el haberme ayudado a entrar, chico raro.

Dicho esto me dio un golpecito en la cabeza, se alejó mientras se despedía con la mano y desapareció de mi vista.

Zead (reescribiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora