Llegamos por fin a la planta veinte, el lugar donde supuestamente se encontraban los laboratorios.
- Bueno, pues aquí es donde hacen los experimentos y tienen todo lo relacionado con los despertados.
- Bien- dije yo mientras me crujía los dedos.- Dime donde tienen todos los archivos para evitar que se siga haciendo este macabro experimento contranatura.
Lo seguí hasta una enorme sala blanca que estaba a reventar de estanterías llenas de libros, probablemente todos relacionados con el proyecto despertar y también de artilugios que ni siquiera sabía para que servían.
- Vaya, así que habéis conseguido llegar hasta aquí- dijo una voz, que no era de otro que del molesto científico.
Cannibal y yo empezamos a mirar a todos lados para encontrar su procedencia, pero no conseguíamos atisbarle. De pronto empezó a carcajearse.
- Es inútil que me busquéis, no estoy ahí con vosotros, os estoy hablando a través de un altavoz.
- ¡Maldito cobarde!¡Da la cara para que pueda despedazártela!
- Sigues siendo tan patético como siempre eh Cannibal, una cosa que me ha quedado clara del proyecto despertar es que la basura seguirá siendo basura incluso después de morir.
- ¡AAARGH!- Cannibal dio un grito de impotencia y de rabia enorme y empezó a destrozarlo todo-. ¡Cuando te coja vas a lamentar haberme insultado de esa manera!
De pronto unos ganchos metálicos salieron de la pared, nos atravesaron a mi y a mi furioso acompañante y se clavaron en el suelo, dejándonos inmovilizados el uno al lado del otro.
- Espero que te hayas desahogado lo suficiente- dijo Iain por el altavoz-, porque ha llegado la hora de que volvais a ser solo carne y huesos.
De pronto unos pequeños aspersores surgieron del techo y empezaron a rociar un especie de líquido verde por toda la sala.
-¿Se supone que vas a matarnos con una llovizna como esta?
- Yo de ti estaría más preocupado escoria, esa "llovizna" es un compuesto creado por mi persona, se trata de un ácido especial que es capaz de dejar a un ser vivo en los huesos en cuestión de minutos.
La puerta de la sala empezó a cerrarse de pronto.
- Parece que hasta aquí llegasteis mugrientas ratas de laboratorio. Ah, y para que lo sepais, me llevé antes de vuestra llegada todos los datos importantes de la investigación así que vuestro esfuerzo ha sido inútil.
De pronto Iain se calló y no volvió a hablar. El ácido empezaba a derretirnos la piel.
- ¡Maldito psicópata!
- No eres el más indicado para decir eso ¿no crees?- le dije a Cannibal.- Al final hemos llegado hasta aquí para nada.
- Para nada no.
Cannibal estiró como pudo su cuello para alcanzar el gancho que me sujetaba al suelo y con todas sus fuerzas lo partió de un mordisco, aunque su dentadura esta vez no salió indemne, gran parte de sus dientes se destrozaron esta vez. Estaba libre.
- Vete- me dijo.
- Espera que te saco- agarré el gancho y empecé a hacer fuerza pero era demasiado resistente. No me explicaba como él había logrado reunir tanta fuerza con la boca.
- ¡No!¡Vete! La puerta se está cerrando, no te va a dar tiempo a salir.
- Pero...
- ¡Vete! Y haz que ese maldito de Iain sufra hasta el último segundo de su asquerosa existencia.
- ¡Está bien!- me aparté de él y me dirigí a la puerta a toda prisa.
Antes justo de salir miré hacia atrás y le dije:
- Al final has resultado ser un tío bastante legal, aunque estés también fatal de la cabeza.
- Maldito crío- le escuché decir, luego la puerta se cerró y quedó solo al otro lado.
Apreté los puños y comencé de nuevo a subir.
- Voy a por ti Iain.
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Zead (reescribiendo)
RandomThomas Black, un chico de 17 años que misteriosamente vuelve a la vida, sin memorias de sí mismo más que su nombre. Sabiendo el rechazo que sufriría de la sociedad por su aspecto y su naturaleza decide esconderse de esta hasta que poco a poco va inm...