Tras aquella charla emprendimos el camino, yo iba siguiendo a Cannibal aunque seguía con un ojo puesto sobre él, no terminaba de fiarme por completo. Estaba atardeciendo cuando nos internamos en el centro de la ciudad.
- Hemos llegado- dijo él.
- ¿Estás seguro?- dije, estaba algo sorprendido con la ubicación de la base.
- Por supuesto.
Quién se hubiera imaginado que Zead sería un enorme rascacielos que se encontraba justo en el centro de la ciudad, y encima tenía una enorme "Z" sobre su puerta de entrada.
- ¿Cómo es que nadie ha oído hablar de Zead? Tampoco es que hagan mucho por ocultarse.
- No es que nadie haya oído hablar de ellos, simplemente es que prefieren no haberlo hecho.
- Bueno, ¿y la entrada que decías?
- Sí, sígueme.
Le hice caso y lo seguí hasta una boca de alcantarilla.
- Estás bromeando- le dije.
- Para nada, por aquí podemos ponernos justamente bajo el edificio y conseguir entrar sin problemas.
- Cuando me hablaste de una entrada trasera no me imaginaba que sería algo como esto.
- Lo importante es entrar ¿no?- quitó la tapa y la lanzó descuidadamente a la calle.- Adelante.
- Está bien.
Me lancé adentro y caí sobre las aguas residuales, que me cubrían hasta las rodillas. El profundo hedor del sitio impregnaba mis fosas nasales haciendo que deseara volver a la tumba. Tras mía cayó Cannibal que parecía no importarle mucho el olor.
- Bien vamos- dijo, y empezó a andar hacia delante.
Estuvimos como unos cinco minutos dando vueltas allí abajo hasta que nos topamos con una tubería sin salida.
- Aquí es.
- ¿Aquí dónde? No veo ninguna puerta ni ninguna trampilla para salir.
De pronto Cannibal derribó la pared de un puñetazo, dejando al descubierto una especie de sótano.
- Vaya- dije sorprendido.
- Hay que ser prácticos.
Entramos y nos encontramos con un montón de estanterías llenas de cajas y libros con mucho polvo.
- ¿Qué es esto?
- Es el sótano del rascacielos.
- ¿Y con tantas plantas que tienen realmente necesitan un sótano mugroso como este?
- Bueno, aquí almacenan registros de experimentos antiguos, fallidos... cosas que con el tiempo les han parecido irrelevantes pero prefieren que no salgan al exterior.
- Ya veo, de todos modos esto significa que estámos dentro ¿verdad?
- En efecto, ahora solo tenemos que buscar las escaleras que llevan a la planta baja.
- ¿No sabes dónde están?
- No he estado aquí abajo muchas veces así que ando algo perdido, y a eso súmale la oscuridad que hay.
Nos pusimos a buscar a tientas las escaleras y de pronto noté como mi pantalón se había quedado pegado a algo.
- Espera Cannibal, creo que me he enganchado con algo.
Miré hacia abajo pero no lograba distinguir a qué demonios me había quedado pillado. De pronto fuera lo que fuera me pegó un tirón y empezó a arrastrarme por el suelo.
- ¡Qué demonios!
Cannibal dió media vuelta para ayudarme y me agarró de la mano para evitar que siguiera desplazándome contra mi voluntad por el piso.
- ¿¡Se puede saber qué pasa!?
- Me hago una ligera idea. ¿Eres tú Roach?
Una voz ahogada respondió a la pregunta de mi acompañante.
- Así que ahora estás con el enemigo ¿eh Cannibal?
Empecé a distinguir en el suelo una figura exageradamente larga y delgada, que me mantenía agarrado de la pierna. Era como si estuviera viendo un insecto gigante.
- ¿El enemigo? Es el desgraciado de Iain el que intentó acabar con mi vida cuando estaba indefenso.
- ¿Quién es?- le pregunté a Cannibal.
- Es otro despertado como nosotros al que mantienen encerrado aquí abajo debido a la... curiosa forma que ha adoptado.
- No trates de decirlo con palabras bonitas Cannibal, sé que soy una aberración- me levantó del suelo y me dejó suspendido del aire por la pierna.- Pero tal vez si les entrego a este de aquí reciba algo bueno a cambio.
Su cuello se estiró hasta que su cabeza quedó justo al lado de la mía, pude ver como sus párpados se cerraban y abrían verticalmente.
- Venga amigo, recuerda quien es la única persona que ha bajado aquí a visitarte y te ha traído libros y... comida de fuera para tu entretenimiento- me hacía una ligera idea de a lo que se refería por "comida".- A los de arriba les das igual ni siquiera se acordarán de que te tienen aquí abajo.
Roach calló por un par de segundos y luego me dejó caer al suelo.
- Tienes razón, hagamos una cosa. Yo os llevo hacia las escaleras y tú luego me traes una presa con la que jugar y que esté deliciosa, como la última vez.
- De acuerdo, aunque se me ocurre algo que podría gustarte aún más que eso.
Seguimos a Roach a través de la oscura estancia que resultó ser bastante más grande de lo que nos hubieramos imaginado, y finalmente llegamos a las escaleras, que llevaban hacia una especie de trampilla.
- Aquí las tenéis.
Cannibal subió delante mía y partió la trampilla sin pensarlo.
- Oye Roach, ¿no te gustaría salir de aquí?
- ¿Qué?- le dije.- Si lo dejamos salir va a matar a gente inocente.
- Cállate aguafiestas- me respondió y luego me dijo casi susurrando.- Si lo dejamos salir causará una confusión arriba con la que podremos escabullirnos hacia los demás pisos, además no van a dejar que salga fuera del edificio.
- Pensaba que era tu amigo.
- Yo no tengo de eso.
Me parecía un plan bastante retorcido el usarlo como carnada, ya se me había olvidado de la pasta que estaba hecha Cannibal.
- ¿Salir, yo?
- Pues claro, ahí arriba está lleno de presas tiernas, jugosas, y sobretodo con las que podrás jugar.
Roach se relamió la boca al escuchar aquello.
- Está bien- dijo.- Creo que saldré a dar una vuelta.
Subió las escaleras ansiosamente y salió afuera, iba a seguirlo cuando Cannibal me detuvo.
- Espera, aún no- me hizo esperar allí hasta que de pronto se empezaron a escuchar unos gritos provenientes del otro lado.- ¡Ahora!
Salimos a la planta baja, la trampilla estaba ubicada detrás de una especie de mostrador. En el centro de la enorme sala había una especie de fuente también bastante grande donde ahora se encontraba Roach con un cuerpo a medio comer en su boca mientras gente con uniforme como los que anteriormente había conocido en la fábrica le apuntaban con pistolas y le gritaban. Todo allí era un caos y como Cannibal supuso todos estaban centrados en aquel ser.
- Vamos- me dijo.
Llegamos a uno de los ascensores y entramos.
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Zead (reescribiendo)
RandomThomas Black, un chico de 17 años que misteriosamente vuelve a la vida, sin memorias de sí mismo más que su nombre. Sabiendo el rechazo que sufriría de la sociedad por su aspecto y su naturaleza decide esconderse de esta hasta que poco a poco va inm...