Durante el rato que estuve inconsciente por el efecto de la morfina tuve una especie de sueño. En él aparecía un hombre, que me abrazaba a la vez que lloraba, y que no paraba de decirme: "vuelve, vuelve..." hasta que un resplandor blanco nos envolvía a los dos.
Abrí los ojos y me encontré en lo que parecía ser el interior de una fábrica abandonada, había máquinas oxidadas por todos lados y el olor a moho impregnaba el lugar. Sentada a mi lado se encontraba una Aileen nerviosa.
Me levanté de la especie de mesa donde me encontraba para sentarme al filo de esta, tal y como estaba ella.
- ¿Qué ha pasado?- pregunté.
- Te desmayaste y te traje aquí a cuestas, no encontré un lugar mejor para escondernos. ¿Te encuentras bien?
- Pues la verdad es que sí- contesté-. Estoy como nuevo.
- Yo no diría eso- dijo Aileen, y me señaló el cuerpo.
Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba desnudo de cintura para arriba, todas mis heridas estaban a la vista, desde la puñalada de Brodie hasta los arañazos de Shona. Sin embargo ninguna sangraba ni supuraba ni cicatrizaba, simplemente estaban ahí, tal cual.
- Sabía que estabas herido pero no hasta este punto- dijo-. ¿Cómo puedes mantenerte en pie? Es decir, sé que no eres... pero aún así...
- Ojalá pudiese contestar yo a esa pregunta.
De pronto caí, me llevé las manos rápidamente a la cara y sentí un gran alivio cuando comprobé que la máscara seguía en su sitio.
- Tranquilo, no te la he quitado. Sé que no te hubiera hecho ninguna gracia.
- Menos mal.
Me levanté de un salto y empecé a vestirme.
- ¿Qué querían de ti esos dos?
- Disecarme por así decirlo- dije con un tono poco serio-. ¿Te suena el nombre de Zead?
- La verdad es que no- contestó-. ¿Debería?
- No, era simple curiosidad.
Tenía que investigar sobre ellos, por mucho que dijeran que no sabían nada de mí estaba seguro de que descubriría algo sobre mi pasado si metía un poco las narices, pero tenía que tener cuidado si no quería acabar diseccionado.
- ¿Nos vamos?- le pregunté a Aileen al acabar de vestirme.
- Claro. Ah, tenías esto clavado en el hombro.
Me tendió en la mano el dardo tranquilizante que me había disparado Iain. Al observarlo me di cuenta de que una pequeña lucecita roja parpadeaba en uno de los lados.
- ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?- me estaba haciendo una idea de lo que significaba esa luz, y no era nada bueno.
- No sé, tal vez un par de horas o algo más.
La agarré del brazo y empecé a andar rápidamente hacia la salida.
- ¡Nos tenemos que dar prisa en salir de aquí ya!
- ¿Pero porqué? ¿Qué pasa?
Una voz surgió de entre la oxidada maquinaria de la fábrica.
- Un poco tarde para salir de marcha ¿no creéis?
La lúgubre silueta de Shona apareció de detrás de una de las máquinas, su pelo parecía que levitaba como si tuviera voluntad propia. Como sospechaba aquella lucecita era una especie de rastreador.
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Zead (reescribiendo)
RandomThomas Black, un chico de 17 años que misteriosamente vuelve a la vida, sin memorias de sí mismo más que su nombre. Sabiendo el rechazo que sufriría de la sociedad por su aspecto y su naturaleza decide esconderse de esta hasta que poco a poco va inm...